Opinión
Va de lesiones
No soy de quienes se interesan por las noticias del deporte, pero esto del mundial de Qatar ha despertado en mí ciertas curiosidades y, por eso, aunque las páginas de los periódicos que se refieren al fútbol, baloncesto, tenis, etc., las paso en bloque, en los digitales aparecen sueltas algunas novedades del magno acontecimiento. En este sentido, y ahora que vuelvo del traumatólogo con mi resonancia hecha hace pocos días, donde se aprecian unas roturas de tendón en el hombro que me traen frita –quizá por hacer el cafre más de lo debido en el gimnasio-, y por una caída tonta, como todas las caídas, en que el modesto peso de mi cuerpo lo soportó el mismo hombro ya lesionado, pienso en el gran Benzemá, que ha tenido que volverse a Madrid sin poder participar en el más polémico mundial por ese desgarro de cuádriceps que le ha obligado a retirarse, acabando así con su sueño del tan merecido Balón de Oro, con la concentración francesa desbaratada, y sin nadie que le pueda sustituir porque su genialidad con las piernas es única. Se fue triste y en silencio, casi sin hablar con sus compañeros, me imagino que volando en una compañía donde pudiera tomar una buena copa, que eso siempre ayuda a paliar los malos momentos de la vida. Se dice que los seguidores de la Iglesia Adventista del Séptimo Día viven una década más que el estadounidense medio (ellos están en una determinada zona de California), por la dieta que siguen sin alcohol y sin chuletones. A todos nos gustaría llegar a longevos, pero sin mayores tristezas, y aunque la que estas líneas suscribe no es especialmente fan de los cárnicos porque me tira más el producto del mar, la copita es algo a lo que aspira a no tener que renunciar en los años venideros. Aún a fuerza de vivir unos minutos menos.
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