Descubren un sistema con siete planetas como la Tierra

A 40 años luz, es el lugar del cosmos más indicado para apostar que en él hay vida

Si queremos encontrar seres vivos en algún lugar del cosmos, lo mejor es que busquemos en la Tierra, obviamente. Aquí tenemos para dar y tomar. Desde hoy, el segundo lugar más adecuado para la búsqueda de alguna forma de vida son los alrededores de la estrella TRAPPIST-1, un astro frío y no muy grande que flota en el espacioa 40 años luz de distancia de nosotros.

Y es que, tal como anunció hoy la NASA en otra de sus famosas conferencias de prensa retransmitidas a todos los terrícolas, un equipo internacional de científicos ha determinado que TRAPPIST-1 posee un mini sistema planetario a su alrededor compuesto por siete planetas. Algo así como un modelo a distancia de los planetas interiores del Sistema Solar, entre los que se encuentra el nuestro.

El sistema que acompaña a este astro está compuesto por planetas de un tamaño similar a la Tierra. De hecho, es el mayor grupo de planetas de este tamaño jamás descubierto. Además, al menos tres de esos planteas están dentro de la zona de habitabilidad de la estrella y podrían albergar océanos de agua líquida en su superficie lo que aumenta las probabilidades de que alguno de ellos sea adecuado para la vida. Es, también, la primera vez que se descubren tantos planetas capaces de albergar agua de una tacada.

Con tales credenciales, no es extraño el entusiasmo mostrado por Michäel Gillon, del Instituto Star de la Universidad de Lieja y uno de los autores principales del trabajo: “Hemos encontrado un sistema planetario increíble, no solo por la cantidad de planetas que alberga sino por que todos ellos son sorprendentemente parecidos a la Tierra".

All the #TRAPPIST1 planets compared to our solar system, plus multimedia is here:https://t.co/dUN4rZuROc pic.twitter.com/Uw4SPGFsul

TRAPPIST-1 es una estrella peculiar. Tiene un tamaño equivalente al 8 por 100 de la masa del Sol. Es decir es, literalmente, una estrella enana. Quizás sea solo un poco más grande que Júpiter, lo que para el mercado de estrellas es realmente poca cosa. Su brillo, en medio de la constelación de Acuario, es bastante feble. Pero esas características son precisamente su mayor ventaja a la hora de atraer a su alrededor a planetas potencialmente habitables.

Es una estrella ultrafría lo que significa que los planteas que la rodean también tienen bajas temperaturas. Cuando un planeta está demasiado cerca de su estrella o ésta es demasiado potente, las temperaturas alcanzadas son demasiado grandes como para permitir la existencia de agua líquida. En el caso de este astro, las condiciones son muy distintas. Así lo corroboró otro de los autores del trabajo publicado ayer en Nature, Brice-Olivier Demory, de la Universidad de Berna: “Si tuviese que apostar en qué lugar del cosmos vamos a terminar encontrando vida, sería aquí".

¿En qué se basa tal optimismo? La energía que desprende una estrella enana como esta es mucho más débil que la que emana del Sol. Por eso, un planeta debe aproximarse mucho más a ella para caer dentro de su zona de habitabilidad (es decir, el área de confort donde no hace demasiado frío ni demasiado calor y es posible que se den las condiciones necesarias para la vida). Los cuerpos que orbitan estos astros deben hacerlo en órbitas mucho más apretadas y cercanas, como si comprimiéramos las calles de una pista de atletismo y se acercaran mucho los corredores entre sí. Eso es exactamente lo que parece observarse en TRAPPIST-1: una configuración de siete planetas, de tamaño similar a Venus o la Tierra todos ellos, corriendo muy pegados a su estrella poco luminosa. Nunca antes se había detectado nada igual.

La historia de este hallazgo comenzó hace un año. En aquel momento, algunos datos obtenidos por telescopios sugerían la existencia de tres cuerpos orbitando TRAPPIST-1. Se pudieron detectar mediante la técnica que generalmente se emplea para buscar planetas extrasolares. Cuando un planeta gira alrededor de su estrella de referencia, produce una ligera alteración en la luz que esta emite hacia nosotros. Es como si un mosquito proyectara su sombra al girar alrededor de una bombilla.

Estas perturbaciones pueden ser detectadas con telescopios en tierra. No se ve el planeta, pero sí su huella. Tras el hallazgo de esos tres posibles planetas, científicos instalados en telescopios de todo el mundo (entre ellos el de La Palma, en España) realizaron una exhaustiva observación del astro.

Un año después, tras analizar los datos de todas esas observaciones, se ha podido determinar que en realidad los tres planetas son siete y que son muy parecidos en forma y tamaño al nuestro.

Lo cierto es que encontrar planetas alrededor de una estrella enana es más sencillo que hacerlo alrededor de una estrella como la nuestra. Los planetas que la rodean, al estar más cerca, giran a mayor velocidad y, por lo tanto, producen más distorsiones observables en la luz. El 15 por 100 de las estrellas más o menos cercanas a nuestro Sol son de este tipo. De hecho hay 600 astros candidatos a ser observados en el futuro que tienen las mismas características.

Esos nos enfrenta a una pregunta que asombra. ¿Si mirando un solo caso hemos detectado un sistema planetario tan similar al nuestro, qué ocurrirá cuando exploremos otros 600 casos parecidos? ¿Es más común de lo que creemos que existan sistemas planetarios como el solar? ¿Es más común de lo que creemos la vida en el espacio?

El próximo paso que quieren dar los científicos es analizar las propiedades atmosféricas de estos nuevos planetas. El telescopio James Webb que sustituirá en breve al Hubble tiene herramientas capaces de detectar en ellos la marca de ozono. Si esa molécula estuviera presente en la atmósfera de alguno de esos planetas podría indicar que en su superficie existe actividad biológica. El cerco a la vida extraterrestre se estrecha.