Pandemia

La generación Alpha se quiere vacunar

La EMA acaba de aprobar Comirnaty para niños entre 12 y 15 años. Sanidad ha anunciado su intención de inmunizarlos en septiembre, con el curso escolar empezado.

Isabel Serrano y su hija Sabela, de 12 años, que sería elegible para recibir la vacuna de Pfizer si Sanidad decide empezar a administrarla a partir de septiembre.
Isabel Serrano y su hija Sabela, de 12 años, que sería elegible para recibir la vacuna de Pfizer si Sanidad decide empezar a administrarla a partir de septiembre.Luis DíazLa Razón

A mediados del siglo pasado, los adolescentes protagonizaron una de las campañas más exitosas de salud pública de la historia de Estados Unidos. Su activismo en defensa de la vacuna contra la poliomielitis, una enfermedad infecciosa inducida por virus que podía provocar parálisis, discapacidad e incluso la muerte, ayudó a transformar las actitudes de la sociedad hacia la inmunización. Y es que hasta bien entrados los años 20, “la polio” no era un problema, ya que los ciudadanos estaban expuestos regularmente al poliovirus a través del agua potable insalubre, lo que aumentaba su inmunidad natural. Como la inmunidad pasaba de madres a hijos a través de la leche materna, las nuevas generaciones también estaban protegidas. Sin embargo, la modernización de los sistemas de alcantarillado y agua generó una menor exposición al patógeno, por lo que los niños nacidos entre finales de los 40 y principios de los 50 eran particularmente vulnerables a la infección.

La epidemia alcanzó su pico en 1952, con cerca de 58.000 casos. Los adolescentes que, hasta ese momento no tenían identidad de grupo social como tal, fueron el arma secreta del país para extender la aceptación de la vacuna, dado que estaban motivados por la vivencia de experiencias personales con supervivientes y víctimas de la enfermedad. “De repente, las vacunas no eran solo para adultos responsables o niños pequeños. Eran para adolescentes cool”, reseña Stephen Mawdsley, especialista en Historia Americana Moderna en la Universidad de Bristol (Reino Unido) en un artículo reciente de National Geographic.

En la pandemia de covid, su papel está siendo mucho menos relevante. Algo lógico dado que no son grupo de riesgo y, aunque son igualmente susceptibles a padecer la infección, la mayoría la pasa de modo asintomático o con síntomas leves. Sin embargo, no se puede subestimar a ningún grupo de edad y, en concreto, las y los niños de 12 a 15 años han sufrido y están sufriendo una serie de consecuencias emocionales y psicológicas que les convierten en especialmente vulnerables. Además, pueden ser un vector importante de trasmisión. Por eso, este grupo de edad ha entrado en la última actualización del Plan de Vacunación en España. La Agencia Europea del Medicamento aprobó el viernes el uso de Comirnaty, la vacuna de Pfizer/BioNtech, en niños de 12 a 15 años. Sin embargo, la decisión ha quedado un poco empañada por los primeros casos de miocarditis detectados en menores de 40 años, cerca de 120 entre Israel y Estados Unidos, que recibieron la segunda dosis de esta vacuna.

Grupos prioritarios

Por ahora, el grupo que se ha priorizado inmunizar en nuestro país es el menores a partir de 12 años con condiciones de muy alto riesgo, en situación de gran dependencia y aquellas en centros para personas con discapacidad intelectual, centros tutelados y centros de educación especial. Sin embargo, la pasada semana los ministerios de Sanidad y Educación anunciaron, de manera conjunta, su intención de que la inmunización del alumnado de ESO y Bachillerato se lleve acabo en septiembre, una vez iniciado el curso escolar. El objetivo que se persigue es, según el Gobierno, asegurar lo más posible la vuelta a la normalidad en los centros educativos. No parece posible.

Y es que el personal docente de educación infantil, primaria y secundaria se priorizó no solo respecto del resto de la población, sino incluso, de otro personal docente como el universitario, para proteger el derecho a la presencialidad en el aula de los niños y adolescentes en aplicación del principio del interés superior del menor. Un aspecto esencial para su desarrollo y aprendizaje, como ha quedado patente después de los meses de confinamiento, con los colegios cerrados, que han pasado una factura mucho mayor de la prevista. “Fue un desastre, horrible; los chicos se quedaron dejados de la mano… desprotegidos, desmotivados. Un despropósito, vamos”, nos cuenta Marta Cámara, periodista y madre de María, de 16 años. “Mi hija es de ir justita, así que no te cuento cómo pasó de curso y los ‘palos’ que le han dado este año, a ella y a otros muchos de sus compañeros. La presencialidad es muy importante, y ojalá el próximo curso pueda volver a clase todos los días”, añade.

María estaría encantada de que la vacunaran antes de volver a clase en septiembre. «Si, ¡claro que sí!», dice entusiasmada. «Yo no pensé que nos fueran a vacunar tan pronto, realmente yo quería que empezaran a vacunar por mis abuelos, por poderles ver y abrazar otra vez. Pero, que me vacunen a mí, claro, me parece genial. Cuando antes se termine esto, que es un rollo, mejor», nos cuenta. Confiesa que no le da miedo para nada, aunque ha oído que hay una vacuna que provoca efectos secundarios. “Mejor si me ponen otra”, señala. Su madre, sin embargo, tiene algunas reticencias, que prefiere no enunciar delante de su hija. “Sinceramente, creo que estas vacunas se han desarrollado muy rápido. No se sabe si van a producir algún problema en el futuro, y eso me da un poco de intranquilidad”, explica. Un miedo que comparte con Isabel Serrano, profesora universitaria, y madre de Sabela, de 12 años. Y con gran parte de los padres de los 3,5 millones de adolescentes que ya han recibo al menos una dosis de la vacuna en EE UU. Mientras, los chicos y chicas lo celebran en sus redes sociales ajenos a tanta preocupación. “Yo la voy a vacunar si dicen que las vacunemos. La mascarilla a estas edades es un rollo macabeo: porque tienen mucha vida social, hace mucho deporte, y les impide una comunicación emocionalmente sana con sus compañeros”, detalla. “Soy una persona totalmente a favor de las vacunas” –prosigue– “y que cree en los avances de la Medicina y de la Ciencia pero, ojo, sí que me preocupa que, dentro de unos años, puedan salir cosas complicadas (por ejemplo, que tenga algún problema el feto si se queda embarazada). Mi cuñada es pediatra y lo he hablado mucho con ella, ella me dice que no me preocupe para nada, así que intento no hacerlo”. Sabela, sin embargo, no tiene ningún problema al respecto. “Claro que me vacunaría, yo sí”, dice con naturalidad.

Los padres y las redes sociales juegan un papel muy importante en la aceptación de la inmunización en los adolescentes. Y mientras los primeros pueden ser un elemento disuasorio si tienen muchas reticencias, las segundas serán la clave del éxito de la vacunación en la Generación Alpha. Y es que cuando les toque el turno a ellos, veremos miles de videos en Tiktok y stories en Instagram en los que unos se animaran a los otros a dar el paso. Su perfil de «heavy users» sera de gran ayuda.