Cantabria

El arte de Altamira deja mudos a sus primeros visitantes experimentales

Quienes han logrado entrar a la cueva «se quedan bloqueados y sin preguntas», señala una guía

Aunque las visitas experimentales no han tenido un impacto significativo en el número de entradas del Museo de Altamira, sí han suscitado interés y, sobre todo, han impresionado a quienes han logrado entrar a la cueva. "Se quedan bloqueados y sin preguntas", señala una guía.

Marta Martínez forma parte del personal del Museo y Centro de Investigación de Altamira y es una de las trabajadoras que ha participado en las visitas experimentales que se están haciendo en la cueva: cinco personas más un guía, una vez por semana desde hace un mes.

A mediados de enero, el Patronato de Altamira autorizó esta medida como parte de los estudios científicos, para evaluar la presencia humana en la cavidad, cerrada desde 2002, antes de decidir definitivamente si se reabre o no al público.

Los datos demuestran que no se ha producido un efecto llamada que haya incrementado significativamente las visitas, que se mantienen similares que en años anteriores, en los cuales la cueva estuvo cerrada por estas mimas fechas.

Incluso, ha habido días sueltos en los que las cifras de visitantes han sido ligeramente inferiores a 2012 y 2013. Y el global de marzo del pasado año fue muy superior al de este 2014 -más de 19.600 frente a 9.700 personas-, pero por la incidencia de la Semana Santa, que atrae a muchos turistas a Altamira, y que en 2013 cayó en ese mes.

Marta Martínez ha participado en dos visitas experimentales de las cuatro que ha habido desde el pasado 27 de febrero, y su papel ha sido acompañar a la guía que llevó la batuta en el recorrido por el interior de la cueva, que es la trabajadora más antigua del museo, con 41 años de experiencia.

"Ella sí que conocía perfectamente la cueva", ha dicho a Efe Marta, que incide en lo importante que es conocer dónde se sitúan los puntos más emblemáticos, y las pinturas y los grabados que han atraído a Santillana del Mar (Cantabria) a cientos de miles de personas anualmente.

Las visitas experimentales no han sido la primera vez de Marta dentro de Altamira, pues "al poquito"de comenzar a trabajar en el museo pudo acceder a la cueva.

Pero que se haya pisado antes este templo del arte rupestre no impide que "la emoción siempre sea la misma o más".

Hasta ahora, la experiencia de las guías se relaciona con que las cinco personas que cada semana acceden a la cueva enmudecen y no preguntan nada dentro de la cavidad.

"Allí lo que uno intenta es aprovechar al máximo los minutos contados que van a estar; exactamente, 37. Lo que se intenta es hacer disfrutar a los visitantes. Y poco más", resume Marta.

Las anécdotas tampoco han faltado en estas primeras semanas de visitas experimentales, empezando por un chico que fue al museo todos los días de la semana a primera hora para participar en el sorteo, y que finalmente fue elegido.

Marta también recuerda con emoción que el primer día de sorteo una de las personas agraciadas, un profesor jubilado de Cantabria, llegó al museo convencido de que iba a ser seleccionado.

En el segundo día de visitas experimentales, entró en la cueva un londinense que tuvo la suerte de que también saliera en el sorteo una persona que había vivido en Estados Unidos, el cual le hizo de intérprete improvisado.

Aunque la incidencia en las visitas no ha sido muy importante, el centro museístico ha registrado numerosas consultas tras anunciarse las visitas experimentales: se han triplicado las peticiones de información. E incluso preguntan profesores que acompañan a grupos escolares en el museo.

"Y les decimos que ellos vienen como responsables de grupo y no pueden dejar a los chicos", comenta Marta con risas.