Chile

El «alien» de Atacama era un niña con malformaciones

Resuelto el enigma de «Ata», el esqueleto hallado en el desierto chileno hace 15 años.

El cuerpo, de 15 centímetros de largo, consta de 10 pares de costillas y huesos que se asemejan a los huesos de una niña
El cuerpo, de 15 centímetros de largo, consta de 10 pares de costillas y huesos que se asemejan a los huesos de una niñalarazon

Resuelto el enigma de «Ata», el esqueleto hallado en el desierto chileno hace 15 años.

Su esqueleto se descubrió en una bolsa de cuero detrás de una iglesia abandonada en pleno desierto de Atacama (Chile) en agosto de 2003: era una figura diminuta, de apenas 15 centímetros de largo, con una cabeza cónica, 10 pares de costillas y unos huesos que parecían los de un niño de ocho años. Más tarde le pondrían un nombre cariñoso: «Ata». Su rareza la convirtió en una pieza muy demandada dentro del mercado negro de la arqueología y terminó en manos de un coleccionista en España que pensó que podrían ser los restos de un extraterrestre. Así fue como se ganó el apodo del «alien» de Atacama.

Quince años después, un análisis forense del genoma de «Ata» que han realizado científicos de la Universidad de San Francisco (California, EE UU) y de la Universidad de Stanford ha demostrado que es humano. Su ADN corresponde al de una niña moderna con la mezcla de marcadores ancestrales nativo-americanos y europeos que, previsiblemente, podría pertenecer al de una vecina de la zona.

La investigación asegura, asimismo, que su especial aspecto probablemente pueda explicarse por una serie de mutaciones genéticas raras, algunas ya conocidas, otras recientemente descubiertas, que están relacionadas con el enanismo y otros trastornos óseos y del crecimiento.

Su descubrimiento, publicado en «Genome Research», evapora la fábula de los orígenes extraterrestres de «Ata». Del mismo modo, también ilustra todo lo que ha avanzado la ciencia a la hora de analizar los datos genéticos de los individuos. Y es que los investigadores analizaron más de 2,7 millones de variantes para determinar cuáles eran las malformaciones específicas que padecía. «Los análisis bioinformáticos que son de dominio públicos nos condujeron al descubrimiento de variantes nocivas novedosas y raras en los genes asociados con el fenotipo de “Ata”», afirmó Sanchita Bhattacharya, investigadora bioinformática del Instituto UCSF de Ciencias de la Salud Computacional de la universidad. «El análisis fue aún más desafiante por la limitada cantidad de información sobre el especimen que teníamos y por la falta de antecedentes familiares. Es un caso único».

Bhattacharya utilizó Human Phenotype Ontology (HPO), una base de datos que relaciona los datos genómicos con los fenotipos anormales.