"Long" covid

Científicos afirman que las cifras de riesgo de desarrollar covid persistente que se han ofrecido son "exageradas"

Un exhaustivo análisis de cerca de 800 investigaciones de las que parten esos datos, publicado en BMJ, señala que la mayoría tienen "sesgos importantes" que ponen en duda sus resultados

Este estudio de seguimiento de la evolución clínica de personas con covid persistente es de los más grandes y prolongados llevados a cabo hasta el momento
Este estudio de seguimiento de la evolución clínica de personas con covid persistente es de los más grandes y prolongados llevados a cabo hasta el momentoIrsiCaixa

La covid persistente es una afección derivada de la infección por SARS-CoV-2 que comenzó a detectarse a finales de 2020. Pero no sería hasta finales de 2021 cuando se llegaría a una suerte de consenso científico internacional sobre lo que significaba, entre otras cosas porque engloba hasta 200 síntomas distintos. El 18 de octubre de 2021 la Organización Mundial de la Salud (OMS) hizo pública la definición oficial: «la afección pos-COVID-19 se produce en individuos con antecedentes de infección probable o confirmada por el SARS-CoV-2, generalmente tres meses después de la aparición de la COVID-19 con síntomas que duran al menos dos meses y que no pueden explicarse por un diagnóstico alternativo. Los síntomas más comunes son la fatiga, la dificultad para respirar y la disfunción cognitiva, pero también se pueden dar otros síntomas que suelen repercutir en el funcionamiento cotidiano del enfermo. Los síntomas pueden ser de nueva aparición, tras la recuperación inicial de un episodio agudo de COVID-19, o pueden persistir desde el inicio de la enfermedad". Según las estimaciones del organismo, afecta a entre un 10% y un 20% de los contagiados, lo que significaría que, aproximadamente, la padecerian entre 77 y 150 millones de personas en todo el mundo, atendiendo a las cifras oficiales de infectados por el virus a fecha de hoy.

Con el paso del tiempo, la enfermedad ha ido cogiendo emvergadura, gracias al esfuerzo de las instituciones de salud pública- tanto nacionales como internacionales (CDC, ECDC o NICE, de Reino Unido, entre otros) por dar a conocer la evidencia científica sobre sus síntomas, su gravedad y los efectos que tiene sobre la calidad de vida de quien la padece. Las asociaciones y federaciones de pacientes, junto con las sociedades médicas implicadas en su abordaje, también han ido consiguiendo que se tenga más en cuenta a los afectados y se desarrollen protocolos dirigidos a mejorar su diagnóstico y tratamientos. Desde el punto de vista de la investigación, se han hecho estudios a gran escala -como el estudio RECOVER, de los Institutos Nacionales de Salud de EE UU, valorado en 1.500 millones de dólares y el STIMULATE-ICP, en Reino Unido- para analizar en profundidad aspectos como el vínculo de la enfermedad con la carga viral, con las condiciones de riesgo pre-existentes en los afectados e incluso recientemente, se han detectado una serie de biomarcadores inmunológicos que podrían predisponer a sufrirla.

Ahora, un grupo de investigadores pone en duda que las cifras de prevalencia aceptadas como reales lo sean, ya que han detectado grandes fallos en las investigaciones que podrían haber llevado a "exagerar los riesgos". El exhaustivo análisis, realizado sobre más de 440 estudios intervencionistas y 342 estudios observacionales sobre la covid persistente inscritos en el Registro Internacional de Ensayos Clínicos (ICTRP, por sus siglas en inglés) a febrero de 2023 y publicado en BMJ Evidence Based Medicine, concluye, grosso modo, que la mayoría de las investigaciones tienen "sesgos críticos". Como ejemplos, citan que, en los estudios que analizan la incidencia, la prevalencia y el control de la afección-epidemiología- se ha usado definiciones excesivamente amplias de la covid persistente, no se han usado grupos control adecuados- en algunos ni siquiera había grupo grupo control-, lo que ha llevado a que se "distorsionaran los riesgos", según puede leerse en el análisis. "La inclusión de estudios mal realizados en revisiones sistemáticas y análisis de datos agrupados acaban exagerando el riesgo una vez más".

Por otro lado, alertan sobre las consecuencias que puede traer esta situación, como "el aumento de la ansiedad pública y del gasto sanitario, los diagnósticos erróneos y el desvío de fondos de quienes realmente padecen otras enfermedades a largo plazo secundarias a la infección por covid".

Principales fallos

Entre los escollos más comunes que han encontrado en el análisis de esta amplia literatura científica sobre la covid persistente citan, por ejemplo, que el grupo de sintomatología de la afección que deriva del síndrome post-UCI- conjunto de complicaciones de salud que aparecen cuando el paciente está en cuidados intensivos y que persisten tras el alta hospitalaria- y la dificultad respiratoria tras una neumonía son cuadros clínicos que pueden persistir también si la infección ha sido causada por otros virus respiratorio de las vías altas, no sólo por el SARS-CoV-2. Otro ejemplo que aportan es que "ninguna de las definiciones de trabajo de la covid persistente utilizadas por organismos sanitarios influyentes (CDC, OMS, ECDC, NICE, entre otros) exige una relación causal entre el virus responsable de la covid y una serie de síntomas.

A esto añaden, como parte esencial, el "sesgo de muestreo" que han encontrado en muchas de las investigaciones, que se produce cuando determinados miembros de una población tienen más probabilidades de ser incluidos en la muestra de un estudio que otros. La causa de que los grupos de población elegidos no estuvieran correctamente emparejados con sus grupos de control puede deberse, explican los científicos, a que "durante las primeras fases de la pandemia, cuando las pruebas del SARS-CoV-2 no estaban ampliamente disponibles, era más probable que los estudios incluyeran una muestra no representativa de pacientes seropositivos al SARS-CoV-2, al incluir menos pacientes con síntomas leves o asintomáticos", según recoge Ep.

"Nuestro análisis indica que, además de incluir controles debidamente emparejados, se necesitan mejores definiciones de los casos y criterios de covid persistente más estrictos, que deberían incluir síntomas continuos tras la confirmación de la infección por SARS-CoV-2 y tener en cuenta las características basales, incluida la salud física y mental, que pueden contribuir a la experiencia post covid de un individuo", escriben, y añaden que el término general covid persistente debería abandonarse en favor de términos diferentes para efectos secundarios específicos.

"En última instancia, la biomedicina debe tratar de ayudar a todas las personas que sufren. Para ello, deben aplicarse los mejores métodos y análisis científicos. Las definiciones inadecuadas y los métodos erróneos no sirven a aquellos a quienes la medicina pretende ayudar", insisten. "Mejorar los estándares de generación de pruebas es el método ideal para tomarse en serio la covid persistente, mejorar los resultados y evitar los riesgos de diagnósticos erróneos y tratamientos inadecuados", concluyen.