Día Internacional de la Mujer

En casa de Silvia, la igualdad es real

Silvia tiene 44 años, está casada con Nacho, trabaja y es madre de 4 niños, Iván, Alex, Héctor y Yago. Conozcamos su historia…

Entrevistamos a Silvia para conocer, a través de su experiencia de vida, lo avanzado en la lucha por los derechos de la mujer. Este artículo pretendía ser un homenaje a una mujer trabajadora, y a otras muchas como ella, confieso que partía de los tópicos habituales, con unas ideas preconcebidas, pero su historia, su vida, su familia, su ejemplo, me llevaron a otra realidad muy distinta: la igualdad existe.

Silvia tiene 44 años, está casada con Nacho, trabaja y es madre de 4 niños, Iván, Alex, Héctor y Yago. Conozcamos su historia…

Nos encontramos con Silvia a la salida del Metro, ya de noche, y nos recibe con su carácter afable, no se siente protagonista, se considera una madre más, caminamos charlando con ella hasta casa, donde es recibida, entre abrazos y besos, por sus pequeños, que se agolpan para contarle todas las novedades del día.

Como muchas parejas tuvieron su primer hijo y, cuando tenía seis años, decidieron ir a por el segundo, pero “entonces nos vinieron ¡trillizos!, de repente pasamos a ser familia numerosa”. Mientras Alex, Héctor y Yago juegan al ajedrez, Silvia nos explica que “el primer impacto fue de susto, preocupación, de llorar durante unas semanas, pero luego nos planteamos que podíamos salir adelante. En ese momento estaba en paro, la situación -confiesa- nos vino un poco grande”.

Silvia no dramatiza, sus palabras nacen desde la tranquilidad, primero dieron la noticia a sus familias, “el embarazo fue duro, pero, cuando nacieron, tocó ponerse con todo lo que supone tener tres niños: cochecitos, gasto de pañales, comida... Lo primero fue descolocar un poco la casa, y, al final, cambiar de casa, ha sido el cambio más grande y costoso” junto con comprar un coche de siete plazas. “Los dos primeros años los dediqué a los trillizos y, al empezar el cole, decidí trabajar, sobre todo por motivos económicos, también para salir de la rutina, seguir con mi profesión y tener tiempo para mí, aunque solo sea trabajando”.

El día a día

Nacho se suma a nuestra conversación mientras Silvia explica: “Los primeros días Nacho tenía 21 días de permiso, nos ocupábamos de todo por igual, yo daba el pecho a dos, él daba el biberón, cambio de pañales, baños... Después Nacho tenía que seguir trabajando, se levanta a las 5:30 h., es conductor y necesita dormir sus horas. Me ocupaba más yo por las noches y mañanas y, en cuanto él llegaba, a las 14:30-15:00 h., ya todo por igual. Cuando tienes cuatro niños necesitas cuatro manos como mínimo”.

Silvia hace hincapié en que su día a día es cosa de dos, se compaginan “bastante bien. Me levanto a las siete, despierto y preparo el desayuno al mayor, a las ocho va al instituto, organizo la casa y despierto a los peques: desayunos, vestirles, dientes, aseo, preparar mochilas, almuerzo y, a las nueve, al cole. Después voy a la compra, casi todos los días, hago la casa, preparo la comida de mi hijo, mi marido y mía, y normalmente dejo las cenas medio hechas. A las dos salgo de casa. Nacho se encarga de recogerles, extraescolares, inglés, merienda, deberes y, a las ocho, llego. Terminamos de hacer los deberes con los pequeños, después preguntar la lección o ayudar al mayor, preparamos la cena a eso de las nueve, los niños cenan y se cepillan los dientes, y cenamos nosotros sobre las 22:00 h., que es cuando se van a la cama”.

Conciliar vida personal y laboral

Silvia vuelve a recalcar que “los padres ahora están muy implicados, todos los beneficios y deberes para la mujer, cuando tiene un hijo, los deberían tener los padres, la misma baja paternal, esto es cosa de dos, es un trabajo que han de hacer los dos por igual. Cuando busqué trabajo quería de mañana, para estar con los niños por la tarde, Nacho trabaja por las mañanas, entonces pensamos que la mejor opción era de tarde, me voy a las dos y Nacho llega a las 14:15 h., no nos vemos, pero así podemos compaginar médicos, meses de vacaciones, que un niño se ponga malo, etc. No tenemos que contar ni con abuelos ni llevarlos a ningún campamento, que cuesta dinero”.

Visto desde fuera, Silvia podría ser una súper mamá, pero ella matiza: “En momentos puntuales me lo he podido considerar, sobre todo cuando eran recién nacidos, la gente me ofrecía ayuda, pero contestaba que podía. He tenido momentos de no considerarme nada súper mamá, de hacerlo todo fatal y que me sobrepasase la situación, pero Nacho colabora muchísimo y, si yo me siento una súper mamá, él sería un súper papá”.

Medidas a tomar

Los niños tienen muchos deberes, mucho que estudiar, las madres trabajamos, los padres trabajamos, no tenemos tiempo, nosotros les educamos, pero no les enseñamos, en los colegios se tenían que implicar más y empatizar con las madres y padres trabajadores”.

“Somos familia numerosa, tenemos una economía limitada, se pueden hacer muchísimas cosas con los niños para que se lo pasen bien, en familia, pero todo cuesta dinero, faltan más ayudas, centros de ocio, cines, teatros, mis hijos no han ido al teatro”.

Por último, Silvia dedicaría el Día de la Mujer Trabajadora “a mamás y papás que no tienen familia alrededor, siempre hay situaciones en las que tienes que pedir ayuda, esas familias tienen mucho mérito”.

Estas líneas solo son unas pinceladas de la historia de Silvia, pero no me resisto a terminar sin preguntarle si es feliz y, con la expresión de su cara, hubieran sobrado las palabras: “Sí, muy feliz, no puedo pedir más”.