Opinion
Los bulos y las mentiras son perjudiciales para la salud
Carmen Montón es embajadora observadora permanente de España ante la OEA y la OPS. Ex ministra de Sanidad, Consumo y Bienestar Social
Las mentiras y los bulos en materia de salud aumentan en un mundo global, a la vez que baja la confianza en la evidencia científica y los profesionales sanitarios.
La pandemia de Covid-19 nos trajo una Infodemia que a base de difundir noticias falsas buscaba aumentar la desconfianza en las autoridades sanitarias y el pánico en la sociedad. Tiempos de «fake news», hechos alternativos, bulos y desinformación, o por decirlo más claro y sin rodeos, estamos en tiempos de mentiras.
El fenómeno de la desinformación no es nuevo, difundir información falsa o incorrecta con el propósito deliberado de engañar y causar daño, es algo que se ha producido a lo largo de la historia en diferentes escenarios políticos, en los cuales se ha echado mano de la manipulación de la información para atacar la democracia. Actualmente este fenómeno, además, tiene una fuerte vertiente en el ámbito de la salud, que además de atacar nuestra democracia y convivencia común, pone en peligro nuestro derecho a la salud. Esta intoxicación, que en el idioma español es preocupantemente prolija, supone un grave peligro para la salud pública que debemos enfrentar.
Actualmente las pseudoterapias o tratamientos no contrastados siguen siendo la principal fuente de bulos en materia de salud, junto a consejos sobre la alimentación sin soporte científico. La inmediatez de las redes sociales, sin olvidar WhatsApp, e internet en general, con los nuevos peligros de la inteligencia artificial, son el altavoz de los populismos negacionistas de la evidencia científica que avalan, entre otras, las pseudociencias, las pseudoterapias, la homeopatía, o el movimiento antivacunas que cuestionan su seguridad y eficacia.
Llegamos a un 2025, donde «influencers» y creadores de contenido pseudocientífico ganan espacio frente a científicos, expertos en salud y profesionales sanitarios. Un nuevo año que nos trae reavivado un debate en el que se contrapone el rigor científico a la confusión y el engaño. El 2025 es un año en el que hay que reivindicar el derecho de los ciudadanos a una información veraz, y apostar por encontrar las herramientas necesarias para que tomemos decisiones relativas a la salud de forma responsable y acordes a la evidencia científica. Algo para lo que es imprescindible promover y proteger el pensamiento crítico colectivo e individual, especialmente entre los más jóvenes. Es imprescindible que como ciudadanos sepamos cuestionar los bulos e identificar los sesgos como parte de nuestra autoprotección y autocuidado.
Como propósito de año nuevo, tomemos partido por generar un impacto positivo en la calidad de las decisiones que adoptamos, tanto de forma individual como colectivamente, en la esfera del cuidado y la prevención y promoción de la salud pública