Opinión

Una erupción «de manual»

Un hombre toma una fotografía de la erupción del volcán de La Palma en Todoque
Un hombre toma una fotografía de la erupción del volcán de La Palma en TodoqueNACHO DOCEREUTERS

La erupción de Cabeza de Vaca, en La Palma, es un proceso geológico muy típicamente estromboliano que está siguiendo una pauta previsible en este tipo de erupciones. La emisión de lava, humo y cenizas cesó el ayer poco después de las 8:30 (hora canaria), tras una noche de constantes explosiones. Durante algo más de dos horas se dejó de apreciar, a pie de volcán, en la localidad de Tajuya, señal alguna de que Cumbre Vieja estuviera expulsando magma. A las 10:30 (hora local), se volvían a apreciar las emisiones.

Es importante señalar que los «parones» son completamente normales en este tipo de erupciones y, aunque quizá no se suelen registrar de una manera tan brusca, se dan casi siempre. Además, –y sin ninguna duda– responden a causas sobradamente estudiadas y conocidas. Por comunicación oral de geólogos que estaban en la época de la erupción del Teneguía, en 1971, sabemos que también hubo momentos de inactividad en los que la boca eruptiva no emitía lava ni piroclastos. Ante esto, hay varias explicaciones factibles. La primera es que la cámara magmática perdiera presión de gases, lo que provoca que la lava no pueda salir a la superficie. En este caso, en cuanto recupera la presión vuelve a salir con energía y explosividad, como ya hemos visto. La segunda es que se haya bloqueado el conducto por donde sale el magma líquido y los piroclastos, algo también normal y que suele resolverse pasado un tiempo. La tercera, más positiva, es la que indicaría el inicio del fin de la erupción. Algo que puede ir relacionado con la bajada en los niveles de sismicidad, como ha informado el Instituto Geográfico Nacional (IGN), que se encuantra en cotas mínimas desde el pasado domingo, cuando se inició la erupción.

En estos nueve días de proceso eruptivo, ya se han registrado otros episodios cíclicos que alternan momentos muy explosivos con otros de relativa calma. Y esto es lo más característico de una erupción estromboliana, que se define por explosiones esporádicas, generalmente poco violentas, en las que la lava no es emitida de forma constante. Estamos ante un vulcanismo «de manual» que tuvo su principio y, probablemente, llegue pronto a su fin.

Sin quitar un ápice de importancia al drama humano que se está viviendo en la isla, no deberíamos añadirle ese factor sorpresa como presagio de más tragedias, que surge, probablemente, debido a la inmediatez con la que estamos siendo informados de lo que acontece. El suceso en sí ya es lo suficientemente destructivo como para sumarle dramatismo.

José Mangas es catedrático de Geología de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPG)