Diario de una "encerrada" en Mallorca
“La gente me insultaba y me amenazaba por Twitter; tuve que cerrar la cuenta”
Marina Baena, de 17 años, sufrió a diario el acoso social en redes sociales hasta que fue “liberada”
La quinta ola de covid en España tiene un epicentro claro: los jóvenes. La magnitud del brote originado en Mallorca se aprecia en los datos estadísticos publicados por Sanidad este viernes, que indican que el número de casos asociados a brotes en el ámbito social se ha triplicado en una semana con más de 3.200 positivos que se relacionan, directamente, con los viajes de fin de curso y otro tipo de reuniones de jóvenes en fiestas y locales de ocio.
En total, en estos entornos se han registrado 222 brotes en los últimos siete días. Sin embargo, la indignación social creada en torno al caso más mediático, el de los más de 250 estudiantes confinados en el Hotel Bellver de Palma, se ha cebado con muchos estudiantes que tenían poco que ver con esta «guerra». Llegaron a la isla una semana después de los eventos de súper contagio y pagaron las consecuencias. La mayoría de ellos no ha pisado un botellón ni ha asistido a ninguna fiesta o concierto. Su único error fue estar en el lugar equivocado en el momento equivocado.
Es el caso de Marina Baena, una menor cordobesa que ha tenido que cerrar sus redes sociales por insultos y amenazas. “Me han sexualizado, por tener una foto de perfil en bikini, me llamaban de todo. También ha habido mucha gente que nos ha apoyado, pero lo malo pesaba mucho”, explica. Esto es lo que vivió en lo que considera “la peor semana de mi vida”.
22 de junio
“Llegamos a Mallorca un grupo de 30 cordobeses para disfrutar de unos días de vacaciones. Todos con nuestras PCR negativa. Yo había oído algo de lo macro botellón y del concierto de reggaetón, y estaba alucinada de que las autoridades hubieran permitido eventos como esos. Sin embargo, al llegar a la isla, vimos que, efectivamente, había una relajación tremenda con las normas. La mayoría de la gente iba sin mascarilla, sobre todo los extranjeros. Nuestro hotel era el Mediodía, y allí tampoco se veía que hubiera mucho control. Hicimos un par de actividades que teníamos programadas, ir a la playa y una ruta en un barco, y ya”.
25 de junio
“Por la noche, viene la policía a nuestro hotel y nos dice que nos van a llevar al hospital para hacernos una PCR porque éramos `contacto estrecho’ de gente contagiada. ¿Quiénes? ¿Cuándo? ¡Si solo nos habíamos relacionado con nuestro grupo! Nadie llama a nuestros padres ni nos dice nada más, y a la mañana siguiente la versión cambia. Nos van a llevar a un hotel a hacer cuarentena junto con otros estudiantes que estaban en la isla y que también son sospechosos. Nos trasladan en ambulancias, donde nos hacen una PCR. Todo esto sucedió sin que nadie avisara a nuestros padres. Ese mismo día, una vez instalados en el Hotel Bellver, nos llaman para pedirnos autorización y, a los menores, nos piden el teléfono de nuestros padres”.
26 de junio
“Nos mandaron un SMS con el resultado de la prueba, y después los rastreadores de Córdoba nos llamaron para preguntarnos. De mi grupo burbuja de diez personas nadie dio positivo, pero del grupo total que veníamos, sí. En teléfono covid nos decían que teníamos que dar un doble negativo, en PCR y test de antígenos, pero nadie os facilitaba hacer este último. A partir de ahí tuve que asumir que esto no se iba a resolver pronto, así que tenía que adaptarme. Tuve suerte porque me pusieron en la habitación con una amiga, así que pude llevarlo mejor. Nos poníamos rutinas: poníamos el despertador para levantarnos pronto, hacíamos algo de ejercicio en la habitación, salíamos a la terraza a que nos diera el aire. Las condiciones son pésimas: la comida no es de calidad ni dan cantidad, no tenemos productos para higiene personal, no nos han cambiado las sábanas desde que llegamos, para que te cambien una toalla o te hagan caso hay que estar llamando una hora a recepción, y te lo traen si tienes suerte”.
27 al 29 de junio
“Aunque no salía de la habitación, no conseguía relajarme. Escuchabas los gritos de la gente que estaba en los balcones. Respecto a las fiestas que se han hecho en algunas habitaciones, lo de que si los bares subían cubos con bebida, yo, sinceramente, no vi nada. No digo que no sea verdad, pero yo ni lo vi ni participé. Yo sé que algunos chicos y chicas de 18 llevaban alcohol en las maletas, así que, si se lo bebieron no creo que cometieran ningún delito, son mayores de edad”.
30 de junio-El desenlace
“Cuando salió la decisión del juzgado, alucinábamos. Nos llamó la agencia para informarnos de que a las 7 de la mañana estuviéramos listos para ir en ferry. Al principio pensamos que sí, que nos íbamos en ferry, pero eran 20 horas y eso nos echó para atrás. Como también había posibilidad de volver en avión. Yo les dije a mis padres que iba a hacer lo que ellos quisieran. Al final me vine en avión con otros compañeros y mi familia me recogió en Granada. Estoy feliz de haber vuelto a casa. Terminaré la cuarentena y trataré de olvidarme de esta pesadilla”.
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