Día Mundial
Médicos españoles confirman el potencial del tenis de mesa para frenar el párkinson
Neurólogos del Hospital La Princesa analizan el potencial neuroprotector del ping-pong
Lentitud de movimientos, rigidez muscular, temblor, inestabilidad postural, dificultad para controlar las extremidades... Los síntomas visibles de la enfermedad de Parkinson podrían hacer pensar que resulta imposible, o al menos muy complicado, practicar con éxito un deporte tan exigente como el tenis de mesa (considerado por la NASA como la actividad física más complicada). Sin embargo, nada más lejos de la realidad, pues no solo se trata de un deporte viable para las personas con esta patología, sino que, además, es uno de los que más potencial neuroprotector muestra, tal y como confirma la evidencia científica.
«Hasta el momento, no existe ningún medicamento que haya demostrado la capacidad de modificar el desarrollo de la enfermedad, pero sí hay evidencia científica de que el ejercicio físico es muy beneficioso para frenar la evolución en los pacientes ya diagnosticados e incluso también para prevenirla en los que presentan mayor riesgo. El ejercicio es igual de importante que seguir el tratamiento farmacológico. El debate actual está en ver qué tipo de actividad sería la mejor de todas y el tenis de mesa es una de las que podría marcar la diferencia», asegura el doctor Álvaro Sánchez Ferro, coordinador del Grupo de Estudio de Trastornos del Movimiento de la Sociedad Española de Neurología (SEN).
Bajo esta premisa, el Hospital Universitario de La Princesa de Madrid ya ultima la recogida de datos del estudio Ping-Pong Park, pionero en nuestro país al buscar cuantificar el beneficio clínico del tenis de mesa en personas con párkinson. «Se han seleccionado 24 pacientes de entre 50 y 80 años a los que se les realiza un seguimiento de seis meses, que terminará este abril. Todos hacen un entrenamiento semanal de dos horas (repartidas en dos días) guiados por profesionales sanitarios y personal con formación en tenis de mesa. Además, se le realizan pruebas específicas con el objetivo de evaluar la mejora de su situación motora, no motora y cognitiva, lo que repercute en su calidad de vida. El examen de estos datos nos permitirá obtener resultados objetivos que se presentarán en foros científicos nacionales e internacionales», explica la doctora Lydia López Manzanares, responsable de la Unidad de Trastornos del Movimiento del Hospital de La Princesa y una de las impulsoras del estudio.
Buenos resultados
Aunque todavía queda pendiente terminar de recabar los datos y analizarlos con detalle, la doctora López Manzanares ya atisba unos resultados «muy prometedores». «Probablemente el ejercicio ideal no exista, pero basta con ver y escuchar a los pacientes seleccionados para confirmar el enorme potencial terapéutico que logran gracias al tenis de mesa, pues en apenas seis meses han mejorado mucho su capacidad cognitiva y han retrasado la evolución de los síntomas que mostraban».
En concreto, tal y como detalla la neuróloga, «esto se debe a que durante la práctica del ping-pong se trabaja la percepción visual y el control motor, así como las funciones mentales y de memoria. Esto logra un efecto de neuroprotección por dos vías: porque aumenta la energía de la mitocondria, factores antioxidantes y la neuroplasticidad; y porque secreta sustancias como la irisina, que parece estar relacionada con la ralentización de la enfermedad».
Sin embargo, aunque el ping-pong es un deporte muy completo por sí solo, el doctor Sánchez Ferro insiste en que «ahora mismo desde la SEN lo que se recomienda es combinar ejercicio aeróbico, ejercicio neuromotor –y ahí es donde entra el tenis de mesa– y los ejercicios de fuerza. Lo aconsejable es que se realicen con una intensidad de moderada a fuerte, es decir, llegando al 85% de la frecuencia cardiaca, y durante varios días a la semana en sesiones de al menos entre 40 y 60 minutos. Es fundamental encontrar una actividad que entretenga y guste porque eso es lo que permite una buena adherencia, que es la clave del éxito de este tipo de actividad».
