Opinión

A vueltas con la soledad

Uno de cada diez españoles confiesa que padece soledad no deseada

Soledad
Uno de cada diez españoles confiesa que padece soledad no deseadaDreamstime

Uno puede sentirse solo estando rodeado, viviendo con otros, teniendo una gran familia y un grupo nutrido de amistades. Esa soledad subjetiva es algo que viene casi desde el útero materno. Niños y niñas que por diferentes motivos sienten que no encajan en el lugar al que les ha tocado pertenecer. Criaturas que miran con ojitos perplejos las costumbres de su entorno; criaturas con capacidades especiales en el sentir. Sentir por ejemplo que sus padres no poseen el arte de amar o, como matizaba Erich Fromm, que pueden darles la leche, pero no la miel; algo de lo que no son culpables, pues seguramente esos padres tampoco gozaron de la miel en su casa materna. No todos los afectados por cierto abandono o falta de afecto en sus primeros años lo perciben nítidamente y sufren soledad de niños y adultos. Otros sí. Y ese sentimiento se aloja en el corazón como un parásito insaciable. Tendrán momentos en que su situación les haga olvidarlo, con un matrimonio, crianza de hijos, esos periodos de ejercicio y resistencia. Pero la mayoría, cuando se transforman esas circunstancias, vuelven a sufrir el mal de la soledad.

Uno de cada diez españoles confiesa que padece soledad no deseada. El último estudio al respecto identifica que «estar viudo, separado o soltero, vivir solo, ser migrante, presentar depresión, ideación suicida, quejas de memoria o aislamiento social aumentan el riesgo de pertenecer al grupo de soledad moderada a alta». Es decir, la mayoría de estas personas no tienen un sentimiento intrínseco. Se sienten solos porque están solos, así de simple. Porque la forma de vivir en estos sistemas deshumanizados se ha alejado de la comunidad. Ya no hay familias extensas donde los jóvenes protegen a los ancianos, ya cantidad de hogares están habitados por uno solo, o uno y su perro o gato, ya pocos hijos se sienten responsables del cuidado de sus padres. Esta soledad es hoy un problema de salud pública sin resolver. Una plaga de tristeza que nos va acorralando.