Testimonios

Vacunados y contagiados

Completar la pauta de vacunación no significa ser inmune al virus. Estos tres testimonios demuestran que es posible infectarse aun con las dos dosis. Los síntomas son más leves y, según Sanidad, tienen un 50% menos de carga viral

Sanitarios realizan pruebas de detección de la covid-19 a la entrada de un festival de música en Barcelona
Sanitarios realizan pruebas de detección de la covid-19 a la entrada de un festival de música en BarcelonaALBERT GEAREUTERS

Montse Vallés, 33 años

«Mi hija nos infectó a mí, que tengo las dos dosis, y a mi marido, con una»

La cuarentena no le ha permitido bajar el ritmo de trabajo. Montse Vallés, médico de familia de 33 años en un CAP de Barcelona, decidió no pedir la baja laboral, aunque, ciertamente, la Covid le ha dejado con pocas fuerzas. «En atención primaria estamos desbordados», lamenta. Montse creía que, al estar completamente inmunizada, pasaría el virus de forma prácticamente asintomática. Pero Pfizer tampoco le ha librado de desarrollar anosmia y disgeusia (pérdida de gusto y olfato) y un dolor de cabeza martilleante. Quizá, con dos niñas en casa que requieren atención constante, lo peor sea la astenia. Acumula cansancio, por el virus, y porque teletrabaja mientras atiende a sus dos hijas, de uno y seis años, que también han dado positivo. «Fue Xènia, la mayor, la que trajo el virus», relata.

¿El origen del brote? Una monitoria del casal al que acude todas las mañanas. «El domingo, una de las madres del grupo nos avisó de que su hija se había infectado. Horas después, la organización del campamento nos envió un mail para decirnos que ya no fuéramos el lunes, que toda esa clase debía hacer cuarentena». Comenzó entonces el periplo de pruebas diagnósticas y rastreo de contactos.

El lunes por la mañana Xènia empezó con mucosidad nasal y Montse le hizo un test de antígenos en casa. «La semana anterior me tocó estar en urgencias Covid y viendo el panorama, con una cantidad de casos desbordante, cogí una prueba por lo que pudiera pasar. A los pocos días lo tuve que utilizar con mi hija», cuenta esta sanitaria. Xènia, efectivamente, dio positivo en Covid y al día siguiente el resto de la familia. «Yo estoy completamente inmunizada y no han pasado ni seis meses desde la segunda dosis. Esperé un poco a vacunarme porque en febrero estaba todavía con la lactancia. Además, sé que desarrollé anticuerpos porque me hice un test serológico», apunta esta médica. Su marido, con una dosis, también se infectó.

Pese a ello, Montse insiste en la importancia de que toda la población se vacune. «Ya sabíamos que las vacunas no eximen del contagio, pero está claro que son eficientes porque el número de ingresos hospitalarios de personas mayores de 50 años es relativamente bajo en relación con las otras oleadas».

«Cuando la transmisibilidad del virus es tan brutal, como sucede aquí, en Cataluña, se empiezan a ver más casos de personas vacunadas e infectadas; mi compañera me dijo ayer que de 13 bien vacunados, tres habían dado positivo. No es un porcentaje muy significativo, pero sí se están dando casos», explica.

Montse Vallés
Montse VallésfotoLa Razón

Andrés Alonso, 29 años

«Excepto la dificultad respiratoria, he tenido todos los síntomas»

«Es cierto que con esta enfermedad no se puede garantizar al cien por cien cómo te contagias, y más ahora con el alivio de restricciones, pero en este caso, sé que fue en Castellón». Andrés Alonso, enfermero de 29 años, se fue con su familia a pasar unos días de descanso a la playa junto con otro matrimonio. Pero las vacaciones duraron poco.

