Agencia Espacial Europea

La incansable nave Rosetta se acerca a su destino

Un decenio después de su lanzamiento, la nave Rosetta, un auténtico laboratorio volante, está a sólo dos meses de su destino: el cometa 67P/Churymov-Gerasimenko, la roca de polvo y hielo a la que seguirá y estudiará durante su intenso viaje hacia el Sol.

Rosetta, una nave de la Agencia Espacial Europea (ESA), fue lanzada desde la base espacial de Kourou (Guayana Francesa) en marzo de 2004 y, desde entonces, ha viajado hasta situarse a unos 800 millones de kilómetros del Sol, sobrevolando la Tierra hasta en tres ocasiones, acercándose a la órbita de Júpiter y pasando cerca de Marte y de otros asteroides.

De hecho, su viaje ha sido tan largo que ha estado en hibernación -con sus sistemas apagados para ahorrar energía- durante casi mil días, hasta que el pasado 20 de enero «despertó» y comenzó a reactivar todos sus sistemas de forma automática.

Desde entonces, un grupo de 25 científicos, 11 de ellos españoles, trabajan para conseguir algo histórico: que la nave orbite alrededor del cometa ralentizando su velocidad hasta situarse lo suficientemente cerca como para depositar en su superficie la sonda 'Philae', el módulo encargado de extraer muestras y analizar la estructura y composición del cometa.

«Rosetta es la primera nave que viaja a un cometa para colocar una sonda en su superficie, una misión inédita y llena de riesgos que servirá para estudiar y comprender mejor el origen y la evolución del Sistema Solar», ha explicado a los periodistas Laurence O'Rourke, coordinador de operaciones científicas.

«El cometa despertó en enero y desde entonces todo ha funcionado muy bien y sus instrumentos están a punto: algo impresionante, si tenemos en cuenta que han pasado diez años desde su lanzamiento», destaca.

A partir de ahora, Rosetta reducirá su velocidad paulatinamente (ahora viaja a 300 metros por segundo) y, con la ayuda de sus motores, que se encenderán y apagarán cada dos semanas para frenarlo, en agosto orbitará alrededor del cometa a un metro por segundo.

«En ese momento», ha explicado O'Rourke, «trazará una órbita alrededor del cometa de 100 kilómetros que poco a poco irá reduciendo hasta los 10 kilómetros», gracias a una complicada serie de maniobras que, orquestadas desde la ESA, marcarán la trayectoria de la nave en su aproximación.

Mientras duren estas labores de acercamiento, Rosetta estudiará la superficie del cometa, realizará mapas y elegirá el punto más adecuado para el aterrizaje en noviembre de la sonda Philae.

Aunque la labor de Philae es importante, «es sólo una parte de la misión de Rosetta» que, si todo va bien, seguirá al cometa hasta principios de 2015: «Una maravilla de viaje, pero también un gran reto porque un cometa es algo vivo, que a medida que se aproxima al Sol produce gas y aumenta su actividad», precisa O'Rourke.

De momento, las observaciones de Rosetta han revelado que el cometa ha entrado en actividad y está generando ya la «coma», el material de gas y polvo que sale del núcleo y posteriormente formará la característica cola de este cuerpo celeste.

«Los cometas están hechos del mismo material con que se formaron los planetas pero sin procesar, así que estudiándolos podemos aprender mucho de cómo se formó el Sistema Solar», recuerda Michael Kuppers, del Centro de Operaciones Científicas de Rosetta.

El objetivo de la misión es estudiar la estructura y composición del núcleo de 67P /Churymov/Gerasimenko, para saber si en los inicios de nuestro sistema, «cuando la Tierra era muy joven y cometas y asteroides chocaban contra ella, éstos pudieron dejar agua en nuestro planeta ..., y estudiar también si trajeron las moléculas o 'ingredientes'que dieron origen a la vida», concluye el científico.

En cualquier caso, el hecho de seguir a un cometa a lo largo de su viaje hacia el Sol registrando sus cambios a medida que se calienta, hace que esta misión sea algo «extraordinario».