Con experiencia

Misioneras contra la viruela del mono

En la República Democrática del Congo Misioneras de Cristo Jesús luchan desde hace muchos años contra esta enfermedad, que allí se ceba de forma especial en los niños pequeños

El equipo liderado por las monjas ha tratado desde el año 2000 cerca de mil casos de monkeypox
El equipo liderado por las monjas ha tratado desde el año 2000 cerca de mil casos de monkeypoxcedida

En la remota selva tropical de la cuenca del río Congo, en la República Democrática del Congo (RDC), se encuentra el hospital que más casos de viruela del mono ha tratado en el mundo. Se trata del Hospital de Kole, un centro estatal que fue uno de los dos sitios de estudio elegidos por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para estudiar el monkeypox (MPX) entre 1981-1986.

El hospital cuenta con el personal de las Misioneras de Cristo Jesús, una Orden española de Hermanas Católicas que han continuado el tratamiento de pacientes con un diagnóstico clínico de infección por MPXV. La infección que tiene al mundo en vilo es una vieja conocida en África, en particular en las regiones central y occidental, donde cada año provoca miles de casos y decenas de fallecidos. Es más, los brotes han aumentado en las últimas dos décadas.

«Desde el año 2000 hasta el 2020 hemos tratado en el Hospital de Kole 958 casos de Monkeypox. De promedio se ven aquí unos 20-30 casos por año. En 2021 se trataron 30. En 2022 ya van 28 y dos fallecidos», señala a LA RAZÓN Teresa Riu, una misionera médico recién jubilada (a los 80 años) con más de 40 años de experiencia a sus espaldas lidiando con esta infección. Llegó a Congo en 1970 y, en 1980, comenzó a trabajar en el Hospital de Kole. Llegó a ser supervisora de los centros de salud de la zona y dirigió la escuela de enfermería en la que se formaba al personal sanitario.

En la actualidad, cada año se registran unos 2.000 casos en la RDC en una tendencia creciente, aunque los científicos señalan que es difícil saber si este aumento mantenido se debe a causas ambientales o a que se ha hecho un esfuerzo en detección.

«Cuando llegué al hospital se había declarado el final de la viruela, y se dejó de vacunar a la gente. Un equipo de la OMS vino a Kole para estudiar si la viruela del mono no aumentaría en frecuencia si la gente no estaba vacunada”. Teresa se refiere al personal del Instituto Nacional de Investigación Biomédica (INRB) y el Instituto de Investigación Médica de Enfermedades Infecciosas del Ejército de los Estados Unidos, que realizaron sus trabajos de investigación en los ochenta.

Lo que se ha visto a posteriori es que no solo ha influido el cese de la vacunación, sino otros factores como la deforestación y la presión demográfica en algunas áreas de la selva tropical, que es el hábitat de varias especies de ardillas y roedores que, según las investigaciones más recientes, podrían ser los huéspedes naturales del virus. «La mayoría de los casos de monkeypox se producen en niños que se han contaminado cazando ardillas enfermas en la selva. Los hermanitos se contagian comiendo la ardilla y la madre que la ha preparado, también; vienen a menudo familias con 2 o 3 enfermos. La mayoría de las muertes en África se producen por septicemia derivada de las heridas que provoca el virus, sobre todo en la piel de la cara, torso y las extremidades», explica.

De hecho, según un estudio observacional retrospectivo de la historia natural clínica de las infecciones por el virus de la viruela del mono realizado en el Hospital de Kole entre los años 2007 y 2011, el grupo de edad de menores de 5 años tuvo el recuento de lesiones más alto.

«La erupción se manifiesta sobre todo a nivel de mucosas y de las amígdalas, y provoca adenopatías, mayormente cervicales, que a veces evolucionan formando abscesos. Se suele lavar el cuerpo con solución de permanganato, que favorece la cicatrización de lesiones, y también desinfectante bucal. Respecto al tratamiento farmacológico, los medicamentos de referencia son antibióticos (ampicilina y gentamicina), antiinflamatorios (diclofenaco), y en los casos graves de disnea respiratoria por edema de la glotis, corticoides», explica la médico. No tienen antivirales para combatirla.

Desde principios de año y hasta finales de mayo, solo en la provincia de Sankuru (una de las 26 que integran la RFC) se habían registrado nueve muertes de unos 465 casos de viruela del mono en Sankuru.

El jefe de la división provincial de salud en Sankuru, el doctor Aimé Alengo, atribuyó la persistencia de esta enfermedad al consumo de los cadáveres de monos y roedores. En declaraciones a un periódico local, señaló que cuatro zonas de salud, entre las que se encuentra Kole, eran el epicentro del Monkeypox. «Estas áreas son aquellas donde la caza es la actividad principal. Los habitantes entran en el bosque, recogen los cadáveres de monos, murciélagos, roedores. Estos cadáveres son reservorios de Monkeypox», explicó el médico. Por ello, invitó a todos aquellos con síntomas como fiebre, ganglios linfáticos o irrupciones cutáneas en la cara a acudir a un centro de salud y aislarse para advertir a los miembros de la comunidad.

Tranquilidad para los padres

En África, la vinculación de la infección con las relaciones sexuales es impensable. Sin embargo, el análisis de cómo se comporta en este continente es clave para responder a algunas preguntas que siguen sin respuesta en el actual brote en Occidente, que ya alcanza los 1.100 casos en 30 países no endémicos.

«Le estamos muchas veces dando vueltas a elucubraciones de teorías del origen de los virus y no tenemos ni idea de lo que está pasando en lugares donde están sufriendo estas infecciones de forma endémica», señala Estanislao Nistal, virólogo y profesor de Inmunología Clínica de la Universidad San Pablo-CEU, de Madrid. «El caso actual del brote de virus de viruela de mono en Europa no es más que un ejemplo de posibles más casos futuros con origen en zonas endémicas. Es realmente importante tener planes para prevenir que estos virus emergentes, y parar estos brotes con terapias efectivas, no con antibióticos y corticoides», remacha.