Amenaza global

Resistencia antimicrobiana: la pandemia del futuro ya está aquí

Mientras en EE UU un informe del CDC alerta de que la resistencia antimicrobiana se disparó por la Covid-19, en España la situación está próxima a revertirse, al menos en las UCIS, donde las bacterias multirresistentes aumentaron un 33% en 2020 frente a 2019. En 2021 bajaron respecto a 2020, pero eran superiores en un 13,84% a antes de que estallara la covid

Para Europa, las tres principales amenazas para la salud son los patógenos, los riesgos químicos, biológicos, radiológicos y nucleares y los derivados de la resistencia a los antimicrobianos
Para Europa, las tres principales amenazas para la salud son los patógenos, los riesgos químicos, biológicos, radiológicos y nucleares y los derivados de la resistencia a los antimicrobianosDreamstimeDreamstime

La resistencia antimicrobiana está considerada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como una amenaza importante para la salud pública. Se produce cuando las bacterias, los virus, los hongos y los parásitos cambian con el tiempo y ya no responden a los medicamentos. Tan solo en el año 2019 causó 1,27 millones de muertes. Además, la resistencia a los antibióticos se asoció a casi cinco millones de fallecimientos.

Y sí, «tan solo», ya que con la llegada de la Covid-19 la situación se ha desbocado. El último estudio en alertar sobre ello es el informe de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), publicado la semana pasada, y en el que se hace hincapié que la Covid-19 ha revertido el progreso en la lucha contra la resistencia antimicrobiana en EE UU hasta tal punto que las infecciones relacionadas con la hospitalización crecieron un 15% de 2019 a 2020.

Estos datos explican por qué más de 29.400 personas murieron ese año a causa de infecciones resistentes a los antimicrobianos comúnmente asociados con la atención médica. De hecho, de ellos casi el 40% se infectó mientras estaba en el hospital.

En España, la pandemia marcó también un antes y un después. Aunque la situación podría estar cerca de revertirse. Así, «según los datos del informe Envin (el registro nacional que se encarga de las infecciones nosocomiales, multirresistencias, etc.), en 2019 había 8,74 bacterias multirresistentes por cada 100 pacientes ingresados en UCI. De ellos, 3,14 fueron adquiridas en la propia UCI y 5,60 venían con ellas. En 2020, durante el primer año de pandemia, estos datos subieron a 11,67 bacterias multirresistentes por cada 100 pacientes ingresados en UCI, es decir, un 33,52% de incremento. Pero aquí lo importante es que las adquiridas fueron un 7,04; es decir, un incremento del 124,2%% y 4,63 venían con ella. Y en 2021, ya se ha visto una tendencia a mejorar, aunque siguiéramos peor que antes de la Covid, con 9,95 bacterias multirresistentes por cada 100 pacientes ingresados en UCI, de las cuales 5 fueron adquiridas y 4,95 venían con ellas», detalla el doctor Francisco Álvarez Lerma, coordinador nacional del Proyecto Resistencia Zero (Ministerio de Sanidad-Semicyuc), miembro del Comité Asesor de los Proyectos de Seguridad del Paciente Crítico del Ministerio de Sanidad y miembro del Comité Directivo Nacional del citado registro Envin.

«Y este año 2022 mi impresión –prosigue el experto– es que vamos a recuperar los datos de antes de la Covid-19. El estudio aún no está, es sólo mi sensación después de seguir a los pacientes de la UCI del Hospital del Mar, pero no sé qué pasará en el resto de UCIS hasta que analicemos todos los datos a final de año. Así que hay que esperar».

Estos datos demuestran que ha habido mucha contaminación cruzada durante la Covid-19 porque «los pacientes eran vistos de forma menos frecuente por los sanitarios para evitar la contaminación del personal, por el exceso de camas, el agotamiento de los sanitarios de UCI y el aumento de contaminación cruzada ya que los equipos de protección individual (EPIS) que había te los ponías al inicio de la jornada y hasta el final», recuerda el doctor Álvarez.

