Opinión

Giorgi y Kaili

Siempre soñé con una mesa cubierta con fajos de billetes, o con maletines como en las películas, pero se ve que en mi destino no está prevista esa escena

Vamos a iniciar nuestras líneas de hoy desengrasando un poco con Giorgi y Kaili, que para deprimirnos ya han sido suficientes las tropelías acometidas esta semana en las vilipendiadas y violadas Cortes de España, donde la delincuencia institucional está llevando a cabo unas reformas aberrantes en la Ley, con la anuencia y el mirar para otro lado de los jueces progresistas, que dan largas en sus dictámenes para que las felonías sanchistas lleguen a buen puerto, a su antojo y respetando sus tiempos urgentes para que nada se malogre y sus atrocidades encubiertas cumplan sus objetivos. No creamos que Europa va a impedir que estas impudicias se lleven a cabo: tiene menos fuerza que una gaseosa y además, querida, al resto de países les importa un bledo la basura en que nos vemos sumidos los pobrecitos españoles y los vómitos que nos provoca la actualidad diaria, causándonos una impotencia digna de la ciudadanía de los países donde los oligarcas marcan el desmantelamiento del sistema, sumiendo todo en un caos profundo que sólo podemos salvar a base de alcohol o de lexatín, o con ambas cosas. No exagero si digo que no he pasado muy buena semana por los hechos que se están produciendo en la política y el atropello de la reforma de las leyes, pero el instinto de supervivencia me empuja a un autolavado de cerebro a base de pensar menús para Navidad y el miedo al alzheimer, que también me tiene obsesionada, y no hago otra cosa que sumas, restas, multiplicaciones y divisiones mentales como ejercicio para mis neuronas así como otras gimnasias que no comento por pura vergüenza.

Pero vayamos a Kaili, ex vicepresidenta del Parlamento Europeo, ingeniera de profesión y bellísima y joven mujer griega, a quien hallaron bolsas de billetes en su casa. La envidio infinitamente por bella, por tipazo, y, sobre todo, por las bolsas de billetes, esas que yo nunca he tenido oportunidad de contemplar desde la cercanía. Siempre soñé con una mesa cubierta con fajos de billetes, o con maletines como en las películas, pero se ve que en mi destino no está prevista esa escena, así que me contento con la contemplación de las fotos o las imágenes que pasan en los medios.

Giorgi es el novio de Kaili y está como un tren. Italiano, él, tiene un aspecto atlético, su pelo al viento en los descapotables que gasta y con perfil humano “admirable”, puesto que es fundador de una ONG que dice luchar contra las violaciones de los derechos humanos. Es lo que tienen algunas ONG, que sirven de tapadera para corruptelas inescrupulosas. Al parecer en su apartamento se encontraron también bolsas con billetes. Dios los cría y ellos se juntan, guapos, altos y con bolsas de billetes. Me los imagino dándose revolcones como dos cachalotes en un mar de pasta. ¡Dios, que erotizante, dos cuerpos desnudos sobre una colorida alfombra de euros! Item más, como la cosa va de familia, al papá de Kailí también se le incautó un troley con 600.000 euros. Y la investigación sigue porque se sospecha que la cosa no queda ahí. Voy a ver si consigo el contacto por si consideran algún tipo de reparto por aquello del espíritu navideño.

P.D. Me congratula que mi muy querida nieta vaya a gozar de una energía limpia e inagotable, descubierta por el laboratorio National Lawrence Livermore. No tendrá frío en los inviernos, que cada vez serán más fríos y lluviosos, ni calor en verano, que cada vez será más intenso, aunque el cambio climático también se detendrá porque esta forma de calentar o de enfriar no contamina. Todavía quedan años para que se llegue a conseguir un reactor de fusión comercial, pero el hallazgo es ya un hecho, y con eso me basta.