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Opinión

Los jóvenes y la alimentación

Frases como «puede comer de todo porque está creciendo» o «ellos lo gastan» son conceptos erróneos que perpetúan una alimentación rica en procesados

El 15,9% de la población infantil tiene obesidad y un 36,1% presenta exceso de peso en España DREAMSTIMELA RAZÓN

La alimentación infanto-juvenil es un campo de alto interés. Los más jóvenes son el futuro de la sociedad y es sabido que los hábitos que se adquieren en esta primera etapa van a perdurar durante gran parte de su vida o, al menos, van a ser muy difíciles de modificar.

El profesor Grande Covián, uno de los pioneros de la nutrición en España, advertía que es más fácil cambiar de religión que de hábitos alimentarios. Es por ello importante conseguir una correcta presentación de los alimentos en las edades tempranas y una familiarización adecuada con las preparaciones culinarias, la textura y los sabores, evitando así que el niño descarte alimentos tan saludables como las hortalizas y los vegetales.

Esto ocurre muchas veces por desconocimiento de sus sabores o porque no se conoce más que una única forma de preparación. Es menester que los padres desarrollen diferentes formas de cocinar los alimentos, presentarlos de forma atractiva y no resignarse solo a aquellos productos que se presentan como «alimentos infantiles».

Las verduras y las hortalizas son quizá los alimentos más rechazados por los niños junto a las frutas, que muchas veces por falta de tiempo o por comodidad son sustituidos por zumos, en el mejor de los casos, o por productos derivados como néctares a los que se les ha añadido agua y azúcares restando su densidad nutricional.

«Hay que aprender a cocinar alimentos de forma diferente»

Anxo Carreira

En la alimentación de los más jóvenes es común encontrar conceptos errados y apreciaciones indebidas, casi siempre realizadas por los adultos tanto en el ámbito familiar como en otros, y con las que debemos ser cautelosos. Frases como «puede comer de todo porque está creciendo», «ellos lo gastan», «no te preocupes, que estás delgado», «aún eres joven» y un largo etcétera son conceptos erróneos que perpetúan una alimentación rica en productos procesados, snacks y un abuso sistemático de bebidas como sustitutos del agua.

Muchas veces esto se produce como fruto del desconocimiento, la falta de tiempo o incluso la falta de recursos económicos. Ya avanzaba el estudio «Aladino 2023» de Vigilancia de la Alimentación, Actividad física, Desarrollo Infantil y Obesidad en España que los niños de familias con bajos recursos –sobre todo los de familias con ingresos brutos inferiores a 18.000 euros– tienen mayores tasas de sobrepeso y obesidad que aquellos de familias con mayor poder adquisitivo.

Recurriendo de nuevo al estudio «Aladino», una herramienta de Salud Pública de enorme relevancia para la gestión de las políticas de prevención de la obesidad infantil, se puede observar que el 15,9% de la población infantil de España la padece y un 36,1% presenta exceso de peso. Además, se observa una diferencia entre niños y niñas, pues ellos presentan una tasa de obesidad del 17,3% y ellas del 14,3%. Eso sí, el estudio percibe una ligera mejora frente a la misma investigación presentada en 2019.

Otros estudios relacionan la presencia de obesidad en las primeras etapas de vida con una mayor predisposición al desarrollo de sobrepeso y obesidad en la edad adulta, vinculado a los mecanismos de formación de las células grasas.

Por eso, debe abordarse el problema con igual firmeza en niños que en mayores. La aparición de enfermedades no transmisibles ligadas al estilo de vida, como pueden ser la diabetes mellitus de tipo 2 o la hipertensión arterial en población joven, son uno de los grandes desafíos de la alimentación infantil actual.

El hecho de que los colectivos con menor poder adquisitivo tengan unas mayores tasas de obesidad y sobrepeso hace pensar en un desplazamiento de alimentos saludables por otros con mayor densidad calórica y menor densidad de nutrientes, y se plantea como un importante problema de desigualdad social.

Y no es menos preocupante el sedentarismo, aunque entre niños y jóvenes, el grupo poblacional al que nos referimos, es menos acuciado que en otros de mayor edad; y especialmente en los varones. Tres de cada diez niños pasan al menos 2 horas al día delante de las pantallas. La disminución del tiempo de juego y actividad física en niños y adolescentes está siendo sustituido en gran medida por las pantallas y los entornos virtuales.

Estas horas de soledad ante los ordenadores, móviles o tablets muchas veces se asocian a una alimentación impulsiva y poco saludable con un bajo control de la saciedad, además de restar tiempo de juego y socialización en una etapa tan importante para el desarrollo de las personas.

El abordaje de la alimentación saludable junto con estilos de vida activos desde los primeros años debería contribuir al desarrollo saludable de las próximas generaciones ayudando a revertir, o al menos controlar, el aumento de las enfermedades ligadas al modo de vivir, que no solo restan años, sino que también restan calidad a nuestra vida.

Anxo Carreira es nutricionista y profesor de la Universidad Carlemany, en Andorra