Tribuna
Radiología: todo empieza con una imagen
Los profesionales de este campo están detrás de la mayoría de procesos diagnósticos y terapéuticos
La radiología es una especialidad médica (nombre oficial, Radiodiagnóstico) a la que se accede por vía MIR. Utiliza la imagen médica obtenida mediante medios físicos como los rayos X, los ultrasonidos o los campos magnéticos para diagnosticar enfermedades, hacer su seguimiento y para realizar tratamientos mínimamente invasivos.
Una radiografía de tórax para diagnosticar una neumonía; una ecografía para descartar una apendicitis; una tomografía computarizada (TC) –conocida como TAC–, para hacer el seguimiento de un cáncer de colon; una resonancia magnética (RM) de la columna vertebral o un tratamiento «por la ingle» para deshacer el coágulo que está produciendo un ictus, son ejemplos habituales de técnicas radiológicas.
En cualquier proceso diagnóstico y terapéutico en radiología intervienen diferentes profesionales sanitarios; específicamente y con la formación precisa, los técnicos superiores en imagen diagnóstica (TSID), que son los que obtienen las imágenes de los equipos, y los médicos radiólogos, especialistas en radiología que analizando, comparando, indicando y utilizando las imágenes obtenidas por las técnicas más adecuadas para cada caso en particular, somos los que emitimos los informes con los diagnósticos médicos radiológicos y realizamos tratamientos sin necesidad de cirugías mayores.
Nuestra labor no se centra únicamente en elaborar informes, sino que somos los especialistas habilitados para decidir qué prueba es la más adecuada para cada paciente en particular, cómo se hace esa prueba y también si el paciente necesita de verdad esa prueba o si no va a influir en el manejo de su enfermedad.
Todo comienza con una imagen es el lema elegido por la Sociedad Española de Radiología Médica (Seram), ya que en la medicina actual la mayoría de los procesos médico-quirúrgicos se basan en las técnicas de imagen de la radiología.
Aunque los pacientes no nos vean siempre la cara (salvo en la ecografía o en los tratamientos por radiología vascular e intervencionista), somos los radiólogos los que estamos detrás de los informes de sus TACs, sus radiografías y sus resonancias.
Realizar estos informes requiere de un gran conocimiento de las enfermedades, comparar con pruebas anteriores para ver la evolución del problema, disponer de gran capacidad de reacción para valorar en un minuto un TAC de un paciente accidentado, así como de una gran habilidad para «entrar» en el hígado de un paciente y tratar una metástasis.
Por esto, y por la complejidad de la Medicina actual, se requiere de una gran subespecialización. De hecho, la mayoría de los radiólogos trabajamos organizados por lo que llamamos órganos-sistemas. Esto quiere decir que hay radiólogos expertos en radiología de musculoesquelético, en radiología abdominal, en radiología pediátrica, en neurorradiología, en tórax-cardio, en radiología de la mujer o en radiología vascular-intervencionista. No solamente eso, sino que hay radiólogos que se dedican a las enfermedades del hígado, o a los tumores cerebrales, o al cáncer de pulmón, por poner sólo tres ejemplos.
Hoy en día, y debido al desarrollo tecnológico, no sólo utilizamos la imagen obtenida de un equipo de radiología, sino imágenes analizadas en ordenador y de la inteligencia artificial, lo que se conoce como radiómica/radiogenómica, para ir más allá y mediante la información no visible al ojo humano que nos aportan las imágenes, predecir si un tumor resulta sensible a un tratamiento y no a otro, ahorrando así tiempo y dinero.
Los pacientes con enfermedades graves sabrán que actualmente las decisiones sobre su problema se toman en los comités hospitalarios donde intervienen diferentes especialistas, pero donde siempre hay un radiólogo explicando las imágenes.
Las salas de informes de los servicios de radiología reciben todos los días la visita de muchos compañeros de otras especialidades para obtener nuestra opinión sobre el paciente. Por lo que participamos del proceso asistencial en casi la totalidad de las enfermedades.
Asimismo, nuestro trabajo también es garantizar que toda imagen médica incluida dentro de dicho proceso asistencial sea obtenida y manejada en los servicios de radiología por los radiólogos.
Desde que se instalaron los PACS (los sistemas de almacenamiento de imágenes) y desaparecieron aquellos sobres gigantes con las historias clínicas de los pacientes que contenían las radiografías, la imagen médica se ha «democratizado» y cualquier médico que trata a un paciente puede ver las imágenes del TAC desde el ordenador de su consulta, pero eso no lo habilita para emitir un diagnóstico radiológico. Por tanto, todo proceso asistencial (por ejemplo, una cefalea) debe contar con la participación del radiólogo con sus informes y su valoración radiológica integral, desde que el paciente consulta hasta el alta médica.
La radiología es una especialidad amplísima que interviene en la mayoría de los procesos asistenciales. Por eso, la demanda de especialistas en radiología, tanto médicos como técnicos, no para de crecer. Este aumento en la demanda debe ir parejo al aumento en la formación, tanto de los técnicos y los residentes, como de los radiólogos que debemos estar en permanente actualización para ofrecer al paciente lo mejor de nuestra especialidad.
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