Investigación

Los cinco genes en mujeres y los dos en hombres que aumentan el riesgo de obesidad

Un nuevo estudio arroja luz sobre los mecanismos biológicos que interconectan la edad, el sexo y el riesgo de sufrir un grado de sobrepeso patológico

 Predisposición genética a la obesidad.
Predisposición genética a la obesidad. Instituto de Obesidad

Nadie tiene la culpa de engordar. Aquellos mensajes de antaño que culpabilizaban al individuo de su obesidad («comes basura», «no te mueves», «no tienes fuerza de voluntad») son cada vez más denostados por la comunidad científica. Hoy sabemos que existen muchos factores que pueden conducir al sobrepeso y que no todos (de hecho, quizás muy pocos) dependen en exclusiva de la voluntad del paciente.

Sí, es cierto que los hábitos de alimentación y actividad son importantes a la hora de evitar que el cuerpo pierda su equilibrio metabólico ideal. Pero hay evidencias nuevas que apuntan a otros causantes. ¿Y si, por ejemplo, la dotación genética fuera un ingrediente fundamental del cóctel que conduce a ser obeso?

Un nuevo estudio conocido esta semana a través de las páginas de la revista «Cell Genomics» puede arrojar luz sobre nuevos mecanismos biológicos que interconectan la edad, el sexo y el riesgo de sufrir un grado patológico de obesidad. En concreto, se ha identificado un nuevo paquete de genes que parecen afectar el riesgo de engordar en exceso en determinadas circunstancias.

El investigador de la Universidad de Cambridge John Perry, autor principal del estudio, ha sido muy claro al evaluar los resultados de su trabajo: «Hay un millón de factores que deberíamos tener en cuenta antes de asumir que todo el mundo engorda o enferma de la misma manera». Sabemos que agentes como las hormonas o el estado psicológico intervienen definitivamente en que unas personas sean más propensas que otras a ganar peso de manera descontrolada. Ahora, debemos añadir también, según esta publicación, un puñado de genes responsables.

El trabajo pretendía definir si el sexo de una persona es un factor decisivo a la hora de prever su tendencia a la obesidad. Para ello, reclutaron datos genéticos de 414.032 personas compartidos en el estudio UK Biobank y extrajeron una base de datos del exoma (es decir la parte del genoma que se encarga de codificar proteínas) de cada individuo.

La intención era encontrar variantes o mutaciones en genes asociados al Índice de Masa Corporal en hombres y mujeres. Es decir, averiguar si un mismo gen que participa en la formación de la grasa, el músculo o el sistema endocrino se encuentra modificado en alguna dirección en función del sexo.

Efectivamente, se halló una tendencia estadística a que las mujeres expresaran cinco genes diferentes relacionados con el Índice de Masa Corporal y los hombres dos.

Entre esos genes, se hallaron variantes de tres de ellos (DIDO1, PTPRG y SLC12A5) que cuando aparecían provocaban mayores Índices de Masa Corporal en mujeres (que provocaban una media de 8 kilos más de peso por individuo) pero que no tenían el mismo efecto en los hombres.

Cerca del 80 por 100 de las mujeres con las variantes DIDO1 y SLC12A5 activadas sufrían obesidad.

El estudio ha buscado algunos mecanismos moleculares por los cuales estos genes pueden provocar resta distorsión en los ratios medios. Y se descubrió las variantes de DIDO1 están muy relacionadas con aumentos de la producción de testosterona y crecimientos mayores del ratio de tamaño entre el pecho y la cadera. Las personas con la variante SLC12A5 tienen mayor riesgo de padecer diabetes tipo 2.

Los investigadores también han hallado dos variantes genéticas antes inexploradas que podrían estar relacionadas con un mayor riesgo de obesidad durante la infancia, pero que no intervienen en la obesidad en edad adulta.

Otros factores

Lo más sorprendente es que buena parte de estos genes asociados al riesgo de engordar tienen otra función importante: están relacionados con la respuesta genética de protección ante el daño y el envejecimiento celular.

Las células, durante su ciclo de vida, desarrollan diferentes mecanismos de reparación antes lo daños propios de su actividad. Y estos mecanismos están regulados por genes. ¿Qué significa que algunos de estos genes protectores también estén involucrados en el proceso que conduce a la obesidad? El doctor Perry lo explica: «Está claro que la obesidad es un proceso regulado por el cerebro en el que intervienen factores como la dieta, factores ambientales, psicológico y también biológicos. Entre estos últimos, de momento no entendemos muy bien cómo el proceso de respuesta al envejecimiento celular afecta al modo en el que engordamos. Pero no cabe duda de que afecta».

El siguiente paso será replicar estos estudios en más personas y en animales para determinar si la modificación de algunos genes puede tener un efecto definitivo en la lucha contra una de las patologías más comunes del siglo XXI, el sobrepeso no controlado.