Calidad del Aire

La calidad del aire en centros escolares, ¿una cuestión pendiente?

Los expertos instan a adoptar más medidas desde Sanidad para mejorar la Calidad del Aire Interior

Vuelta al colegio en la Comunidad de Madrid
Vuelta al colegio en la Comunidad de MadridJesús G. FeriaLa Razon

Con el puente del Día de Todos los Santos ha llegado el otoño a muchos lugares de España. La bajada de temperaturas, leve y tardía este 2022, coincide en el tiempo con el eterno problema de la contaminación, que de manera muy precisa la Organización Mundial de la Salud (OMS) señala como un factor muy importante de salubridad tanto en exteriores como en interiores. Este último tema se trataba poco o nada, hasta aparecer la Covid-19.

Sin embargo, antes de la propagación de esta pandemia, entre las cuatro paredes de nuestra casa, nuestra oficina o el colegio de nuestros hijos ya circulaban agentes químicos, físicos o biológicos que alteran las características naturales del aire que respiramos.

Un reciente Informe de The Lancet dice que el cambio climático es «la mayor oportunidad para redefinir los determinantes sociales y ambientales de la salud» como lo ha demostrado la emergencia causada por la pandemia.

Así que es el momento de abordar la cuestión de la calidad del aire interior, que ahora toma más protagonismo que nunca. En las aulas es especialmente importante porque, como recuerda el Ministerio de Sanidad, en general, los niños se encuentran en una etapa de sus vidas de gran vulnerabilidad debido a la inmadurez de sus sistemas inmunológico, reproductor, digestivo y nervioso.

Coincide en esta afirmación la Unión Europea, que cita como factores que pueden deteriorar el aire: el radón, que se encuentra de forma natural en algunas regiones de Europa y puede penetrar en los edificios, y, en ocasiones, provocar cáncer de pulmón; las partículas en suspensión, que pueden tener efectos nocivos, especialmente sobre el sistema respiratorio; los microbios, como el moho que pueden propiciar asma y alergias, y los virus.

La UE también revela que «una humedad baja produce irritación de los ojos, sequedad de la piel y la nariz, y erupciones cutáneas, mientras que una humedad alta favorece la aparición de moho y ácaros del polvo».

Atender a la mejora de la calidad del aire en los centros educativos es un desafío que no se acaba de abordar de manera eficiente desde las instituciones, privadas y públicas pertinentes. En ello trabajan desde hace tiempo AFEC (Asociación de Fabricantes de Equipos de Climatización), Atecyr (Asociación Técnica Española de Climatización y Refrigeración) y Fedecai (Federación Española de Empresas de Calidad Ambiental Interior).

Estas organizaciones recuerdan que «el aire de buena calidad no está garantizado si no actuamos a lo largo de la vida útil de nuestros edificios, desde las fases de concepción arquitectónica».

A Tu Salud ha hablado con Paulino Pastor Pérez, presidente de Fedecai, que afirma que al respecto el Reglamento de instalaciones térmicas en los edificios (RITE) es, en las circunstancias actuales, insuficiente. Este estipula, en la fase de diseño, como ventilar y filtrar, que son las dos piezas clave para controlar la calidad del aire interior del edificio. Luego, en la fase de mantenimiento y vida útil, establece que hay que revisar ésta periódicamente, al menos una vez al año, a través de mediciones y chequeando los conductos, que se ensucian fácilmente.

Paulino Pastor dice que con el RITE la cuestión del aire interior ha mejorado, pero también reconoce que «ahora las exigencias tienen que ser muchísimo más elevadas. Queda mucho camino por recorrer y Sanidad tendría que hacer algo». De hecho, desde el Ministerio de Sanidad se está estudiando la posibilidad de abrir un grupo de trabajo, revela.

Lo que ocurre con la calidad del aire es que «no genera un problema de salud agudo de un día para otro, sino que poco a poco se van respirando partículas y contaminantes que pueden ir deteriorando los pulmones mientras la persona no es consciente», advierte Pastor.

Al no ser algo inmediato, no hay urgencia y las soluciones se posponen, señala este experto, que lleva 30 años revisando la calidad del aire en edificios y que lamenta que «de lo que dice la norma a lo que se instala en la realidad hay un salto cualitativo».

En las recomendaciones que ha elaborado Atecyr para centro educativos a raíz de la aparición de la Covid-19, la ventilación se puede determinar de forma indirecta midiendo la concentración de CO2. Advierte de que la ventilación por apertura de ventanas y puertas no resulta suficiente.

«Se deberá complementarla con un sistema de ventilación forzada, un recuperador de energía o un purificador de aire. Si hace frío una batería de calor puede ser una solución», recoge. Y es que no solo de alimentos vive el hombre...