Opinión
¿Demasiado limpios?
Al desinfectar nuestro entorno nos protegemos de los patógenos, pero limitamos el posible desarrollo de nuestro sistema inmune
Lávate las manos, no toques la barandilla, no cojas cosas del suelo... son algunos ejemplos de las advertencias que nuestros padres nos han hecho a lo largo de nuestra infancia con el objetivo de protegernos frente a posibles infecciones.
No se puede negar que en aquellos países en donde las medidas higiénico-sanitarias son más escasas, enfermedades ya olvidadas para nosotros siguen afectando a millones de personas, pero ¿es verdaderamente necesaria tanta limpieza?
Hoy los pediatras no dan abasto para poder atender a la altísima demanda que existe relacionada con alergias o intolerancias infantiles, siendo los alergólogos los responsables de dar con el origen del problema. Entonces, ¿cómo es posible que el número de alérgicos se haya visto incrementado en los últimos años en nuestro país? Los pediatras lo tienen claro: a más higiene menor activación del sistema inmune de los más pequeños.
Para entender esto debemos de comprender el funcionamiento de nuestro sistema inmune el cual se activa mediante el contacto directo con las múltiples bacterias que nos rodean. Cuando el cuerpo se cruza por primera vez con cualquier patógeno, quien responde es el sistema inmune innato.
Una vez ha tenido lugar el primer contacto con el agente externo se activará la respuesta inmune adquirida, entrando en escena los linfocitos T y B. Los B darán lugar a los anticuerpos, los cuales van a desarrollar una respuesta específica contra un agente determinado, permitiendo así una respuesta rápida y eficaz en los posibles futuros contactos con dicho patógeno.
Al desinfectar o esterilizar nuestro entorno estamos protegiéndonos de dichos patógenos, al mismo tiempo que limitamos el posible desarrollo de nuestro sistema inmune.
En el equilibrio está la solución, pudiendo afirmar que «ni tanto, ni tampoco».
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