
Salud
Los estudios sobre longevidad más importantes del año y 3 consejos para alargar la vida en 2025
Estos factores podrían ayudarnos a reducir la "velocidad de escape de la longevidad", según las investigaciones con más impacto de los últimos 12 meses

La mayoría de los seres humanos espera poder vivir una larga vida; aplazar la muerte todo lo que se pueda o, al menos, tener buena salud durante el mayor tiempo posible. La "vida eterna" ha sido una de las grandes obsesiones de nuestra especie y, con el desarrollo de la técnica, el estudio de la longevidad se ha convertido en una de las áreas de la ciencia con más posibilidad de progreso.
Los avances científicos han hecho que, durante los últimos dos siglos, la esperanza de vida se haya alargado más que nunca. De hecho, uno de los estudios sobre longevidad más importantes de 2024, publicado en The Lancet, afirmó haber descubierto cuántos años vivirá el ser humano para 2050. Según un panel de expertos internacional, la esperanza de vida se situará por encima de los 78 años (ahora está en 73). La investigación detalló cuál será la esperanza de vida por países, incluido España.
Esto sugiere que la esperanza de vida del ser humano en general aumentará a medida que avance la medicina, dado que se curarán más enfermedades y se mejorarán los tratamientos. Sin embargo, en 2024 también se puso de relieve que la longevidad no solo depende del progreso científico, sino de factores individuales. En el año que dejamos atrás, se publicaron algunos de los estudios más importantes en longevidad del siglo, que esencialmente demostraron que existen tres claves para frenar la "velocidad de escape de la longevidad".
Las investigaciones de los últimos 12 meses han señalado algunos de los factores del estilo de vida relacionados con una vida más sana y longeva. Así pues, ¿cuáles son los principales condicionantes que pueden contribuir a aumentar la longevidad, incluida la duración de nuestra salud? Los estudios más relevantes de 2024 apuntan que son tres: la dieta, el ejercicio y la vida social.
¿Qué alimentos o dietas podrían prolongar la esperanza de vida?

Este año, han proliferado los estudios que han relacionado el consumo de carne roja con el desarrollo de varias enfermedades crónicas, como el cáncer colorrectal y otros tipos de cáncer, así como con la diabetes de tipo 2, las enfermedades cardiovasculares y la demencia.
Destaca la investigación publicada en BMJ Global Health en abril de 2024, que descubrió que cambiar la carne roja (como la de vacuno) por pescado de forraje (como las sardinas, los arenques, las anchoas y los boquerones) podría evitar entre 500.000 y 750.000 muertes de aquí a 2050.
Otro de los estudios con más impacto este año tuvo que ver con la cantidad de sal añadida en nuestros alimentos. Esta investigación, publicada en abril de 2024 en Annals of Internal Medicine, destacó que sustituir la sal de mesa común por "sustitutos de la sal" podría evitar "millones de muertes" por infarto e ictus.
En este trabajo que recogió LA RAZÓN, un panel de expertos internacional advertía que cambiar la sal de mesa por alternativas como la sal de potasio baja en sodio puede ayudar reducir el riesgo de muerte por enfermedad cardiovascular, así como la muerte por todas las causas.
Si estas son algunas de las cosas que hay que evitar para llevar una dieta sana, ¿hacia qué tipos de dieta deberíamos inclinarnos si queremos vivir una vida larga y saludable? Una revisión de la evidencia científica publicada en la revista Nutrients en agosto de 2024 indicó que el ayuno intermitente, la dieta mediterránea y la dieta cetogénica tienen beneficios en términos de ralentización de los procesos de envejecimiento. Según los expertos, estas dietas parecen influir positivamente en los mecanismos corporales relacionados con la reparación celular, la inflamación y el metabolismo.
Cómo el ejercicio retrasa el envejecimiento

Otro hábito crucial para la longevidad, como la investigación ha demostrado una y otra vez este año, es el ejercicio. Un estudio publicado en el British Journal of Sports Medicine en noviembre de 2024, descubrió que si las personas de más de 40 años caminaban cada día tanto como los más activos físicamente de sus coetáneos, podrían añadir unos 5 años a sus vidas.
Es decir, que los beneficios en longevidad son aún más significativos para las personas inactivas. Incluso pequeños aumentos en la actividad física reducen sustancialmente el riesgo de enfermedades no transmisibles y muerte prematura, según este trabajo. Así pues, no importa cuándo empieces: caminar siempre puede mejorar aspectos que influyen en la esperanza de vida.
Otros estudios recientes analizaron los posibles mecanismos por los que distintas formas de ejercicio podrían ayudar a aumentar la longevidad y ralentizar los procesos de envejecimiento. Según una investigación en modelos animales presentada en la Cumbre Americana de Fisiología en abril, hacer más ejercicio está relacionado con un menor daño del ADN en las células que recubren los vasos sanguíneos. Además, el estudio sugiere que el ejercicio aeróbico podría ayudar a proteger la salud cardiovascular.
El ejercicio también puede ayudar a revertir el envejecimiento al reducir la acumulación de grasa en el tejido muscular, según un estudio realizado tanto en modelos de ratón como en humanos, cuyos resultados aparecieron en Nature Aging, en abril de 2024. Los autores del estudio explicaron que los lípidos que se acumulan con la edad tiene se relacionan con diversas enfermedades como la renal crónica, la acumulación de colesterol y enfermedades vasculares.
Una vida social activa también es clave para la longevidad

Pero prologar la salud y la esperanza de vida dependen de algo más que de la alimentación y del ejercicio. Las investigaciones de 2024 demostraron algo sorprendente: que la calidad de nuestra vida social también es un factor clave de longevidad.
Estudios recientes recogidos por este periódico, aportan pruebas que relacionaron la soledad con un mayor riesgo de enfermedades crónicas y muerte prematura. Una investigación publicada en julio de 2024, en The Lancet, descubrió que las personas adultas mayores que se sienten crónicamente solos se enfrentan a un mayor riesgo de sufrir un ictus.
En concreto, los participantes en el estudio que declararon sentirse solos tenían hasta un 25% más de probabilidades de sufrir un accidente cerebrovascular en comparación con los que se sentían más conectados socialmente. Esto parece alinearse con los resultados de un estudio anterior, publicado en JAMA Network Open en enero de 2024, que concluyó que reducir el aislamiento social podría reducir el riesgo de mortalidad, especialmente en personas con obesidad.
La capacidad de compartir momentos de calidad con las personas que queremos puede ser, en última instancia, uno de los factores más importantes que inclinen la balanza de la longevidad. Entre otras cosas, porque compartir un sentimiento de comunidad podría inclinarnos de forma natural hacia opciones de vida más saludables, como el ejercicio o la comida sana.
Compartir comidas con la familia, salir a pasear con un amigo y, simplemente, hacer un esfuerzo adicional para mantener el contacto con las personas que nos importan puede ser el cambio positivo que todos necesitamos en el año que empieza.
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