Zaragoza

2014: Más agua que nunca en los embalses

2014: Más agua que nunca en los embalses
2014: Más agua que nunca en los embalseslarazon

Tras una semana en la que los chubascos han dado en general cierta tregua, la reserva hidráulica se encuentra al 82,1 por ciento de su capacidad total. Es decir, 45.438 hectómetros cúbicos embalsados, una cifra histórica y que convierte este invierno en la estación invernal con más agua embalsada desde que se tienen registros. Una cantidad importante, que despeja el temor a que se den posibles sequías y cortes de agua este verano, máxime cuando todavía falta que con los primeros rayos de sol se deshiele toda la nieve que cubre las montañas.

De este modo, «diciembre 2013-febrero de 2014 es el invierno con más agua embalsada, seguido por el de 2011, con 43.363 hectómetros cúbicos, 1998, con 41.303 hm3, y 1997, con 38.824 hm3», según los datos facilitados por el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente. A estos cuatro inviernos con más agua embalsada les siguen los inviernos de 2001, 1979, 1977, 1972 y 1960. Da buena prueba de ello, la situación singular que registran en la actualidad ciertos embalses. Es el caso de los que se encuentran en la cuenca del Segura, al 71,3 por ciento de su capacidad de media. En concreto, el de El Cenajo, ubicado al noroeste de la Región de Murcia, en la comarca de los Campos de Hellín, a caballo entre las provincias de Albacete y Murcia.

«Este embalse, el más grande de esta cuenca, nunca antes había alcanzado este máximo, se llenó en los años sesenta para hacer las pruebas para su inauguración. Pero nunca se había llenado por sí solo», explica la directora general del Agua del Ministerio de Agricultura, Liana Ardiles. Situación similar se da en el pantano de la Fuensanta (aguas arriba del Cenajo), que en 2005 estaba medio lleno y ahora está lleno prácticamente.

Otro embalse que destaca en volumen de agua recogida es el de La Serena, en Extremadura. Este invierno, esta infraestructura, que es una de las más grandes de Europa, se ha llenado por cuarta vez en sus 24 años de vida, según los datos facilitados por el Ministerio de Agricultura.

Respecto a las cuencas, tres superan el 90 por ciento de su capacidad. Se trata de las Cuencas Internas del País Vasco, que están al 95,2 por ciento, Galicia costa, al 90,5 por ciento, y Guadiana, al 90,1 por ciento. Por contra, la cuenca del Júcar y la Mediterránea Andaluza, son las que menos porcentaje de agua tienen embalsadas, con un 53,5 y 69,4 por ciento, respectivamente. Puede parece escasa el agua embalsada en la cuenca del Júcar, pero lo cierto, es que alberga 1.784 hm3, es decir, 360 hm3 más que el pasado año por estas fechas, y 591 más que la media de los últimos años. Situación distinta sucede en la cuenca Mediterránea Andaluza. Los 817 hm3 que almacena son superiores a la media de los últimos diez años (213 hm3 más), pero la reserva es menor que el pasado año (51 hm3 menos).

En cualquier caso, la reserva hidráulica nacional es elevada. Y todo ello, a pesar de que esta última semana ha disminuido en 176 hm3 la reserva hidráulica, registrándose como máxima los 47,5 mm caídos en Santiago de Compostela. En concreto, este invierno hay 8.918 hm3 más embalsados que en este mismo periodo de 2013, así como 9.893 hm3 más que la media de los últimos diez años en esta fecha.

«Aunque la situación es mejor en unas cuencas que en otras, el balance es muy optimista. Por el volumen de agua acumulada, determinados embalses, como el de La Serena, tienen agua para varios años. Pero hay otros, como los de la cuenca del Duero, que no son hiperanuales. Es decir, que en un año el agua embalsada se usa. Pero en cualquier caso, dada la situación actual de los embalses se puede concluir que para este verano no habrá escasez de agua. Eso sin duda», concluye la directora general del Agua. Y es que todavía falta el deshielo.

Pero a pesar de ser el invierno con récord de agua acumulada y aunque se tenga la sensación de que ha llovido más que otros años, lo cierto es que, en cambio, este invierno no está siendo especialmente singular en lo que a pluviosidad se refiere. Y no será porque no ha llovido en ciertas partes de España. «Entre diciembre de 2013 y ayer 25 de febrero de 2014 se han registrado 174,2 mm de precipitación, es decir, un valor normal para estas fechas», precisa Ana Casals, portavoz de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet). «Este invierno es por ahora el decimosexto más lluvioso desde 1971, muy por debajo de las precipitaciones registradas en 2009, el invierno más lluvioso y en el que se registraron 323 mm de precipitación», precisa.

Entonces, ¿cómo puede ser que este invierno se tenga récord de agua embalsada? Dos son los motivos principales. El primero, y quizá más importante, es que la situación actual viene precedida de «un 2013 más húmedo de lo normal. En concreto, se registraron de media un 10 por ciento más de precipitaciones. Llovió más en casi toda España, menos en el centro, costas andaluzas, levante y Cataluña, justo donde ahora las cuencas están en general menos llenas», precisa la portavoz de Aemet.

El otro motivo es que el número de embases en España se ha ido incrementado, aumentando por lo tanto la capacidad total de agua que se puede almacenar. En cualquier caso, la capacidad de almacenamiento es prácticamente similar en los últimos 20 años, situación bien distinta a la que se registraba en 190 cuando los embalses tenían una capacidad total que no llegaba a los 18.000 hm3, cuando el actualidad supera los 55.000 hm3.

Pero los embalses no son sólo una herramienta clave frente a tiempos de escasez hídrica, sino que «también permiten evitar al máximo posible daños provocados por agua abajo», recuerda la directora general del Agua. Así, el de Puentes, en Lorca (Murcia), consiguió frenar en septiembre de 2012 una enorme cantidad de agua que podría haber arrasado Lorca, aseguran desde el Ministerio de Agricultura. Y no es el único caso, los embalses de Yesa e Itoiz, en la cuenca del Ebro, minimizan también de forma muy destacada las avenidas, con estudios que dicen que de no ser por ellos multiplicarían por tres los daños reales en el tramo medio del Ebro, entre Castejón y Zaragoza.