Investigación

¿Niños vegetarianos?

Un estudio demuestra que en la infancia tendemos a idealizar a los animales, y preferiríamos no comérnoslos

Los niños consideran menos aceptable comer carne que los adultos
Los niños consideran menos aceptable comer carne que los adultosCarlos Sala

Nuestra relación con los animales cambia a media que nos hacemos adultos. Un estudio publicado esta semana por la revista Social, Psychological and Personality Science sugiere que los niños entienden menos aceptable comer carne que los adultos y que tienden a pensar que a los animales de granja habría que tratarlos como a las mascotas. Según los autores del trabajo, este dato demostraría que los humanos no nacemos con la pulsión de comer carne y que el hábito carnívoro se desarrollaría al madurar ciertas estructuras mentales durante los primeros años del crecimiento.

Estudios anteriores habían analizado los mecanismos cognitivos requeridos para comer carne y han descubierto que están relacionados con el modo en el que nos aproximamos moralmente a los animales, bien sean de explotaciones ganaderas o de compañía. Durante siglos, a la ciencia y a la filosofía les ha intrigado responder a la pregunta de por qué los humanos tendemos a catalogar unos animales como comida y otros como compañía y si las razones de esa clasificación son universales o dependen de condicionantes culturales.

¿Por que sacrificamos a los cerdos?

Precisamente para indagar en esa idea, los expertos de la Universidad de Exeter que han realizado este nuevo análisis han encuestado a 479 personas de edades comprendidas entre los 9 y los 60 años. El cuestionario trataba de detectar las creencias de cada participante sobre el trato que merecen los animales dependiendo de la especie a la que pertenecen.

En todos los casos, los niños son menos capaces de identificar una diferencia de jerarquía moral entre animales y humanos y de categorizar a los animales entre especies de granja o especies de compañía. De hecho, los menores tienden a desear un mejor trato a animales como el cerdo del que desean los adultos (por ejemplo, no entienden que se les sacrifique para comer).

En el grupo de niños de entre 9 y 11 años fue más habitual que en ningún otro encontrar encuestados que declararon que los animales de granja deben ser tratados de manera idéntica que los de compañía y que los humanos. También en ese grupo se encontró una mayor reticencia a comer carne cuando se evidencia la procedencia animal de la misma.

Los diferentes grupos de adultos entrevistados mostraron actitudes similares. La proporción de personas con reparos morales al consumo de carne es similar en todas las fases de edad adulta lo que sugiere que la relación cognitiva con esta práctica se desarrolla en algún momento entre los 11 y los 18 años y permanece en el tiempo. Según el autor principal de la investigación, Luke McGuire, “en la adolescencia se desencadena algún proceso psicológico que hace que el amor idealizado a los animales de la infancia se racionalice. En ese momento desarrollamos una mayor consciencia de las diferencias entre las especies”.

En cualquier caso, la aversión ante el maltrato animal no desaparece con el tiempo. Los adultos por general tienen más tendencia a pensar que beber leche es más moral que comer carne y rechazan el maltrato de las especies independientemente de si se trata de ganaderas o domésticas.

El trabajo no pretende ofrecer ninguna alternativa dietética pero sí que apunta a una interesante reflexión. En muchas sociedades, sobre todo las occidentales, cuesta trabajo iniciar a los más pequeños en el consumo de verduras y frutas. Sin embargo, este análisis demuestra que es probable que la infancia sea el momento de la vida donde estamos anímicamente más receptivos a dejar de comer carne. Quizás en el futuro pueda utilizarse este conocimiento para introducir una mayor variedad de alimentos en las etapas primeras del desarrollo y favorecer la ingesta de vegetales, cereales y frutas tradicionalmente rechazados por nuestros hijos pequeños.