Peligro a la vista
La luz azul de las pantallas envejece como para taparse los ojos
Una media de 11 horas al día pasa un adulto frente a la pantalla LED de ordenadores, móviles y televisores, lo que fomenta el envejecimiento celular
De acuerdo con datos del INE, pasamos en promedio hasta unas 11 horas frente a una pantalla, entre tiempo de trabajo y de ocio. Y eso tiene efectos secundarios vinculados a la tan mentada luz azul. Hasta hace poco parecía que la luz azul no existía. Todo comenzó cuando los fabricantes de pantallas descubrieron la calidad con la que la tecnología LED de luz azul puede producir luz y color, tanto en pantallas pequeñas como en otras de mayor tamaño.
Los humanos podemos ver los objetos gracias a que la luz rebota en ellos con una longitud de onda que va desde los 380 a los 700 nanómetros. Dentro de este espectro, que va del violeta al rojo, la luz azul vibra con (casi) la longitud de onda más baja: 400 a 450 nm. Es la más baja, pero también la de mayor energía en estos parámetros. Para muchos el problema es que pasamos mucho tiempo frente a una pantalla y nos llega luz azul aún después que se ponga el sol. Porque, y esto es importante, pasear al sol nos expone a una cantidad bastante mayor de luz azul que cualquier pantalla.
Estar expuesto a la luz solar ayuda a mantener un ritmo circadiano saludable, regula el sueño y el estado de alerta, junto con otros procesos biológicos como el apetito y la digestión. Pero como todo en salud, en el equilibrio está la virtud. Y si poca luz influye negativamente, mucha tiene un efecto nocivo. Nuestros ojos tienen diferentes tipos de células que procesan la luz (fotorreceptoras): los bastones (para la visión nocturna) y los conos (para la luz brillante y el color). Pero también tenemos células ganglionares, que actúan como medidores de luz que regulan el ritmo circadiano. Y son particularmente sensibles a la luz azul.
El último estudio sobre la luz azul, publicado en Frontiers in Aging, concluye que las funciones básicas celulares podrían verse afectadas por la luz azul emitida por las pantallas.
«La exposición excesiva a la luz azul de los dispositivos cotidianos, como televisores, ordenadores portátiles y teléfonos, puede tener efectos perjudiciales en una amplia gama de células de nuestro cuerpo, desde la piel y las células grasas hasta las neuronas sensoriales –afirma Jadwiga Giebultowicz, líder del estudio y profesora de la Universidad Estatal de Oregon–. Somos los primeros en demostrar que los niveles de metabolitos específicos –sustancias químicas que son esenciales para que las células funcionen correctamente– se alteran en las moscas de la fruta expuestas a la luz azul. Nuestro estudio sugiere que evitar la exposición excesiva a la luz azul puede ser una buena estrategia antienvejecimiento».
Para llegar a esta conclusión el equipo de Giebultowicz comparó los niveles de metabolitos en las moscas expuestas a la luz azul durante dos semanas con otras que se mantuvieron en completa oscuridad. Los resultados mostraron diferencias significativas en los niveles de metabolitos. En particular, encontraron que los niveles de glutamato, moléculas responsables de la comunicación entre las neuronas, se redujeron.
Los cambios registrados por los autores sugieren que las células están operando a un nivel por debajo del óptimo, y esto puede acelerar el envejecimiento y provocar una muerte prematura. Pero… hay que señalar algunos aspectos del estudio que lo hacen difícilmente extrapolable en sus conclusiones a los humanos. El primero es que solo se han analizado insectos. El segundo punto importante es que el estudio sometió a las moscas a luz azul constante durante la mitad de su vida. Tanto es así que el título del estudio es «La luz azul crónica conduce al envejecimiento acelerado en Drosophila». Esto equivaldría a someternos a luz azul, de forma constante, durante 35 años seguidos, si la esperanza de vida es de 70 años.
Por si esto fuera poco, los autores señalan que «usamos una luz azul bastante fuerte en las moscas: los humanos están expuestos a una luz menos intensa, por lo que el daño celular puede ser menos dramático». Nuevos estudios darán el veredicto final.
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