Mascotas
Leishmaniosis en perros: cómo se transmite, síntomas y tratamiento
Ante la sospecha de la enfermedad, y tras la observación de alguno o varios de los síntomas, debemos acudir al veterinario
La Leishmaniosis es una enfermedad debida a un protozoo flagelado (organismo unicelular con flagelo o cola) del género Leishmania, que puede afectar a los vertebrados (incluido el hombre: zoonosis) con la genuina, única e imprescindible ayuda de la picadura de una hembra de mosquito Phlebotomus. La hembra de Phlebotomus es de hábitos nocturnos, se alimenta de sangre y suele actuar en zonas húmedas con ambientes cálidos La enfermedad provocada por estos pequeños vampiros afecta principalmente a los perros, siendo raras las ocasiones en las que el gato o el ser humano se ven afectados (en individuos con el sistema inmunitario gravemente afectado: ciertos tipos de cáncer, SIDA...)
ASPECTOS CLÍNICOS
Cuando el parásito se difunde por el organismo del animal tiene sus preferencias: por la piel (Leishmaniosis cutánea) o por determinadas vísceras (Leishmaniosis visceral) En lo referente a la piel, un animal con leishmaniosis cutánea puede presentar los siguientes signos y síntomas: dermatitis exfoliativa con alopecia, ulceraciones, onicogrifosis (crecimiento exagerado de las uñas), formación de nódulos y pústulas, hiperqueratosis, despigmentación nasodigital, descamación y alopecia auricular y periocular, placas eritematosas y pelo opaco y quebradizo.
Cuando se ven afectados los órganos internos, el animal padece leishmaniosis visceral y puede presentar los siguientes problemas: Aumento del tamaño abdominal por el aumento del tamaño del hígado, pérdida de peso, disminución de la actividad... y uno de los datos más graves e importantes: la alteración del riñón.
DIAGNÓSTICO
Ante la sospecha, y tras la observación de alguno o varios de los síntomas antes citados, debemos acudir al veterinario para que confirme o descarte la presencia del parásito.
El diagnóstico precoz de la enfermedad es fundamental para aplicar un tratamiento efectivo; si detectamos el problema en sus primeras fases (incluso sin existir síntomas de enfermedad), podemos asegurar que los tratamientos conseguirán mantener a raya el problema; por esta razón es fundamental realizar una analítica anual de Leishmaniosis, más o menos entre octubre y diciembre, para confirmar o descartar la presencia de esta enfermedad.
PREVENCIÓN
Como ya hemos comentado, no existe un tratamiento cien por cien efectivo, ni existen métodos preventivos totalmente eficaces…
Afortunadamente la evolución de la farmacología veterinaria nos ofrece, cada vez más, productos más eficaces y con distintas acciones preventivas.
Collares, pipetas, vacunas… la leishmaniosis, a día de hoy, es una patología que puede prevenirse con un alto grado de seguridad y, en caso de contagio, los tratamientos pueden conseguir que nuestro animal nos deje por causa de la edad y no por culpa de esta patología.
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