Ciencia

Los científicos mienten ocho veces más que las científicas

La gran mayoría de investigadores que fueron sancionados por manipular sus estudios eran hombres, según un estudio. Los jefes con puestos más altos son los que más engañan

Un laboratorio científico, en una imagen de archivo
Un laboratorio científico, en una imagen de archivolarazon

Aunque no se sabe muy bien por qué, los hombres son mucho más propensos que las mujeres al fraude, el asesinato o a acabar en la cárcel. Algunos expertos encuentran en estos hechos la evidencia de que los hombres tienen una tendencia mucho mayor a asumir riesgos, por malo que sea el castigo al que se exponen. Un nuevo estudio acaba de encontrar un nuevo ámbito en el que esas diferencias entre varones y hembras son marcadísimas: la ciencia.

Según el trabajo, los hombres son hasta ocho veces más propensos a cometer fraudes científicos que las mujeres. El trabajo, publicado en la revista mBio, ha analizado casos en los que se culpó a científicos de apañar y manipular sus experimentos, mentir sobre sus resultados u otras formas de conductas poco éticas. El estudio se centró en los casos de fraude científico registrados entre 1994 y 2012 por la Oficina de Integridad en la Investigación, un organismo dependiente del Departamento de Salud de EEUU (equivalente a un ministerio en España) y que supervisa todos los estudios financiados con fondos públicos de ese departamento.

De los 228 casos registrados, un 66% lo protagonizaron hombres. El porcentaje de mujeres que engañaron en sus trabajos fue mucho menor de lo que les correspondería proporcionalmente teniendo en cuenta el número de mujeres y hombres que se dedican a la ciencia en EEUU. El estudio dividió los casos por el tipo de puesto que ostentaba el protagonista y fue así como se encontró otro dato nuevo y sorprendente: la mayoría de los fraudes los cometen los investigadores mejor situados, no los becarios y los estudiantes, como se pensaba.

De todos los casos detectados entre el profesorado (investigadores con un puesto permanente), el 88% fue atribuido a hombres. De hecho, de un total de 72 casos registrados en este grupo, sólo nueve eran mujeres, un tercio de lo que correspondería si las féminas fuesen igual de propensas a engañar en sus estudios (el 30% de todo el profesorado de EEUU son mujeres).

El trabajo es todo un mandoble al establishment científico, ya que demuestra que, al menos en los casos estudiados, la corrupción de la ética científica es mayor entre aquellos que más deberían respetarla.

"Cuando miras los números ves que el problema de la mala conducta existe a lo largo de todos los escalafones científicos", explica Arturo Casadevall, coautor del trabajo e investigador de la Facultad de Medicina Albert Einstein de la Universidad Yeshiva (EEUU) en una nota de prensa."El profesorado y otro tipo de personal contratado protagonizó el 60% de los casos, mientras que los estudiantes y los investigadores postdoctorales sólo fueron responsables del 41%", añade el investigador.

Fraude y asesinato

El estudio no analiza por qué los hombres cometen más fraude que las mujeres. Los autores citan "múltiples factores"biológicos, sociales y culturales que pueden explicarlo y añaden que últimamente "se ha prestado mucho interés a que las científicas jóvenes afrontan retos únicos cuando deben decidir entre sus intereses profesionales y personales y también al posible sesgo a la hora de contratar nuevos científicos que cometen los investigadores veteranos, que son hombres en su mayoría", dice el estudio.

Es curioso señalar que el 88,8% de los asesinatos cometidos entre 1976 y 2005 los cometieron hombres, según explica a Materia Ferric Fang, investigador de la Universidad de Washington y coautor del estudio, citando datos de la Oficina de Estadística Legal de EEUU. Salvando las evidentes distancias, es una proporción casi exacta a la encontrada en el fraude científico del profesorado.

El trabajo cita específicamente los asesinatos como uno de los campos en los que más marcada es la diferencia de comportamiento entre sexos y destaca que, a pesar de la evolución hacia sociedades más igualitarias, esa desproporción no ha cambiado. Sí lo está haciendo en otros delitos menos graves como el robo, o conductas impropias, como copiar en los exámenes, destaca el trabajo. Aunque los datos del presente estudio son muy limitados, según reconocen sus propios autores, estos señalan que en ciencia tampoco han observado una armonización hacia un reparto más equilibrado del fraude científico.

También en España

Otro asunto urgente es que las medidas contra el fraude puedan estar cayendo en saco roto. Los Institutos Nacionales de Salud, que son la principal fuente de financiación estatal de la ciencia en EEUU, obliga a los estudiantes y postdocs que reciben dinero público para investigar a que sigan cursos de ética científica. Los científicos asentados, sin embargo, no tienen que hacer esos cursos, aunque, según los datos del trabajo, son los que más los necesitan. De hecho, los autores citan otro estudio sobre los casos de fraude registrados por la ORI destacó que algunos miembros del profesorado reconocieron haber cometido fraude "por la convicción de que no les descubrirían".

En España no existen bases de datos como la de la ORI ni muchos estudios como el de Casadevall, explica el investigador Pere Puigdomènech, que fue hasta el año pasado y durante cuatro años el presidente del Comité de Ética del CSIC. "No creo que nadie haya hecho este tipo de estudio en España, no es fácil encontrar datos sobre este tema porque no hay tradición de que estos asuntos se aireen", señala. A nivel personal, Puigdomènech reconoce que se cumple lo observado en EEUU. "En los cuatro años que estuve al frente del comité, los casos de fraude más relevantes eran de hombres", comenta.

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