
Conducción
¿Añadir carriles a una carretera solucionaría los problemas de tráfico? Esto dicen los expertos
La demanda inducida explica este asunto mediante un principio básico de economía

Aumentar el número de carriles en las autopistas parece una solución lógica para disminuir la congestión vial. Sin embargo, la realidad demuestra que esta medida no solo es ineficaz, sino que puede agravar el problema. Este fenómeno, conocido como demanda inducida, ha sido estudiado por expertos en urbanismo desde hace décadas y demuestra que, a medida que se amplían las carreteras, más conductores deciden utilizarlas, provocando un nuevo colapso vehicular.
El economista Anthony Downs formuló en 1962 la 'Ley de congestión de autopistas en horas pico', la cual sostiene que la construcción de nuevas vías o la ampliación de las existentes solo brinda un alivio temporal. Con el tiempo, más personas optan por usar estas carreteras, generando un aumento del tráfico hasta alcanzar nuevamente la saturación.
Ejemplos de este problema se encuentran en distintas ciudades del mundo. En Los Ángeles, la ampliación de la Interestatal 405 costó 1.600 millones de dólares y, lejos de mejorar la movilidad, en algunas zonas los tiempos de viaje aumentaron. Un caso aún más extremo ocurrió en Houston, donde la expansión de la Katy Freeway a 26 carriles no logró aliviar el tráfico; al contrario, los tiempos de viaje se incrementaron un 30% en la mañana y hasta un 55% en la noche.
¿Por qué más carreteras generan más tráfico?
La demanda inducida explica este fenómeno mediante un principio básico de economía: cuando algo es más accesible, su uso se incrementa. En el caso de la infraestructura vial, si una carretera se amplía y el tránsito parece fluir mejor, más personas deciden utilizar su vehículo en lugar de optar por el transporte público u otras alternativas. Con el tiempo, la congestión regresa y la inversión en infraestructura se vuelve ineficaz.
Jeff Speck, urbanista y autor de 'Walkable City', señala que cada incremento del 10% en la capacidad vial se traduce en un aumento del tráfico del 10% en pocos años. Esto crea un círculo vicioso donde las ciudades gastan miles de millones en infraestructura sin solucionar el problema de fondo.
Por otro lado, ciudades como Ámsterdam y Seúl han apostado por reducir la dependencia del coche y fortalecer el transporte público. En Seúl, la eliminación de una autopista céntrica permitió la creación de siete líneas de metro y cuatro corredores de autobuses rápidos, logrando una notable reducción de la congestión vehicular.
La clave está en aplicar el principio de la demanda inducida en favor de la movilidad sostenible. En lugar de invertir en autopistas, muchas ciudades han priorizado el desarrollo de ciclovías, transporte público eficiente y zonas peatonales. Países Bajos es un referente en este modelo, con más de 37.000 kilómetros de ciclovías que han convertido a la bicicleta en el principal medio de transporte.
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