Cambios climáticos

De Chamberí a la Cumbre del Clima

Patricia Ramos es una de los 500 jóvenes que hablará ante líderes mundiales sobre la relación que hay entre el cambio climático y las niñas. Es activista desde los 14 años

Ahora tiene 19 años, pero ya lleva cinco colaborando con Plan International /Foto: Connie G. Santos
Ahora tiene 19 años, pero ya lleva cinco colaborando con Plan International /Foto: Connie G. Santoslarazon

Patricia Ramos es una de los 500 jóvenes que hablará ante líderes mundiales sobre la relación que hay entre el cambio climático y las niñas. Es activista desde los 14 años

Para su familia, Patricia Ramos no es Pati ni Patri, «me llaman BioPat», reconoce esta joven madrileña mientras se sonroja. El mote se lo ha ganado a la fuerza. «Soy activista desde que tengo 14 años». Ahora cuenta con 19. Y los primeros «damnificados» por sus acciones son sus familiares más cercanos. «He conseguido que mi hermana mayor ponga tres tipos de cubos en su cocina minúscula», dice con orgullo. Ella es una de los 500 jóvenes que ha seleccionado Naciones Unidos para participar en la Cumbre de la Juventud sobre el Clima. Compartirá debate con una de las caras más conocidas de este movimiento, Greta Thunberg. Jamás se imaginó que podría hablar ante cientos de líderes mundiales y, mucho menos, sobre los problemas del medio ambiente y su relación con las mujeres y la infancia. «¿Sabes que las niñas son las principales damnificadas por el cambio climático?». Lanza la pregunta a la periodista muy segura. Cree en cada palabra que dice. «En países como Malaui, donde las sequías cada vez son más importantes, existe un fenómeno llamado ‘‘las novias de la sequía’’. Los padres al no poder alimentar a sus hijos por no poder cultivar, casan a sus hijas para quedarse con la dote», describe. Estos ejemplos son los que quiere exponer en Nueva York.

Pero su concienciación empieza en su barrio. «Vivo en Chamberí y sí que veo cómo mis vecinos cada día reciclan más. Eso sí, muchas de las cajas se quedan fuera del contenedor azul», dice con tono de leve regañina. «He visto que también están incorporando el contenedor orgánico. Todos los pequeños gestos cuentan», insiste. Pero sabe que la ciudad aún no está del todo adaptada para el reciclaje. «¿A dónde llevas las pilas cuando se acaban? No hay suficientes puntos de recogida, ya que los han colocado en ciertas paradas de autobús», insiste.

Apoya todas las medidas relacionadas con mejorar la movilidad, no comprende por qué todo el mundo «se tiene que mover en coche. Sobre todo los que viven por mi zona. Tenemos una parada de Metro con tres líneas distintas. Así puedes llegar a cualquier sitio», asevera.

Insiste en que «no me gusta que me llamen la Greta española», pero los que viven a su alrededor sí la perciben como tal. «Intento gastar el mínimo de agua y comprar las cosas a granel en los supermercados, pero entiendo que no todo el mundo puede hacer lo mismo. Para mí es fácil no utilizar un vehículo contaminante, pero comprendo que una persona que vive a las afueras y tiene que ir al centro a trabajar cada día se vea obligado a cogerlo y a no pasar dos horas en el transporte público». Es activista, pero «no me considero radical». Eso sí, «he dejado de comer carne. Tengo amigas que han dejado de consumir animales, pero yo aún tomo pescado, creo que es un proceso que va poco a poco».

Está especialmente concienciada con la contaminación ambiental, «es una consecuencia más del cambio climático, de lo mal que lo hemos hecho y que lo hacemos los humanos. Estamos destruyendo el planeta y parece que a los políticos no les importa», afirma indignada.

Ella forma parte del movimiento juvenil «Fridays for Future» que cada viernes se manifiesta a las puertas del Congreso. «Me enganché al movimiento cuando ya había empezado y ahora intento ir siempre que puedo», afirma. Y es que no es fácil compaginar sus clases de Medicina en la Universidad Autónoma con las acciones de activismo que realiza con Plan Internacional. Fue con esta ONG con la que se inició. «Vinieron a dar una charla a mi instituto (el Joaquín Turina) y nos hablaron de los problemas que sufren las niñas en otros países. Su mensaje me llegó y así empezó todo», dice orgullosa. Desde esta entidad han apoyado a Patricia en cada uno de los pasos que ha dado y, junto a ellos, ha conseguido la invitación a la cumbre de jóvenes. «El cambio climático y sus efectos es uno de los mayores desafíos que todos tenemos que afrontar durante los próximos años. Se trata de una cuestión de derechos humanos, de desarrollo y de igualdad. Los niños y especialmente las niñas, se verán aún más afectados que el resto de la población, sobre todo en los contextos más vulnerables porque se enfrentan a la pérdida de acceso a la educación y protección, y a un riesgo mucho mayor de sufrir violencia y abusos, así como a la pérdida de recursos y medios de subsistencia», afirma Concha López, directora general de Plan International España.

Gestos por el cambio

Patricia está más nerviosa por las entrevistas con la Prensa que por su visita a Naciones Unidas. «Me hace mucha ilusión, pero no es la primera vez que hablo delante de políticos, aunque no creo que podamos dar todos un discurso. Supongo que nos repartiremos en grupos», afirma. La verdad es que la joven ya tiene tablas. Hace cinco años, por el Día de la Niña, habló delante de los parlamentarios de la Asamblea de Madrid. «Aún lo recuerdo, acababa de entrar en Plan y les expliqué a los políticos madrileños los problemas que sufren muchas niñas».

Además de gestos como el recorte en el consumo de agua o «el concienciarme de lo importante que es solo usar la luz necesaria», otro de los aspectos de su vida que poco a poco ha ido cambiando es el del consumo de ropa: «Solo compro lo imprescindible».