Afganistán
Descubren la relación entre simpatía y altruismo
El contexto puede impulsar ambos comportamientos, que además se nutren recíprocamente
Los hallazgos de un equipo de investigadores de la Universidad de Missouri (EEUU) han ayudado a aclarar ciertas dudas sobre la relación entre el altruismo y la simpatía, y podrían conducir a mejores intervenciones para promover comportamientos positivos en adolescentes. Además, arrojan nuevas pistas en cuanto a lo que hace que algunos individuos sean altruistas.
«Durante mucho tiempo, no hemos tenido muchas evidencias sobre la naturaleza de esta relación, pero poco a poco los investigadores hemos ido averiguando cosas sobre el vínculo entre la simpatía y la conducta prosocial», explica Gustavo Carlo, Profesor de la Diversidad en la Facultad de Ciencias Ambientales de la MU y uno de los autores de la investigación, en una nota de prensa de dicha Universidad.
Ahora, «hemos demostrado que existe una relación recíproca entre las conductas prosociales y la simpatía en adolescentes de entre 12 y 16 años. (En estos casos) la simpatía predijo no solo conductas prosociales, sino que además estaba implicada en comportamientos prosociales positivos tempranos», informa Tendencias 21.
En el sentido contrario, además, se ha constatado que el hecho de participar en conductas prosociales puede ayudar a los adolescentes a valorar moralmente a otros seres humanos. Esta capacidad podría explicar cómo algunos individuos, con el paso de los años, se vuelven más propensos a involucrarse en comportamientos prosociales y a ser más simpáticos, añade Carlo.
«Esta investigación tiene enormes implicaciones para la comprensión de las personas a las que consideramos ejemplos de moral, las personas que se comprometen con ciertas causas u otras formas de generosidad. Personas como Mahatma Gandhi, César Chávez, Martin Luther King Jr. y otros,« indica el investigador.
«Es importante saber qué procesos de desarrollo en los que han estado involucradas estas personas hace que manifiesten finalmente comportamientos altruistas que las diferencian de otros individuos. Por cada uno de esos individuos (altruistas) famosos, existen miles de personas que están haciendo un trabajo fantástico y ayudando a mejorar nuestra sociedad a diario», añade.
La muestra
Para el estudio, los investigadores reclutaron a 500 jóvenes de 12 años de edad. Los adolescentes tuvieron que responder preguntas sobre su simpatía y sus conductas prosociales.
Luego, los investigadores los interrogaron cuatro veces más, en cada ocasión con aproximadamente un año de diferencia, para observar los cambios en el comportamiento y la simpatía de los adolescentes, a través del tiempo.
Así fue como observaron que existía una relación recíproca entre la simpatía y los comportamientos prosociales: La simpatía predijo dichos comportamientos, pero también el hecho de estar implicados en comportamientos prososciales tempranos predijo la simpatía posterior.
Por tanto, para aumentar las conductas prosociales entre adolescentes y niños, la atención debe centrarse en cambiar el entorno social, deduce Carlo. Estos cambios animarían a los niños y niñas a expresar su prosocialidad, asegura.
«Desafortunadamente, en nuestra sociedad, las presiones recibidas por los niños les obligan a actuar duramente y a no expresarse. Exteriorizar los sentimientos está visto como un signo de debilidad, nuestra sociedad aboga por la supresión de las conductas prosociales», alerta el especialista.
«Tenemos que prestar atención a los contextos de los adolescentes y a sus grupos de socialización. Las conductas prosociales son tendencias claramente naturales pero, por desgracia, algunos contextos culturales hacen que sea difícil que los adolescentes expresen esas tendencias; que deberían percibir como signos de fortaleza, y no de debilidad. Tenemos que conseguir que llegue el mensaje y hacer que sea más fácil para los niños expresar lo que les es innato».
El altruismo está en el cuerpo
En un estudio realizado previamente por especialistas de la Universidad de Zúrich, en Suiza, se mostró de hecho que el altruismo es algo tan natural, que incluso está reflejado en la forma de nuestro cerebro.
Así, según esta investigación, las personas que se comportan más altruistamente presentan mayor cantidad de materia gris en la unión entre el lóbulo temporal y el lóbulo parietal del cerebro, en comparación con los individuos egoístas.
Aunque esta investigación constituyó la primera constatación de una conexión entre la anatomía cerebral, la actividad del cerebro y el comportamiento altruista, anteriores estudios habían demostrado también que cierta región del cerebro (el lugar en que los lóbulos parietal y temporal se encuentran) está relacionada con la capacidad de ponerse en la piel de otras personas para comprender sus pensamientos y sentimientos.
Por otro lado, investigadores de la Universidad de Bonn, en Alemania, han descubierto que el deseo de hacer cosas buenas por los demás tiene una causa genética. En otro trabajo, comprobaron que aquellas personas con un tipo de minúscula variante en un gen llamado COMT eran el doble de generosas en obras de caridad que aquellas personas que no tenían dicha variante.
Así que parece que ayudando un poco a la naturaleza -potenciando un contexto adecuado, como del que habla Gustavo Carlo- en realidad no sería ten difícil hacer del mundo un lugar mejor. En esta misma línea incide el libro“Origins of Altruism and Cooperation», del antropólogo de la Universidad de Washington en St. Louis, Robert W. Sussman y del psiquiatra de esa misma Universidad, Robert Cloninger : Según dicha obra, en realidad los individuos de nuestra especie son hostiles sólo en situaciones anómalas, como el padecimiento de enfermedades mentales o de maltrato, porque el ser humano es naturalmente cooperativo, altruista y social.
Más información en Tendencias 21
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