Incendios

Un bombero de la Sierra de Leyre: “Da mucha rabia ver cómo en algunas comunidades faltan medios mientras nos jugamos la vida”

Los profesionales que luchan estos días contra el fuego lamentan que las políticas no se adapten a la realidad: “El clima cada vez es más seco y habrá que invertir más prevención”.

Carlos Yuste, bombero forestal en Navarra
Carlos Yuste, bombero forestal en NavarraLa RazónCedida

La ola de calor que la semana pasada subió los termómetros por encima de los 40 grados en buena parte de España trajo de la mano otra oleada peor y que colaboró en subir aún más la temperatura de la península: una veintena de incendios que han ido carbonizando enclaves naturales de incalculable valor y que han puesto sobre la mesa el eterno debate que se reabre cada verano. ¿Por qué arde España? La respuesta es poliédrica y los políticos evitan abordar las múltiples variables que intervienen porque, en muchos casos, hacen la lectura de que es solo “un problema de verano”, aunque éste en sí mismo cada vez ocupará más meses en el año.

Es precisamente una de las claves del problema. Los expertos en climatología llevan tiempo señalando que cada año los inviernos serán más cortos y menos húmedos y, los veranos, más largos y calurosos, por lo que cada vez será menos sorprendente que lleguen olas de calor a principios de junio, como esta que acabamos de pasar.

Zona catastrófica

Advierten de la tendencia y señalan, por tanto, que ya se pueden ir haciendo políticas en este sentido: adelantar el calendario escolar o plantearse aclimatar aulas, reajustar horarios de trabajo en algunos sectores para evitar ciertas horas peligrosas o, como el caso que nos ocupa, adelantar varias semanas la contratación de bomberos forestales de refuerzo para las campañas de verano.

Esto es justo de lo que se quejaban los profesionales que han tenido que luchar contra el fatídico incendio de la Sierra de la Culebra, en Zamora, el peor en la historia de la comunidad. Uno de estos profesionales que se incorpora solo en la temporada de verano es Carlos Aitor Yuste, un madrileño de 48 años que desempeña labor en Navarra desde hace 20, donde también han tenido que afrontar el peor incendio de su comunidad, el de la Sierra de Leyre. Allí se han calcinado casi 10.000 hectáreas y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, anunció el pasado miércoles que también sería declarada “Zona Gravemente Afectada” por una Emergencia de Protección Civil, lo que se conoce como declaración de zona catastrófica.

Yuste, que es historiador en invierno y forestal en verano, fue uno de los profesionales que subió al monte a luchar contra las llamas pero tuvo que bajar casi sin comenzar. Fue el 14 de junio, cuando el fuego ya llevaba varios días dando trabajo a sus compañeros. El helicóptero les subió a una zona de difícil acceso para que las cuadrillas comenzaran a distribuirse cuando, bajando una ladera con mucho desnivel, pisó mal. “Intenté caer bien de rodilla pero la mochila de 25 kilos que llevamos a las espaldas me hizo vencerme y escuché el ruido de mi pierna”, explica. Se rompió la tibia, a la altura del tobillo y el peroné a la altura de la rodilla. Dice que no sintió dolor en ese momento y bromea sobre cómo tuvo que bajar apoyado en la pierna buena y otros dos compañeros que le hacían de muleta hasta que ya pudieron rescatarle en una zona donde ya pasaba una pista.

Vecinos desalojados

Reconoce que durante el trayecto hasta el hospital, donde tuvo que ser intervenido quirúrgicamente, se le caían las lágrimas, no ya solo porque estará de baja hasta finales de año, sino porque sabe que no pudo echar una mano a sus compañeros en uno de los peores incendios a los que se han enfrentado. Aunque desde dentro, asegura, no tiene porqué haber esa sensación. “Lo que vimos con el helicóptero no parecía complicado de atacar pero el viento y la humedad puede ser imprevisible. La dificultad de esta zona de Navarra es que hay pueblos muy cerca del monte y entonces ya no es solo el valor ecológico, ahí hay que proteger vecinos y viviendas”. De hecho, hubo que desalojar varios pueblos que estos días ya han podido regresar a sus casas los últimos vecinos de Amatriain, Maquirriain, Olleta y Sansoáin.

En Navarra el riesgo extremo se considera del 15 de julio al 15 de agosto. En ese mes está la plantilla al 100% pero se van incorporando y saliendo de la campaña de forma progresiva refuerzos como él (auxiliar de bombero) desde el 1 de junio al 5 de octubre. A lo largo de las 10 campañas que Yuste lleva ya a sus espaldas ha realizado labores de prevención como tras una tormenta eléctrica vigilar desde el aire si algún árbol echa humo y se ha enfrentado a fuegos en primera línea aunque matiza que no es lo mismo 100 hectáreas de pino que de roble o 2.000 de matorral.

“La gente muchas veces piensa que echamos con una manguera a una llama de cuatro metros y así no hacemos nada. Actuamos cuando vemos, una “ventana de oportunidad”. Sobre lo quemado vamos actuando para que si aumenta la temperatura o cambia el viento lo que estaba carbonizado no vuelva a prender”. Según el profesional, no se ataca de frente: se actúa desde atrás hacia delante y perimetrando los lados hasta cerrarle el círculo al fuego.

Falta de cultivo y ganadería

Para él, gran parte del problema de los incendios viene dado por lo que ha cambiado el campo en los últimos 50 años. “No solo el clima cada vez es mas seco en todo el mundo y prueba de ello es que en Suecia ya están incorporando bomberos forestales cuando ellos nunca tuvieron este problema, es que aquí se nota mucho la ausencia de agricultura y ganadería que había hace 50 años”. Se refiere a que, al menos alrededor de los núcleos rurales lo que ahora es monte abandonado antes eran cultivos y fincas trabajadas que hacían mucho más complicado que un hipotético fuego llegara al pueblo.

“También se nota que ya no hay ganadería que paste y se coma la hierba. El suelo ahora son pequeñas maderitas que en cuanto se secan son como un lecho de carbón”. En definitiva, al “tormenta perfecta” para que cualquier chispa que venga tanto del rayo contra un árbol o de maquinaria de campo o quema de rastrojo a destiempo, el fuego corra como la pólvora.

Más prevención

“Hay que ser realistas: no se puede limpiar todo el monte pero quizás sí prevenir más alrededor de los pueblos. Para eso hay que meter más medios antes de la campaña de verano y entonces entramos en lo de siempre: si tienes personal forestal haciendo este trabajo, evitas muchos fuegos y dicen que si no hay fuegos para qué van a meter más bomberos. Y si ya tienen a bomberos piensan que para qué van a meter a más forestales... siempre van a darle la lectura que quieran pero sí da mucha rabia ver que si hubiera más medios podríamos hacer mejor nuestro trabajo y arriesgar menos. Porque aunque actuemos con protocolos el peligro está ahí y siempre puede haber un atrapamiento”.

Eso sí, solo cuando hay un gran fuego, es cuando afloran los errores, que es lo que están viendo ahora en la Sierra de la Culebra, que muchos retenes se quejan de no haber sido activados porque aún no estaban dentro de las fechas que tienen estipuladas por contrato.