Chile

Doce lunas más para Júpiter

De la docena nueva, nueve están en la órbita externa y giran en sentido contrario al planeta. Otros dos se ubican en la interna y se mueven a la par. ¿Qué pasa con el restante? Que es un «kamikaze» y genera una «situación inestable»: está entre los más alejados, pero rota como los más próximos.

Doce lunas más para Júpiter
Doce lunas más para Júpiterlarazon

De la docena nueva, nueve están en la órbita externa y giran en sentido contrario al planeta. Otros dos se ubican en la interna y se mueven a la par. ¿Qué pasa con el restante? Que es un «kamikaze» y genera una «situación inestable»: está entre los más alejados, pero rota como los más próximos.

Júpiter se lleva la medalla de oro en lunas. Desde ayer, la lista de satélites que orbitan alrededor del planeta más grande y más antiguo del Sistema Solar se eleva a 79, doce más de las que se conocían hasta hace tan solo unas horas. Son tantas las lunas descubiertas que muchas ya han sido bautizadas con nombres mitológicos, pero otras tantas aún se diferencian del resto por un simple código numérico. Ahora, este gigante gaseoso pone distancia con respecto a Saturno, el segundo en el ránking, y del que por el momento se conocen 62 satélites. De esta docena de incorporaciones, nueve son exteriores y se mueven en dirección opuesta a la rotación de Júpiter. Otros dos lo hacen a la par. Todas ellas entran dentro de las que los astrónomos califican como «normales». La luna que resta, la más pequeña de todas, es una mezcla de los dos tipos anteriores, algo novedosos entre los satélites jovianos: un «cuerpo extraño». ¿El problema? Que avanza al nivel de las lejanas, pero con la dirección de las cercanas a la superficie. Los descubridores la califican de «kamikaze».

La cara visible de este paso adelante en el campo de la astronomía es Scott S. Sheppard, director de la investigación y miembro del Carnegie Institution for Science de Washington (Estados Unidos). El primer hallazgo llegó hace ya más de un año, concretamente en primavera de 2017, cuando este equipo de expertos se encontraba observando objetos distantes del Sistema Solar en busca de un planeta aún más lejano a Plutón: el llamado «Noveno Planeta» o «Planeta X». Antes, en 2014, ya se habían encontrado indicios de que existía algo más allá del último planeta conocido. La búsqueda de nuevos cuerpos celestes viene de lejos.

«Dio la casualidad de que Júpiter estaba cerca de los campos de observación donde estábamos buscando objetos extremadamente distantes en el Sistema Solar, así que increíblemente fuimos capaces de ver nuevas lunas alrededor de Júpiter mientras, al mismo tiempo, intentábamos dar con nuevos planetas», explica Sheppard. En total, el proceso se extendió durante algo más de un año, ya que, como explican los propios responsables, es necesario hacer varias observaciones antes de que la comunidad científica dé por buena la teoría de que hay un nuevo objeto orbitando alrededor de un planeta.

Con excepción de ese nuevo «cuerpo extraño», las restantes once nuevas lunas se integran a la perfección en el sistema de Júpiter. Las nueve externas, las que se desplazan al revés que el planeta, se agrupan en tres conjuntos orbitales distintos. Todas tienen menos de tres kilómetros de diámetro y tardan unos dos años en rodear Júpiter. Los expertos creen que es debido a que se trata de restos de tres cuerpos más grandes que se fragmentaron en otros más pequeños después de colisionar con otros objetos astronómicos –pudieron ser asteroides, cometas, o también otros satélites–.

Las otras dos lunas «normales» se encuentran más cerca de la superficie del planeta y además se mueven a su mismo compás. Ambas tienen distancias orbitales y ángulos de inclinación muy similares, por lo que no se descarta la hipótesis de que al igual que las anteriores también procedan de un mismo cuerpo original. Medido en tiempos de la Tierra, estos dos satélites tardan menos de un año en completar su recorrido en torno a Júpiter.

Según los descubridores, el problema está en la que resta porque está produciendo una «situación inestable» en el entorno del planeta. El hecho de que se mueva en el mismo terreno que las lunas exteriores pero que aún así siga el recorrido de las interiores hace que sea más que posible que se acabe produciendo una colisión que pueda acabar con alguna de las 79 lunas que ahora mismo se sabe que giran alrededor del gran cuerpo gaseoso. Estos choques podrían incluso reducir alguna de ellas «a polvo», según Sheppard.

«Nuestro otro descubrimiento es un cuerpo extraño que orbita como ningún otro en Júpiter. También es su luna más pequeña conocida, con menos de un kilómetro de diámetro», añade el astrónomo. Su descubrimiento da fuerza a la teoría de que las colisiones que crearon estos satélites no coincidieron en el tiempo con la formación del propio planeta, cuando el Sol aún estaba rodeado por una atmósfera de gas y polvo producto, precisamente, de la creación de los grandes astros que orbitan a su alrededor.

Y es que los científicos estiman que, debido a su reducido tamaño, estas lunas están fuertemente influenciadas por el polvo y el gas que se encuentra en suspensión. Por eso, si estos materiales hubieran estado presentes en el momento de la generación de Júpiter habrían sido arrastrados por los residuos hacia la superficie de Júpiter. «Su existencia muestra que probablemente se formaron después de que el gas y el polvo se disiparon», concluyen.

Y parece que los avances no se quedarán aquí. Sheppard espera que después de nuevas observaciones, en los próximos tiempos el número de lunas de Júpiter conocidas aumente hasta superar el centenar. Los investigadores están llevando a cabo el estudio con la nueva cámara de energía oscura del telescopio Blanco del Observatorio Interamericano del Cerro Tololo de Chile. Este aparato tiene en su haber el honor de haber descubierto el 70 por ciento del universo conocido. Además, los descubrimientos fueron corroborados con otros telescopios de última tecnología y gran potencia empleados por el Observatorio Astronómico Óptico Nacional de los Estados Unidos.

A pesar de que aún no está claro al cien por cien de dónde procede y cómo puede mantenerse en movimiento en sentido contrario al resto, los astrónomos al frente del hallazgo ya han pensado un nombre para esta nueva incorporación al dibujo del Sistema Solar: Valetudo. En la mitología romana, Valetudo era la bisnieta de Júpiter –padre del resto de dioses y de los hombres–, diosa de la salud y de la higiene. Este «bautismo» seguiría con la tendencia de nombrar a los nuevos astros en honor de personajes de la mitología.

En cuanto a la situación actual en el resto del Sistema Solar, a las 79 lunas de Júpiter se unen las 62 de Saturno, las 27 de Urano, las 14 de Neptuno, las cinco de Plutón, las dos de Marte y de Haumea, y el satélite único de la Tierra, de Makemake, de Eris, de Orcus y de Quaoar. Por la cercanía e influencia del Sol, ni Mercurio ni Venus cuentan con satélites conocidos.