India

Chateando el crimen

La Razón
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Fue un crimen de furia tras una discusión, precisamente sobre el régimen de tutela del chico. Los padres que ya no conviven habían roto la estética de la adopción. Es decir que sus vidas habían quedado falseadas: un matrimonio que por ser tal adopta y que al separarse deteriora las normas del acuerdo, al final rotas por el homicidio. Whatssapp: «Pronto sabréis de mí». Una mayoría apreciable de homicidas tienden a publicitar su hazaña. Aquí tenemos otro nuevo crimen de nuestro tiempo. Whatsapp: «He matado a mi madre». Un menor de 16 años golpea a la madre adoptiva y cuando esta se encuentra indefensa, la apuñala hasta la muerte. En cualquier país esto sería un vil asesinato. En este ya han salido defensores del agresor que dicen respaldarle porque es muy buena persona. Pues bien, será menor, y buen chico, pero es un homicida que merece el trato más duro de la ley. Niño adoptado, procedente de la India, cuando tenía cuatro años, no ha logrado adaptarse a su nuevo país, y encima, sus padres rompen el núcleo familiar. Pero aunque que se sintiera estafado, porque sus padres se hayan separado, condenándolo a una nueva suerte de orfandad, el homicidio no ha surgido de repente, sino que llevaba algún tiempo larvándose, ni ha renunciado a la fama de las redes sociales, últimamente telégrafo de crímenes. A través de WhatsApp anunció que tenía derecho a los quince minutos de gloria de Warhol, al que uno de sus monstruos también intentó matar.