El PSOE y las organizaciones de izquierda y ultraizquierda que le secundan no aprenden de sus errores. Durante años han tratado de derribar a los populares en Madrid utilizando la Sanidad como si fuera un estilete. Inasequibles al desaliento, en este tiempo han lanzado diatribas, orquestado campañas, organizado protestas y movilizado a los actores afines contra el supuesto deterioro del sistema público y su no menos supuesta privatización, cosechando siempre a cambio sonados fracasos electorales.

Cuando se proyectó la Fundación Hospital Alcorcón, por ejemplo, fueron numerosas las voces que alertaban de que los pacientes recibirían solo atención previo pago de la correspondiente minuta con la tarjeta de crédito. También cargaron contra el Gobierno de la comunidad durante el escándalo del Severo Ochoa o por la gestión de la pandemia de covid. La nota común de falacias como estas y otras similares era que se intensificaban por los satélites mediáticos a medida que se acercaban elecciones y menguaban cuando estas concluían. Elecciones que una y otra vez la izquierda y la izquierda radical han perdido de forma inmisericorde.

Ahora, vuelven a la carga en el enésimo intento de erosionar a Isabel Díaz Ayuso, aludiendo al supuesto y falso deterioro sanitario de siempre, a la igualmente manida y falsa privatización, y al empeoramiento de las listas de espera quirúrgicas y diagnósticas, obviando, eso sí, que Madrid es la región que más rápido opera a los enfermos, según los datos hechos públicos por el Ministerio de Sanidad. Critican también la falta de sanitarios, cuando la responsabilidad de ello es atribuible a la bochornosa pasividad del departamento de Mónica García. La llegada de Óscar López a Madrid ha traído más de lo mismo: falacias sanitarias.