Ola de calor
Golpe de calor: síntomas y cómo evitarlo
La pérdida de agua provoca que el cuerpo tenga dificultades para regular la temperatura
La primera ola de calor que llega a partir de este jueves podría dejar temperaturas superiores a 40 grados en diferentes puntos de España, como Madrid, Córdoba o Sevilla, mientras que otras zonas de la mitad sur peninsular y Gran Canaria se podrían superar los 37 grados.
Ante estas temperaturas extraordinarias para la época, la población debe mantenerse alerta y tomar las medidas oportunas para evitar golpes de calor, una patología que provoca unas 1.300 muertes al año en España, según un estudio realizado por la Unidad de Cambio Climático, Salud y Medio Ambiente Urbano, del Instituto Carlos III de Madrid (ISCIII).
El golpe de calor es un aumento de la temperatura corporal, que se produce por una exposición prolongada al sol, a altas temperaturas, por la falta de hidratación o por la realización de un esfuerzo físico prolongado en condiciones extremas.
Ante estas situaciones, el cuerpo sufre importantes pérdidas de agua y tiene dificultades para regular su temperatura por los mecanismos habituales como la sudoración, produciéndose, como consecuencia, un aumento de la temperatura corporal. Cuando el cuerpo alcanza una temperatura de más de 40 °C (durante periodos de 10 ó 15 minutos), estos mecanismos reguladores del calor quedan superados y entran en shock, produciéndose entonces, el temido golpe de calor, según informa el Instituto de Investigación Agua y Salud.
El golpe de calor puede llegar a ser mortal si provoca daños cerebrales o en otros órganos vitales.
Los signos de un golpe de calor pueden presentarse en el momento o varios días después de la exposición a temperaturas elevadas. Los síntomas son variados y van desde la piel enrojecida al desmayo o el coma, en los casos más graves.
Se pueden distinguir tres niveles de los golpes de calor según su gravedad.
Los síntomas del primer nivel son piel enrojecida, caliente y seca; sensación de sed intensa y sequedad de boca; sudoración excesiva, sensación de calor sofocante y temperatura mayor de 40 grados. En este nivel de gravedad, el cuerpo puede perder agua entre el 1 y 5 por ciento de nuestro peso corporal.
En segundo grado de golpe de calor el organismo ha perdido entre el 6 y el 8 por ciento de nuestro peso corporal y los síntomas son más graves. Entre ellos destacan debilidad muscular y calambres, dolor de cabeza, de estómago y mareos, escasez de orina y de sudor y pulso acelerado.
En los casos más graves de golpes de calor el cuerpo puede sufrir una pérdida de agua que supone entre un 9 y un 11% del peso corporal. Las señales de alarma son hiperventilación, agotamiento, náuseas o vómitos, confusión y desorientación, pérdida de conciencia, delirio o convulsiones, desmayo o, incluso coma.
En caso de sufrir un golpe de calor hay que bajar la temperatura corporal lo más rápido posible. Se recomienda enfriar a la persona con agua mediante un baño o ducha. o cubriéndola con compresas frías. Además, es necesario rehidratar el cuerpo con agua y evitar las bebidas azucaradas o con cafeína.
Para evitar estos problemas de salud hay que seguir unas recomendaciones básicas, sobre todo entre los más vulnerables como ancianos y personas con patologías graves. Los expertos del Instituto de Investigación Agua y Salud (IIAS) recuerdan que es necesario mantener el equilibrio hídrico, evitar exposiciones de riesgo al sol y el ejercicio físico prolongado durante las horas de más calor. Además, se debe ingerir entre 2 y 2,5 litros de agua al día como mínimo a intervalos regulares sin esperar a tener sed.
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