Una situación extenuante que denota lo importante que era y sigue siendo lo que se estaba haciendo previamente al estallido de la Covid-19 para disminuir las infecciones por bacterias multirresistentes. Así, es necesario realizar «un buen uso de los antibióticos; un control al ingreso de los pacientes que vienen con bacterias multirresistentes para evitar su diseminación mediante una exploración de su flora rectal y orofaringea (saliva) y si está entubado (el 30% de los pacientes de UCI lo están), analizar las secreciones bronquiales; aislando a los pacientes que las tengan para evitar la contaminación de un paciente a otro, algo clave ya que estos pacientes necesitan entre 200 y 300 intervenciones del personal sanitario mientras están en la UCI, lo que implica un riesgo elevado de transmisión, y por último, identificar los reservorios de estas bacterias que hay en el hospital y en la UCI, como los aparatos para tomar la presión, los colchones, los aparatos para hacer radiografías, los ecógrafos, etcétera. Con estas medidas demostramos ya en 2014 y en 2016 que se pueden reducir en un 50% las infecciones por bacterias multirresistentes en las UCIS, y esta disminución, podría darse también en el resto de áreas del hospital, aunque no sé hasta qué porcentaje de reducción se podría lograr».

Pero cada mejora cuenta y mucho. «En los hospitales no tenemos un dato tan global como el del CDC, pero sí puedo decir que las infecciones hospitalarias han aumentado, o al menos no han disminuido por los datos que tenemos. Así, hemos detectado problemas puntuales con determinados microorganismos que son multirresistentes, como con la Klebsiella pneumoniae multirresistente, que ha aumentado entre un 5 y un 10% en algunas instituciones precisamente por la selección del antibiótico elegido. Además, los pacientes con Covid-19 ingresados en UCI tienen más riesgo de tener una infección nosocomial por las propias características del paciente y porque se han usado más antibióticos de los que se utilizan habitualmente», explica el doctor Rafael Cantón, jefe del Servicio de Microbiología del Hospital Universitario Ramón y Cajal, en Madrid.

Este experto incide en que la situación de la resistencia antimicrobiana se ha agravado por la Covid-19 a nivel mundial hasta tal punto que la previsión previa de la OMS de que en 2050 esta gran amenaza para la salud pública podría superar al cáncer como primera causa de muerte será una realidad: «Estas previsiones que pretendían alertar para que los países pusieran medidas contra dichas resistencias se van a cumplir. Ahora desgraciadamente van a ser reales».

Con las implicaciones que eso conlleva. Así, «en términos económicos hay que pensar en el costo del antibiótico, pero también que el paciente infectado con una bacteria multirresistente va a permanecer más tiempo ingresado, va a demandar más personal sanitario, etcétera. Así, se estima que un paciente con Staphylococcus aureus resistente a la meticilina va a suponer un exceso de costo por encima de los 30.000 euros. Para otras bacterias, el coste es incluso más caro para el Sistema Nacional de Salud (SNS)», detalla el doctor Cantón.

«La Covid-19 ha incrementado las infecciones por bacterias multirresistentes a los antibióticos. En España, según el último registro que hizo la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (Seimc), las muertes estimadas para 2019 fueron de 26.271. El próximo informe que nos dará información actualizada sobre este grave problema de salud saldrá en otoño. Pero en todo caso, ese aumento significa más sufrimiento, más muertes y más gasto sanitario. Y el problema ya está aquí, porque las cifras de muerte en España multiplican por 10 las ocurridas en carretera», recuerda José Miguel Cisneros, portavoz de la Seimc, que incide en que hay que dotar al Plan Nacional de Lucha contra las Resistencias (PRAN) de los recursos adecuados. Una financiación que debería estar recogida en el BOE y que debería ser proporcional a la extraordinaria magnitud del problema de salud pública que las infecciones por bacterias multirresistentes (BMR) representan en nuestro país», añade Cisneros.

Las vacunas, un elemento clave que urge acelerar

►La propia Organización Mundial de la Salud (OMS) ha solicitado este mes que se aceleren los ensayos de vacunas contra los patógenos bacterianos resistentes. En concreto, la OMS en su informe «Análisis de las vacunas bacterianas en desarrollo preclínico y clínico: 2021» ha identificado 61 vacunas contra bacterias que figuran en la lista de prioritarias que están en diferentes fases de desarrollo clínico y 94 candidatas en desarrollo preclínico. Sin embargo, la mayoría no están disponibles en el corto plazo.

Se trata del primer análisis de la OMS de vacunas candidatas en desarrollo en el contexto de la resistencia a los antimicrobianos (RAM). El informe tiene como objetivo mejorar la comprensión de las vacunas en desarrollo contra las bacterias prioritarias para la resistencia a los antimicrobianos para orientar la acción y las inversiones necesarias en investigación y desarrollo de nuevos medicamentos, herramientas de diagnóstico y otras intervenciones para controlar la RAM.