Laura L. Álvarez

Localizan sin vida el cuerpo de Julen en el pozo de Totalán

A la 1.25 de la madrugada fue localizado el cuerpo sin vida del pequeño donde lo buscaban, entre las cotas 71 y 73 del subsuelo del pozo. La extrema dureza del terreno obligó a practicar hasta cuatro microvoladuras.

Los Tedax de la Guardia Civil trabajan preparando una microvoladura del túnel horizontal / Foto: Reuters / Vídeo: C. Pastrano
Los Tedax de la Guardia Civil trabajan preparando una microvoladura del túnel horizontal / Foto: Reuters / Vídeo: C. Pastranolarazon

A la 1.25 de la madrugada fue localizado el cuerpo sin vida del pequeño donde lo buscaban, entre las cotas 71 y 73 del subsuelo del pozo. La extrema dureza del terreno obligó a practicar hasta cuatro microvoladuras.

Ha sido a la 1.25 de esta madrugada cuando el equipo de rescate localizó el cuerpo sin vida del pequeño Julen en el pozo de Totalán, donde se le buscaba sin descanso desde el pasado día 13 de enero.

Tras informar a los padres del menor, los agentes de la Guardia Civil, encargados de la investigación del caso, activaron la comisión judicial, que se dirigía hacia el lugar. Han sido muchas horas de complicado trabajo para llegar hasta él con impedimentos de todo tipo pero la dureza de la montaña, –con esas rocas filitas y cuarcitas– dificultaron mucho el trabajo de las perforadoras del túnel paralelo que se construyó para su rescate.

Los mineros asturianos tardaron 36 horas en picar esos últimos cuatro metros hasta el menor. Finalmente, el cuerpo de Julen Roselló estaba donde creían, entre las cotas 71 y 73 del subsuelo de ese Cerro de la Corona.

Ahora, después que los agentes de la Guardia Civil expertos en rescates de montaña saquen el cuerpo del menor y tomen los vestigios necesarios para esclarecer las causas del suceso, la autoridad judicial tendrá que autorizar el traslado del cadáver del niño al Instituto Anatómico Forense, donde le practicarán la autopsia que arrojará luz a las circunstancias de su muerte. Los agentes también tendrán que analizar el tipo de roca que estaba sobre el menor para conocer qué materiales conformaban ese tapón y depurar las responsabilidades que sean necesarias.

La dureza de la roca que guarda en sus entrañas el Cerro de la Corona dificultó mucho la última fase del rescate de Julen. Según explicó ayer el portavoz de la Guardia Civil, Jorge Martín, las complicaciones que se fueron encontrando en la perforación del túnel vertical, que obligaron a parar dos veces el proceso de entubado, se las encontraron los ocho mineros que picaron con herramienta de mano los últimos cuatro metros que faltaban hasta llegar al pequeño. Antes de llegar al niño se procedió a realizar una cuarta microvoladura para proseguir con los trabajos cuando estaban a escasos centímetros del niño.

Y es que una nueva veta de «extremada dureza» obligó a practicar esta cuarta explosión que debía ser de extremada precisión dada la cercanía. Para ello fue necesaria la ayuda de tres topógrafos. Sobre las 22:45 los mineros retomaban los trabajos hasta que llegaron al niño.

Durante la noche del jueves al viernes se avanzó metro y medio. Tuvieron que practicarse dos microvoladuras y, a medio día, una tercera. Despues de ésta, ya iban dos metros y medio. Más de la mitad del camino hecho.

El proceso de las voladuras controladas era complejo y el tiempo porque se necesita para esta delicada tarea era de más de dos horas, según explicó el portavoz del Instituto Armado, Jorge Martín. Cuando los mineros lo consideraban necesario, debían subir al exterior, a cota 0, por esa «cápsula- ascensor» diseñada y fabricada exclusivamente para ir a por Julen. Cuando los mineros estaban arriba, los Tedax de la Guardia Civil preparaban la carga necesaria.

Era entonces el turno de los agentes del GREIM de la Guardia Civil. Los agentes de alta montaña, especialistas en rescates imposibles en grutas o zonas escarpadas donde nadie llega, eran los encargados de bajar hasta el lugar y colocar los explosivos en los lugares estratégicos. Eran cargas mínimas pero el proceso era delicado. Los agentes subían al exterior y, una vez todos asegurados, se procedía a la explosión controlada. En todo esto se tardaba hora y media. A continuación, debían esperar hora y media para «introducir aire forzado» y evacuar así el aire contaminado. Otros 30 minutos. Cuando concluía este proceso, de más de dos horas, los mineros volvían a bajar a seguir picando la roca.

Juan López Escobar, delegado del Colegio Oficial de Ingenieros de Minas del Sur explicaba por qué era una tarea tan complicada. «Se está haciendo una obra de meses en días. Lo importante es que cada centímetro que avance sea de forma segura». López ha tenido contacto estos días con Sergio, el asturiano de la Brigada de Salvamento Minero de Hunosa que está a los mandos de la operación. «Sabía que era muy complicado pero desde que comenzaron a bajar ha cortado la comunicación, como es lógico. Están todos concentrados y aislados allí arriba». El experto minero asegura que el principal problema es la cuarcita que hay en esta montaña porque recuerda que se trata del «cuarto mineral más duro en al escala de dureza».

El portavoz de la Guardia Civil, por su parte, informó por la mañana de que el helicóptero del Instituto Armado había salido hacia Sevilla para recoger más explosivo en previsión y para que no faltara ningún componente necesario para las microvoladuras. Además de éste, a mediodía llegaron a la «zona cero» de Totalán, otros dos helicópteros llegados desde Palma de Mallorca y Cantabria. Llegaban cuatro guardia civiles del Equipo de Montaña, especialistas en Espeleología y microvoladuras (dos de cada sitio) para reforzar el dispositivo de rescate.

Los contratiempos han sido numerosos. El martes, cuando se comenzó el proceso de «encamisado» del túnel, los tubos (se fueron soldando diez bloques de seis metros) se toparon con unas «discontinuidades» que no dejaban bajar más de 40 metros. Hubo que abortar la operación y «limar» con la pala de la excavadora (con los dientes hacia dentro) ese trozo de roca. Cuando volvieron a introducir el tubo, ocurrió lo mismo casi al final.

En esta ocasión, los ingenieros optaron por hacer más estrecho el propio tubo. Los rescatadores estaban dispuestos incluso a bajar por un diámetro de 80 centímetros pero la jaula que debía llevarles era más ancha. Los mineros llegaron hasta Julen, aunque sin un final feliz. Ahora será la investigación la que determine todo lo demás.