Opinión
Machismos inconfesables
¿Se imaginan ustedes un evento mundial celebradísimo en el que solo participaran mujeres? Inimaginable, ¿verdad?
Nos lo cuenta otro estudio serio, aunque no hay más que observar. No son todos, pero son muchos. Son un 20%, según la estadística, los adolescentes de 18 a 21 años tolerantes con las conductas asociadas al maltrato. Es impactante que ellos, y aquí sube considerablemente la proporción, crean que golpear no es violencia, ni insultar a la pareja, ni amenazarla y, mucho menos, controlarla el móvil. ¿Quién ha educado a estas criaturas en tanta ignorancia? ¿Qué han visto a su alrededor? No hay que pensarlo mucho para visualizarlo. Y los niños actúan por imitación.
Hay muchas realidades machistas que el poder, incluido el masculino, no quiere cuestionar. Toda la estructura social es atávica y empecinadamente machista, desde la construcción de una pirámide hasta la cerradura de un bote de garbanzos. Desde el uniforme de los colegios hasta los juegos del recreo. Desde el arte y la literatura hasta la medida de la inteligencia. Son machistas las redes, muchos videojuegos y ciertos deportes. Y digo, aunque me aguijoneen, que el futbol es intrínsecamente machista y genera múltiples violencias que conocemos bien; digo que se idolatra un evento que mueve dinero y corrupciones hasta la náusea y reúne ante las pantallas a una mayoría de señores los días del suceso.
Pero, ¿se imaginan ustedes un evento mundial celebradísimo en el que solo participaran mujeres? Inimaginable, ¿verdad? Y es gracioso porque busco en internet estadísticas sobre a cuántas mujeres les gusta el fútbol y no hay apenas, aunque todas las noticias relacionadas afirman que sí, que las mujeres son grandes aficionadas.
La única encuesta que encuentro señala que son el 38%, pero la realiza una marca interesada. Hay mujeres que gustan de lo que gusta su hombre, sin duda, pero me juego la propia sombra a que hoy aquí las entusiastas futboleras son minoría.
Pues eso, que esto de la violencia machista es inabarcable y, a veces, inconfesable. Pero, aunque parezca que retrocedemos, el cambio, por fortuna para todos, no tiene marcha atrás.
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