Covid-19

El implante de marcapasos de desplomó un 35,2% en la primera ola

Una de las causas fue la mayor mortalidad por coronavirus de la población candidata a recibir el dispositivo

Imagen de un marcapasos
Imagen de un marcapasoslarazon

Durante la primera ola de la pandemia, entre mediados de marzo y mediados de mayo del año pasado, el implante de marcapasos en España registró una caída del 35,2% con respecto al mismo periodo del año anterior. Así figura en el registro que ha elaborado la Sección de Estimulación Cardiaca de la Sociedad Española de Cardiología (SEC), y cuyos datos se detallarán en la reunión virtual de la Asociación del Ritmo Cardiaco y la Sección de Estimulación Cardiaca de esta sociedad científica que se celebra entre hoy y hasta el viernes.

En un comunicado, el doctor Ricardo Salgado Aranda explica que “los marcapasos son los dispositivos cardiacos que se implantan con mayor frecuencia en España, aproximadamente 40.000 al año, y se utilizan para el tratamiento de las bradiarritmias, que son patologías frecuentes entre la población anciana”. Las causas de esta reducción son varias. La primera, según la SEC, es el denominado riesgo competitivo entre patologías.

La población en la que la Covid-19 tuvo un mayor impacto es también la población que con mayor frecuencia padece patologías cardiacas que precisan implante de marcapasos. Es posible que la mayor mortalidad por Covid-19 en este grupo redujera de forma significativa el número de potenciales candidatos a marcapasos durante la primera ola de la pandemia”, explica el especialista.

Otras de las razones pueden ser el miedo al contagio y las limitaciones a la movilidad, que pudieron influir negativamente en la búsqueda de asistencia sanitaria por parte de los pacientes que necesitaban un implante de marcapasos. Con relación a los que ya tenían implantado un dispositivo de estimulación cardiaca, la monitorización remota o domiciliaria han permitido durante la pandemia controlar a los pacientes de forma satisfactoria.

Existen varios estudios que confirman su utilidad en pacientes con dispositivos cardiacos. Según la SEC, un ejemplo es el trabajo RM-Alone, del doctor García Fernández y colaboradores, en el que se aleotorizó 445 pacientes en dos grupos; el primero sólo con monitorización remota y el segundo con monitorización remota y visitas presenciales.

No hubo diferencias en los dos grupos en cuanto al número de efectos adversos, pero el sistema de monitorización remota exclusiva resultó ser más eficiente, con una reducción significativa del tiempo del personal sanitario empleado por paciente y seguimiento”.