Opinión

Incapacidad de Mónica García para solventar el problema de la falta de médicos

Durante los últimos meses no se ha hecho nada para desbloquear las convocatorias de plazas

La ministra de Sanidad, Mónica García
La ministra de Sanidad, Mónica GarcíaGabriel Luengas Europa Press

Clama al cielo la desidia de Mónica García ante la falta de médicos en los hospitales para este verano. Como única solución, la ministra apenas tiene la receta de dar un peor servicio e incluso cerrar algunos centros sanitarios ante la previsible inoperancia de los mismos por falta de personal. Las autonomías piden medidas, y la responsable de Sanidad apenas responde con un «esto es lo que hay». Claro, sólo hay «esto» dado que durante los últimos meses no se hizo nada para desbloquear las convocatorias de plazas, dotando de mayor flexibilidad a un sistema que necesita más médicos en condiciones competitivas. Pero no, la única solución es la inacción, cruzarse de brazos sin evitar que un país que vive del turismo se permita dar un servicio deficiente en meses tan señalados. Por mucho menos la señora ministra hubiera convocado una huelga de batas blancas en la Comunidad de Madrid. El problema es que no se puede echar a Ayuso la culpa del desbarajuste, dado que las competencias regulatorias las tiene el Ministerio.

Ha estado tan ocupada con los viajes a la OMS, que apenas le da la vida para los temas que interesan al ciudadano. Ahora está obsesionada con conseguir un cargo internacional, compatible con su actual responsabilidad. De ahí su apoyo sin ambages al Reglamento Sanitario Mundial, que incide en aspectos regulatorios y de control excesivos en relación con las emergencias pandémicas.

A la izquierda le agrada mucho este Reglamento porque remarca todo lo relacionado con la palabra de moda: desinformación, entendiendo por tal cuanto ellos consideren que no es noticia. Un planteamiento con evidente riesgo sobre la libertad de expresión y el derecho a la información, interfiriendo en la vida de las personas sin respetar los derechos individuales. Eso sí que le gusta a García.