Pandemia

Exito de las intervenciones no farmacéuticas contra la covid

Los estudios demuestran que las medidas tomadas a escala global han sido muy efectivas… aunque no han tenido el mismo impacto en todo el planeta

Las intervenciones no farmacéuticas (NPI, por sus siglas en inglés) son medidas de salud pública que tienen como objetivo prevenir y/o controlar la transmisión del SARS-CoV-2 en la comunidad. Después de la vacuna, las NPI son las intervenciones de salud pública más efectivas contra la COVID-19. De acuerdo con el Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades (ECDC) las intervenciones incluyen medidas individuales (como la higiene de manos y el uso de mascarillas), otras grupales (como la ventilación de las aulas o las oficinas) y otras generales (como la limitación de reuniones, el trabajo desde casa o la educación remota)

Gracias a su implementación inicial, las NPI han desempeñado un papel fundamental en la reducción de las tasas de transmisión y el impacto de la COVID-19 en la Unión Europea, según el ECDC y se convirtieron en la herramienta principal hasta que la vacuna estuvo disponible.

No son homogéneas

Son numerosos los estudios que hablan de su efecto positivo. Según una investigación publicada en Frontiers in Public Health, las NPI se asociaron con una propagación más lenta de la COVID-19 en aquellas ciudades que cumplieron las medidas. El tiempo durante el cual estuvieron vigentes también contribuyó a una tasa más reducida de los casos. Pero este estudio destaca también que no hay una homogeneidad en las NPI. El nivel socioeconómico de la población es una variable muy importante a tener en cuenta ya que a menores ingresos, menos cumplimiento de las normas. El inicio de las medidas también influye: muchas regiones respondieron rápidamente con medidas NPI para toda la población, mientras que otras demoraron esta respuesta y obtuvieron resultados menos favorables. El clima es otra variable que ha señalado el estudio. Por ejemplo, la temperatura mínima más alta y la humedad específica se asociaron con tasas de mortalidad más altas.

También hay que tener en cuenta que la mayoría de las NPI pueden tener un impacto negativo en el bienestar general de las personas, el funcionamiento de la sociedad y la economía, según señalan desde el ECDC: “por lo tanto, su uso debe estar guiado por datos sobre la situación epidemiológica local, con el objetivo general de proteger a las personas más vulnerables de la sociedad. Las recomendaciones específicas para proteger a los más vulnerables incluyen vigilancia mejorada, pruebas exhaustivas y prácticas intensificadas de prevención y control de infecciones en entornos que albergan a personas de alto riesgo, como centros de atención a largo plazo”. También es efectivo imponer restricciones de viaje a quienes provienen de países o áreas que aún no han logrado el control de la transmisión. Esto, según los datos marcará una diferencia significativa en la epidemiología del SARS-CoV-2 dentro de la población.

Otro estudio, publicado en la Revista Europea de Epidemiología, con datos de 37 estados miembros de la OCDE, muestra que durante la fase inicial de la epidemia de covid, las restricciones a las reuniones fueron muy efectivas para el control de la transmisión. Los requisitos de cierre del lugar de trabajo, los requisitos de cierre de la escuela y el uso de mascarillas, así como el volumen de test de antígenos disponibles también redujeron con éxito la tasa de crecimiento diario promedio. “El uso de NPI para el control de epidemias es importante – destacan los autores –, incluso con los avances actuales en inmunización. En la medida en que la transmisión del SARS-CoV-2 esté activa, el virus mutará y algunas mutaciones pueden aumentar la infectividad, la virulencia y/o la letalidad. Las vacunas actualmente disponibles previenen el desarrollo de formas graves de covid, pero no se sabe completamente cuánto previenen la transmisión del virus”.

Mascarillas y aforos, las medidas más efectivas

Uno de los últimos estudios vinculados a la efectividad de las NPI, publicado esta semana en Health Affairs, se ha centrado en uno de los países más afectados por la pandemia: Brasil. Cuando aparecieron los primeros casos de la infección en este país, a finales de febrero de 2020, los veintisiete estados brasileños respondieron implementando una variedad de intervenciones no farmacéuticas: restricciones a eventos públicos, escuelas y comercio no esencial, y algo más tarde, la obligatoriedad del uso de mascarillas. Los responsables del estudio, liderado por Louise Russell de la Universidad de Pensilvania, estimaron los efectos independientes de siete de estas intervenciones no farmacéuticas en el número de casos y en las muertes por COVID-19 en doce estados brasileños.

Los hallazgos mostraron que hubo dos intervenciones que inclinaron la balanza de modo inequívoco: las restricciones en eventos públicos y la obligatoriedad del uso de mascarillas. Ambos redujeron significativamente la propagación de la enfermedad. Las restricciones totales a los eventos públicos disminuyeron la tasa de contagios en un 90%. Al mismo tiempo, las restricciones parciales en eventos públicos fueron igualmente efectivas, lo que sugiere que era posible cierta relajación sin aumentar los casos. La obligatoriedad del uso de mascarilla tuvo un impacto similar. El equipo de Russell señaló que el efecto combinado de suspender eventos públicos e imponer el uso de mascarilla redujo la tasa de crecimiento a casi 1, el punto en el que los casos ya no aumentan.

“El uso selectivo de intervenciones no farmacéuticas es importante en todos los países para minimizar las cargas económicas y sociales a la hora de controlar la pandemia – concluyen los autores –, pero puede ser especialmente importante en países de bajos y medianos ingresos como Brasil, que tiene más trabajadores en trabajos informales que carecen de seguridad, servicios de red, infraestructura para el aprendizaje a distancia y menor capacidad para estimular sus economías”.