Fundación Red Parkinson
Y si hay algo que tiene el tenis de mesa es que divierte y engancha. «La mayoría de los participantes en el estudio se encuentra tan bien y les gusta tanto que buscan seguir practicándolo», relata la neuróloga de La Princesa. Precisamente para acercar a los pacientes este deporte acaba de nacer la Fundación Red Parkinson, una organización sin ánimo de lucro, con sede en Madrid, cuyos objetivos son impulsar el deporte entre los enfermos y apoyar todas aquellas iniciativas que les ayuden a socializar y apoyarse mutuamente. «Desde marzo ofrecemos entrenamientos específicos de ping-pong adaptados a personas con párkinson con dos sesiones semanales de dos horas y programas complementarios de ejercicio físico en el Centro Deportivo Municipal Triángulo de Oro, pero el objetivo es ampliar esta oferta», explica Federico Drago, entrenador, presidente del Club Distrito 20 Tenis de Mesa y patrono de la fundación.
La iniciativa, aplaudida por los neurólogos, aporta ventajas físicas y psicológicas. «Como la pelota no pesa y el campo es reducido, resulta muy accesible para todo tipo de enfermos. Lo que buscamos es que el juego no sea automático en ningún momento y haya que estar en alerta, mejorando así la función cognitiva. Además, se ejercita el equilibrio, la coordinación, los reflejos...», detalla Drago. Y no solo eso, ya que también impacta en la faceta emocional, algo clave para convivir con la enfermedad, tal y como confiesa José María Revuelta: «Hace dos años, con apenas 55, recibí el diagnóstico. Es un shock y tiendes a caer en el aislamiento, pero estar con otras personas como tú te empuja a seguir y no te sientes tan vulnerable. Lo que noto es que el rato que estoy jugando me evado de todo. No me acuerdo de que tengo párkinson y son dos horas de entretenimiento y felicidad. El mejor consejo que me dio el neurólogo es que no me quedara quieto, y yo le digo lo mismo a los que se enfrentan por primera vez a la enfermedad».
Reputado periodista con miles de historias y kilómetros en su mochila, Javier Pérez de Albéniz es otro gran ejemplo del poder del tenis de mesa frente al párkinson, pues convive con esta patología desde 2015, un diagnóstico gracias al que descubrió el tenis de mesa, «el deporte que me salvó la vida, a nivel físico y psicológico, porque me ayudó a no caer en la depresión», confiesa. La simple afición se convirtió en pasión, hasta el punto de que Pérez de Albéniz ha competido a nivel internacional, proclamándose subcampeón del mundo, tal y como cuenta en su libro «Los reveses. Una historia personal sobre párkinson y ping-pong», una obra con la que quiere «luchar contra el tabú de esta patología. Hay que ‘salir del armario’ y no esconderla». En ese camino, «el tenis de mesa y la medicación son mi terapia, a partes iguales. Cuando juego siento que estoy bien, que puedo moverme, casi como antes. Eso me reconforta y animo a todos los pacientes a probar. Es barato, divertido y funciona». Por ello, Pérez de Albéniz, junto a Francisco Quiñones, campeón del mundo en el último torneo para jugadores con la enfermedad, se han involucrado para impulsar el primer proyecto de la Fundación Red Parkinson en nuestro país que propone clases gratuitas de ping-pong para todos los afectados que se quieran sumar.
Avances terapéuticos
Las buenas noticias también llegan de la mano de la ciencia, pues cada vez hay más opciones terapéuticas capaces de mejorar la calidad de vida de los pacientes. «Hace más de un año salieron nuevas bombas de infusión de fármacos para terapia más avanzada y también inhaladores a demanda, que actúan como rescate y que incluso se puede usar con efecto preventivo cuando el paciente anticipa los síntomas denominados de ‘off’. Además, desde hace meses ya es posible administrar la levodopa por vía subcutánea y desde este 1 de abril está disponible en España apomorfina hidrocloruro sublingual para esos episodios puntuales», explica el doctor Sánchez Ferro. Otro avance prometedor, aunque aún muy incipiente, «es un ensayo en fase II con un anticuerpo monoclonal que evita el depósito de alfa sinucleína. Se está analizando el potencial de esta molécula en modificar el curso de la enfermedad y hay datos que demuestran eficacia, pero harán falta unos años para que sea una realidad», vaticina.