Tratamientos

Sedación consciente: niños sin miedo en la consulta del dentista

Los pacientes pediátricos pierden la odontofobia con esta técnica segura e indolora

NIña en el dentista
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Para mantener una buena salud bucodental, los expertos recomiendan llevar a los niños al dentista una vez al año, pero esta tarea puede convertirse en una misión literalmente imposible. Si el miedo y la ansiedad pueden complicar las intervenciones odontológicas en adultos, con los más pequeños el asunto se vuelve aún más tedioso. Los pacientes pediátricos son igual o más susceptibles de experimentar odontofobia (pánico al dentista) y muchas veces no colaboran demasiado con el profesional a la hora de iniciar un tratamiento, protagonizando momentos de mucha tensión en la consulta.

Para mantener a un niño tranquilo y quieto en la silla de su odontólogo, la sedación consciente puede convertirse (y de hecho se convierte) en una gran aliada. Según los profesionales, esta técnica es una buena herramienta para reducir la fobia en la consulta dental de los menores, permitiendo llevar a cabo el tratamiento previsto de forma segura e indolora. «Este procedimiento lo empleamos sobre todo en niños que tienen necesidades especiales, son muy nerviosos o necesitan someterse a tratamientos de mucha duración. La sedación se puede aplicar en todas las edades con la supervisión de un profesional y la monitorización adecuada», expone Manuel de la Torre Fajardo, odontólogo y director clínico de la Clínica Dental Unidad Avanzada de Salud Bucodental en Equipo de la Torre.

Aunque no es necesario, es recomendable que sea un anestesista quien lo administre

A pesar de tener un largo recorrido en el terreno odontológico y llevar bastante tiempo empleándose, existe un gran desconocimiento en torno a este tipo de sedación. Es una combinación de medicamentos sedantes (para relajar) y anestésicos (para bloquear el dolor) durante un procedimiento médico o dental. Hay tres formas de suministrarla: intravenosa (se diluye el medicamento en un suero y se administra mediante un gotero), por inhalación con óxido nitroso (conocido como el gas de la risa”) o por vía oral. En todos los casos se consigue relajar al niño y se evita que sienta molestia alguna. Los dos primeros tienen un efecto casi inmediato, mientras que el tercero -que es el menos habitual- tarda entre 30 y 60 minutos en hacer efecto. Se trata de un método seguro y eficaz mediante el cual se induce al paciente a un estado de relajación antes de iniciar un procedimiento dental. Los padres no tienen nada que temer; sus hijos están monitorizados en todo momento, por lo que su bienestar está asegurado. «Es muy seguro, siempre y cuando se seleccione bien el procedimiento más adecuado para cada paciente», matiza el doctor.

Ahora bien, es importante que el procedimiento sea llevado a cabo por profesionales cualificados, con la formación y los equipos adecuados. No es estrictamente necesario contar con un anestesista para poder administrarlo. Una enfermera, un médico o un dentista pueden hacerlo. Sin embargo, el doctor de la Torre Fajardo considera que sí es recomendable: «Aunque es una técnica muy segura, si se tienen todos los medios y lo administra un anestesista, su ámbito de conocimiento complementa la tranquilidad y calidad del servicio que se debe ofrecer en un proceso de sedación consciente».

Refuerzo positivo

Una de las grandes ventajas que ofrece este tipo de sedación es que, como indica su nombre, el paciente permanece consciente durante todo el proceso; puede ver, escuchar y responder a las indicaciones del especialista, pero se produce un estado de calma y una especie de incapacidad de recordar lo que va sucediendo. A pesar de permanecer despierto, a posteriori de la intervención con sedación, tendrá ciertas lagunas amnésicas de lo que sucedió durante la misma. Las malas experiencias desaparecen de la memoria, un plus a la hora de confiar en el profesional y continuar con los tratamientos odontológicos. Esto permite que el niño no viva el momento con ansiedad y coopere durante el tratamiento, incluso cuando es necesario aplicar anestesia local. Además, el proceso suele ir acompañado de refuerzo positivo, especialmente antes y después de cada consulta, para mejorar la experiencia.

En definitiva, este tipo de sedación hace que los pequeños entren en un estado de relajación que facilita el proceso y hace que vivan la experiencia sin nervios ni estrés. Este beneficio no solo ayuda en el momento, sino que también hace que el paciente vaya cogiendo confianza y acuda más tranquilo en visitas posteriores.

Por otra parte, los efectos de la medicación suministrada desaparecen rápidamente una vez acabado el procedimiento dental. «El efecto de la sedación solo se prolongará el tiempo necesario para realizar el tratamiento. Después, en aproximadamente 30 minutos, la mayoría de los pacientes pueden volver a hacer vida normal», concluye el especialista.