Prevención

Día Mundial de la Neumonía: Tengo fiebre y me cuesta tragar, ¿es gripe o neumonía?

El tratamiento precoz de esta enfermedad resulta crucial para evitar que se agrave

Neumonía vista a través de un fonendo
Neumonía vista a través de un fonendoDREAMSTIMEDREAMSTIME

Dolor en el pecho al respirar o toser, fiebre, escalofríos, fatiga o tos con flema son algunos de los síntomas de la neumonía, una infección pulmonar que puede ser causada por bacterias, virus u hongos. En España, su incidencia se estima entre dos y 10 casos al año por cada mil habitantes. Los niños menores de cinco años y las personas mayores, así como los pacientes con enfermedades crónicas como EPOC, cardiopatías o diabetes, son los más vulnerables. Pero todos estamos expuestos a ella.

El diagnóstico y tratamiento precoz reducen las complicaciones. Por eso, es importante acudir al médico. Pero, ¿cómo diferenciar una neumonía de la gripe?

La gripe es una enfermedad vírica que suele «comenzar de forma brusca, que, por lo general, se asocia a tos, estornudos, con mucha congestión nasal y conjuntival, malestar general, fiebre, dolores musculares y fatiga. Y que remite habitualmente en una semana. Solo tiene tratamiento sintomático, para bajar la fiebre, o evitar los dolores de cabeza o dolores musculares. Hay antivirales que son eficaces si se administra en los primeros días de la enfermedad, pero en gripe suele haber un retraso en el diagnóstico por lo que los antivirales apenas se emplean», explica Ángel Gil de Miguel, profesor de Medicina preventiva de Salud Pública de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, con motivo del Día Mundial contra la Neumonía que se celebra hoy.

En cambio, «la neumonía más frecuente –prosigue– está relacionada con el neumococo (una bacteria estreptocócica), y suele cursar con fiebre (mayor de 38ºC), tos con expectoración (moco), dolor torácico, con dolor al toser e incluso al tragar bebida o alimentos, malestar general, sensación de debilidad, con una afectación del estado general que», por lo general, «se refleja en una analítica de sangre con varios parámetros alterados, pero sobre todo que se ve en una radiografía de tórax. El tratamiento sería antibiótico».

Ahora bien, aunque la neumonía se asocia con fiebre de más de 38ºC, en los mayores de 65 años de edad la fiebre no siempre esta presente. En concreto, «entre el 30 y el 40% de los adultos y mayores no tienen fiebre pese a tener neumonía. Hay que tenerlo en cuenta» y valorar todos los síntomas, precisa el doctor Antonio Torres, neumólogo y responsable de la unidad de vigilancia intensiva respiratoria del Hospital Clínico de Barcelona.

La explicación es que, aunque la fiebre es lo más habitual en caso de neumonía, «ancianos, niños y personas con un sistema inmunitario debilitado pueden no tenerla», explica el doctor Antonio Trilla, epidemiólogo del mismo hospital. Este experto incide en la importancia de su tratamiento, ya que la neumonía puede causar complicaciones, como insuficiencia respiratoria, sepsis o abscesos pulmonares o pleuritis y empiema.

«En los casos muy graves puede producirse un síndrome de distrés respiratorio del adulto que puede requerir ingreso en UCI e intubación y ventilación no invasiva o invasiva. La gravedad depende del microorganismo, del estado general del paciente, su edad y de que exista o no alguna enfermedad previa importante».

Otra diferencia es que la neumonía no es una enfermedad estacional. Se puede padecer durante todo el año, «sobre todo la bacteriana. Las víricas como las producidas por gripe o el virus respiratorio sincital (VRS) tienen su estacionalidad, en otoño-invierno, aunque cada vez la estacionalidad es menor», precisa Gil de Miguel.

En cuanto a la forma de contagio, la neumonía puede transmitirse por inhalación, así como mediante el contacto directo con secreciones respiratorias como mocos y saliva. En el caso de la gripe, el contagio es a través del aire cuando una persona con el virus estornuda, tose o habla.

La principal forma de prevención en el caso de la neumonía neumocócica (por bacterias) «es la vacunación (para otros tipos de neumonía no hay vacuna). En el caso de los niños pequeños la cobertura sobrepasa el 95% en todas las comunidades autónomas. Sin embargo, la vacunación del adulto es muy irregular, y varía mucho de unas autonomías a otras, aunque en ningún caso superan el 50%. De hecho, solo en los años de pandemia se superó esa cifra», incide Gil de Miguel.

Hay que seguir trabajando para mejorar estas cifras, «especialmente en adultos de más de 60-65 años», precisa el doctor Trilla.

También es importante «no fumar y no beber alcohol, ya que son factores de riesgo frente a la neumonía. Y además de que los pacientes con EPOC, diabetes y enfermedades cardiovasculares son más proclives a coger neumonía, ciertos fármacos, como los corticoides, también» incrementan el riesgo de los pacientes que los toman, incide Torres.

Respecto «a la gripe –prosigue el doctor–, la vacunación antigripal anual es la mejor prevención, así como evitar el contacto con pacientes con gripe».

Además, «la gripe favorece sufrir complicaciones de neumonía por neumococo», añade el doctor Torres. Y es que una investigación coordinada por la Universidad CEU San Pablo, junto con el Instituto de Salud Carlos III, ha comprobado que la gripe, unida a la neumonía bacteriana, aumenta en más de tres veces el riesgo de fallecimiento.

A su vez, la neumonía supone un factor de riesgo cardiovascular a corto y medio plazo, ya que, según un estudio del Hospital La Fe, el riesgo de padecer alguna patología cardiovascular 30 días después de haber sido hospitalizado por neumonía es cuatro veces mayor que en aquellos pacientes sin infección pulmonar.

Y para evitar contagiar a los demás, en ambos casos, hay que llevar puesta la mascarilla y hacer una óptima higiene de manos, tanto los enfermos como los convivientes.

Reportaje elaborado en colaboración con Pfizer