Erupción en La Palma
Los científicos comunican “signos de agotamiento del proceso eruptivo” en el volcán de Cumbre Vieja
Durante la jornada de hoy, el Comité Director del Pevolca ha asegurado que el volcán ha entrado en una fase que parece indicar el final del proceso, pero no descartan un nuevo repunte
El volcán ha despertado prácticamente inactivo. Esa apariencia se toma por ahora como un intervalo en este camino hacia el fin que ha venido marcado por grandes pulsos de emisión de materiales y fases explosivas muy severas como la de ayer, con la mayor columna eruptiva vista hasta el momento.
El Instituto Volcanológico de Canarias (Involcan) advierte en sus redes que “desde las 21:00 de ayer, no hay tremor volcánico en Cumbre Vieja”. Pero añade, “esto no implica una finalización de la erupción, ya que en ocasiones su cese ha sido seguido por un nuevo incremento de la actividad”. En cualquier caso, reconocen que “este es el intervalo más largo sin tremor desde el comienzo de la erupción”, con más de 12 horas.
Por su parte, Itahiza Domínguez, sismólogo del IGN, recoge que “desde que el tremor está desaparecido, la detección de sismicidad se ha incrementado debido a que la ausencia de tremor nos permite localizar eventos de menor magnitud (parte verde del histograma, mag de 2 o menor)”, pero los sismos casi son imperceptibles. En cualquier caso de esa baja magnitud se localizaron 63 durante la noche.
Además, el dióxido de azufre (SO2) está en mínimos, comparado con jornadas anteriores, lo que plantea la reducción de material volcánico en emisión hacia la superficie. Eso sí, el volcán aún suelta magma, por lo que no se puede hablar de inactividad total.
La Consejería de Innovación del Cabildo Insular de La Palma, que dirige Gonzalo Pascual, ha creado una herramienta que permite conocer a qué se enfrentará La Palma durante su proceso de “reconstrucción” o “recuperación”, una vez se dé por finalizada la erupción. Se trata de los datos relativos al espesor de las coladas, la cantidad de magma que ha expulsado el volcán o la altura que alcanza el cono principal. En definitiva, el cambio radical que ha sufrido el Valle de Aridane y con qué nos encontraremos el primer día de “reconstrucción”.
En un mapa que representa gráficamente la zona afectada por la lava del volcán de La Palma, se refleja la ubicación y la altura estimada de las distintas zonas de colada, a través de una asignación de colores que van desde los 0-5 metros (gris) hasta los 181-190 metros (rojo). Toda la información se recopila a través de vuelos de drones específicos para calcular el volumen de las coladas. A todos nos han sorprendido las imágenes en las que hemos visto coladas que superan la altura de edificios y que han sepultado todo a su paso, dejando un gran manto de “roca”. Este será el próximo “monstruo” al que tenga que hacer frente la población palmera, pensando en esa anhelada “reconstrucción” de lo perdido o, al menos, para recuperar la conexión entre las dos partes en las que ha quedado dividido el Valle de Aridane.
Pero ¿cuántos metros de colada habría que derribar? ¿Cuánto se ha llegado a elevar el terreno que albergaba, por ejemplo, Todoque? ¿Cuánta lava ha sepultado las más de 1.190 hectáreas de terreno? Estas son las preguntas que podría resolver esta nueva aplicación. Según la última actualización, que data del 19 de noviembre, se ha calculado que, con un ancho de 3.350 metros de norte a sur, el campo de coladas llega a levantarse por encima de los 60 metros de altura en El Paraíso, en El Paso, justo a los pies de lo que ya se considera cono volcánico.
Por otra parte, en un punto situado en el casco urbano de Todoque hay de 30 a 35 metros de altura de coladas superpuestas, que han ido caminando unas sobre otras en estos más de 85 días de proceso eruptivo. En zonas de menor afección, como La Laguna o toda la vertiente norte del campo de coladas, la altura se mantiene por debajo de los 20 metros. Decenas de metros de colada en los que se calcula que hay, de momento, unos 159,6 hectómetros cúbicos de magma, es decir, casi 160 millones de metros cúbicos de material (el doble del que se esperaba al inicio de la erupción) sobre los que habría que trabajar en la “reconstrucción”, sin olvidar la espera que supone el enfriamiento de las coladas.
Hay que asegurar al 100% que la temperatura ha llegado a los mínimos porque, de lo contrario, cualquier acción que se haga sobre este terreno, podría terminar inservible. Pero no es este el único cambio que ha habido en el terreno del Valle de Aridane. En estos cerca de 90 días de erupción, el cono del volcán se ha elevado casi 200 metros sobre el terreno en el que se abrió la fisura, lo que serían unos 1.150 metros sobre el nivel del mar.
✕
Accede a tu cuenta para comentar