Sanidad
Una «pandemia gemela», la amenaza para este otoño
La conjunción de un aumento importante de casos de gripe y covid hace temer una fuerte presión hospitalaria
Hubo una vez un virus pandémico que provocaba fiebres, dolores musculares y a veces graves afectaciones respiratorias. Se extendió por el planeta entero, se contagió por el aire y provocó millones de contagios y unas 700.000 muertes cada año desde 2010 hasta 2020. Luego el planeta se olvidó de él. Se trata del virus de la gripe, hasta finales de 2019 la única patología respiratoria vírica que la mayoría de los mortales sabíamos reconocer. Luego, fue desplazada por la covid y sus tasas de contagio se desvanecieron tan rápido como el interés que despertó en los medios.
Pero el virus de la influenza humana, en cualquiera de sus manifestaciones (A o B) sigue ahí. Y los expertos aseguran que viene reforzado, con ganas de recuperar el espacio y el tiempo perdidos. Todos los análisis epidemiológicos actuales coinciden en que la gripe estacional de 2022 será muy parecida a las que sufríamos antes de la pandemia de coronavirus.
La oficina europea de la Organización Mundial de Salud (OMS) asegura que es muy probable que la temporada de gripe que se inicia este otoño en el hemisferio norte sea mucho más agresiva que la vivida en los últimos dos años. Aunque todavía es pronto para establecer cuánto se parecerá a las vividas en 2019 o 2018. En cualquier caso, se ha recomendado a los estados septentrionales que se adopten medidas para un posible azote del virus de la influenza.
Nuevas pistas
Catherine Smallwood, la responsable de emergencias de la oficina de la OMS para Europa, ha puesto el foco en lo que está ocurriendo ahora en las zonas del planeta donde el otoño ya ha llegado. El algo que tradicionalmente ha funcionado. Por ejemplo, analizar la evolución de la gripe estacional en Australia puede dar pistas de cómo se comportará el virus en la siguiente temporada en Europa o Estados Unidos. Son pistas no siempre concluyentes: cada año y cada país tienen sus especificidades pero, según Smallwood, «convienen estar atentos: en Australia y en algunos países de Latinoamérica, se están apreciando brotes adelantados en el tiempo y muy agudos. Puede ser una señal de alarma».
Lo cierto es que en los dos últimos años los epidemiólogos han detectado algunos cambios sustanciales en el patrón de infecciones víricas en Europa. La convivencia con el SARS-CoV-2 ha trastocado el comportamiento de otros patógenos. Se experimentan cambios en la estacionalidad de ciertas enfermedades, como el virus sincitial o las bronquiolitis infantiles, que se han adelantado en las dos últimas temporadas y han aparecido en mayo y junio, en lugar de al comienzo del curso como tenían acostumbrado.
El pediatra Quique Bassat afirma que «quizás este año empecemos a recuperar la estacionalidad habitual de estos brotes». El afloramiento de patologías como la polio o la viruela del mono son, en opinión de algunos epidemiólogos, fenómenos que indican esos ligeros cambios de comportamiento epidémico experimentados tras la crisis de la covid. «Señales de alarma», las ha llegado a catalogar Hans Kluge, director regional de la OMS en Europa.
¿Podemos aprender algo de los que ya han recibido las primeras manifestaciones de la gripe de este año, los australianos? Los informes de la Oficina de Seguimiento de la Gripe de Australia no son del todo concluyentes. Hasta julio parecían indicar una presencia moderada de la enfermedad. Los casos semanales notificados se encontraban por debajo de la media de los cinco últimos años. El impacto de la patología en la mortalidad y la morbilidad estaba catalogado de bajo o moderado. El 82% de los casos fueron definidos como influeza A. Pero desde agosto los contagios se han disparado hasta superar ya la media de los últimos años.
La expansión de la gripe responde a un abanico de causas muy amplio. Pero existen dos factores que están presentes en cualquier análisis sobre su evolución: la estacionalidad (se ve favorecida por los otoños secos) y la ausencia de protección.
Y ambos factores concurren este año en Europa. De hecho, es la falta de medidas precautorias lo que más preocupa a los expertos. Según los Centros de Control de Enfermedades de Estados Unidos, el uso de mascarillas y la práctica de la distancia social por temor a la covid han hecho que en 2020 y 2021 las hospitalizaciones por gripe se hayan reducido a mínimos históricos.
¿La vuelta a la normalidad supondrá que la gripe recuperará su tono? Parece lo más lógico. De lo que no hay certeza es de si ese repunte de la gripe coincidirá con nuevas oleadas de la covid-19 y de qué efecto tendrá este tamden hasta ahora inédito en la saturación de los recursos sanitarios en invierno.
Sería la primera vez que nos enfrentáramos a este tipo de pandemias dobles o «twindemic» (pandemia gemela) como algunos la han denominado: influenza + SARS-CoV-2.
«Fatiga vacunal»
Una vez más, Australia nos lleva ventaja. Allí los casos de gripe han aumentado casi a la par que llegaba una nueva ola de Ómicron. William Schaffner, experto en enfermedades infecciosas de la Universidad de Vanderbilt, ha manifestado su preocupación de que el hemisferio norte también se enfrente a una epidemia gemela. La principal amenaza puede ser lo que el experto llama «fatiga vacunal».
En toda Europa y en Estados Unidos se ha detectado un parón en los índices de vacunación anticovid. La tercera dosis está teniendo cotas de penetración menores y en algunas poblaciones –como el caso de los niños en España– la pauta completa no llega toda la población objetiva deseable. Ello podría provocar también una relajación en las medidas y en la vacunación contra la gripe.
De momento, el ejemplo australiano inspira algunos temores. Allí la temporada de gripe se ha adelantado. Si habitualmente comienza en junio, este año se ha presentado en abril. Y el aumento de casos en las últimas semanas sugiere una tipología de virus muy transmisible.
En Europa es más que probable que ocurra algo similar. La red centinela en España, de momento, ha confirmado un aumento de los casos de gripe tipo A entre el 8 de agosto y el 4 de septiembre. Algo antes de lo habitual.
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