La mujer de la otra pareja comenzó con síntomas de Covid a los dos días de llegar y «aunque mantuvimos las medidas no farmacológicas de distancia e higiene, es verdad que comimos en la misma mesa». Tanto Andrés como el otro matrimonio se fueron de viaje completamente inmunizados al ser los tres trabajadores esenciales. «Mi mujer no está vacunada porque está en el tramo final del embarazo y, tras mucho estudiarlo, decidimos no arriesgarnos», apunta este enfermero. Paradójicamente, fue la única del grupo que no se infectó. «Supuestamente, cuando salió positivo mi amiga, yo no estaría obligado a aislarme. El protocolo de Sanidad estipula que los contactos estrechos de positivos completamente inmunizados están exentos de hacer cuarentena. Es incongruente, porque se ha demostrado que los vacunados también nos contagiamos»,

A Andrés Alonso, al ser enfermero y trabajar en un centro de prevención de riesgos laborales, se le consideró trabajador de primera línea. Por eso le vacunaron pronto: «Me pusieron la primera dosis de Pfizer el 23 de febrero y la segunda el 23 de marzo». Además, «hace un mes y para verificar que la vacuna estaba funcionando, me hice un test serológico. Me salió 5.900 de anticuerpos», relata a este diario en una conversación telefónica desde su habitación, en la que lleva encerrado ya una semana.

Desde su experiencia, este sanitario puede afirmar que, a día de hoy, las vacunas aprobadas contra la Covid solo sirven para evitar los cuadros más graves de la enfermedad. «En mi caso, excepto los síntomas respiratorios, he desarrollado todos: tos, mucosidad, dolor muscular, pérdida de gusto y olfato, dolor de cabeza, cansancio e, incluso, inflamación de ganglios». «Hasta que las vacunas no evolucionen y eviten el contagio, habrá que seguir tomando medidas», advierte.

Andrés Alonso
Andrés AlonsofotoLa Razón

María José Ruiz, 62 años

«Han vendido la vacuna como un milagro; he probado que no es así»

Pasó el virus sola en casa y con su marido en el hospital con un cuadro grave de Covid. «Fue en abril, en lo peor de la pandemia. Días terribles, no tanto por mí, mis síntomas eran leves, sino por mi marido, que ingresó con una neumonía bilateral. No sé cómo aguanté ese infierno sin el apoyo de mis hijas, no pude abrazarlas por la cuarentena, lo recuerdo como una pesadilla», relata María José Ruiz.

A raíz de aquello, esta abogada de 62 años cogió tanto miedo al virus que durante muchos meses limitó las visitas de sus nietos a una por semana «y siempre en la calle, con mascarilla puesta y distancia», recalca. Por eso, cuando el Gobierno anunció el inicio de la vacunación «dí un salto de alegría, estaba convencida de que supondría el remedio definitivo, que volveríamos a la normalidad y, sobre todo, que podría abrazar a los míos con total tranquilidad, sin temor alguno».

María José recuerda el día que le pusieron la primera dosis de AstraZeneca: «El 4 de abril, no se me puede olvidar. Acudí ilusionada, no temía los efectos secundarios de los que tanto alertaban los telediarios. Solo quería contribuir a acabar con la pandemia». Al haber pasado el virus ya no requirió la segunda dosis, «pero también hubiera estado dispuesta a ponérmela si con eso genero más anticuerpos, pero me dijeron que no era necesario».

Después de alrededor de un año y medio de miedos e incertidumbres, de sufrimiento por su marido, que afortunadamente se recupera de su paso por la UCI, y por el fallecimiento de su madre a causa de un brote de Covid en la residencia donde vivía, esta mujer enfocó todas sus esperanzas en la vacuna.

«Estaba convencida de que este sería mi verano, tenía planes hechos para ir a la playa con toda mi familia, a un apartamento que tenemos en Santillana del Mar, a descansar, a reírnos, a ver al lado bonito de la vida. Pero el virus ha vuelto a truncar todo».

Lleva una semana aislada en su habitación, de nuevo con Covid y con temor a infectar a su marido. «Mi nieta adolescente, la mayor, dio positivo junto a tres amigas más y antes de enterarse vino a comer a casa. Cuando le hicieron el test nos llamaron los rastreadores y gracias a Dios solo me contagió a mí». Apenas tiene síntomas, «solo he pasado dos días malos, con febrícula y cansancio». Pero la reinfección aun estando vacunada «me ha afectado mucho emocionalmente, estoy deprimida». «Tengo mucha rabia. Nos han vendido la vacuna como el gran milagro y ya he comprobado que no es así», lamenta.

María José Ruiz
María José RuizfotoLa Razón