Sevilla
El confidente, la otra víctima del «caso Marta del Castillo»
El colaborador de la Policía, a juicio por vulnerar la orden de alejamiento del Cuco.
Los ojos de Óscar transmiten seguridad, el mentón firme, determinación, su tono, contundencia: «Estuve durante dos años viviendo con los padres del Cuco con el único propósito de averiguar dónde estaba el cuerpo de Marta del Castillo. Aquello fue agotador, pero aguanté. Puedo esperar hasta el 8 de enero para que en una sala de justicia se escuche cómo durante ese tiempo colaboré de forma estrecha con la Policía». LA RAZÓN ha podido hablar con él 24 horas después del fallido juicio que debería haberse celebrado en Sevilla este viernes. En el banquillo se sentaron los padres del Cuco y el propio Óscar. La imputación: haber colaborado con el Cuco para que vulnerase la orden de alejamiento de 50 kilómetros de Sevilla, donde reside la familia de Marta, en noviembre de 2010. Fiscalía pide para cada uno de los tres acusados poco más de 6.000 euros de condena. Se trata de una suma seria, pero lo que en realidad está en juego alcanza una trascendencia de tal magnitud que va mucho más allá de una simple multa económica. «Colaboré con la Policía de Sevilla. Estuve infiltrado y les pasé datos, grabaciones y les orienté en la investigación. Sé que, desde que hablé en Espejo Público, me niegan en voz baja y extraoficialmente. No se atreven a dar la cara. Quieren socavar mi credibilidad y no lo voy a tolerar. Fruto de aquella colaboración tan estrecha, ocurrió que yo conducía el coche en el que el Cuco se saltó la orden de alejamiento. Jamás debería haber sido acusado. Ellos sabían cuáles eran los planes porque se los conté el día anterior. Si conducía ese vehículo es porque me lo pidieron y ahora quieren escurrir el bulto. Su cobardía me obliga a mí a sentarme en el banquillo. Pero ya aviso, cuando me pregunten diré la verdad sin maquillajes, caiga quien caiga. Dudo que los agentes tengan la gallardía de reconocer mi condición. Lo más seguro es que me nieguen como hizo Pedro con Jesús. Pero les recuerdo que las mentiras en juicio son delito, que no lo olviden».
Este viernes no hubo ocasión para que verdades y mentiras resonaran en la vista oral. «Hasta que se suspendió quisieron llegar a un acuerdo. Me tentaron con condenarme a una mínima cantidad de dinero que no debería pagar nunca. Le respondí a mi abogada: “Dile al fiscal que aunque me ofrezca un acuerdo en el que sólo deba pagar un euro a cambio de declararme culpable, lo rechazo. Mi honor y mi palabra no tienen precio”. ¿Quién tiene miedo y a qué? A mí no me asusta la verdad. A otros parece que sí», anuncia, y saca un cd con nuevas grabaciones. «Yo puedo demostrar todo lo que digo”.
La investigación del asesinato de Marta del Castillo presenta numerosas aristas y la historia del infiltrado es sólo una de ellas. La sensación generalizada es que unos niñatos se han reído de la policía y de la justicia de este país. La hija de Antonio y Eva fue asesinada el 24 de enero de 2009. Casi dos años después se produjo el incidente que ahora se quiere juzgar. «Rosalía se estaba dando cuenta de que el Cuco llevaba mucho tiempo en el centro de menores y que estaba a punto de romperse. A lo mejor hablaba y contaba algo que a ella le pudiera perjudicar, por eso orquestó el acercamiento a Sevilla, porque quería animarlo», explica Óscar. «Cuando nos pararon y se llevaron al menor, la madre gritó: “¡Hijo, calladito hasta que yo llegue!”, pero el Cuco se rompió y confesó que estuvo allí y que ayudó a encubrir el crimen». El infiltrado lo sabe porque estuvo presente durante el interrogatorio y porque lo grabó entero. Nadie critica la estrategia ni los esfuerzos por dar con el paradero de Marta. «Lo que a mí me entristece es que me quieran dejar tirado. La valentía no es el enfrentarse a un tigre o un caimán; es el llevar la verdad por delante y admitir la realidad».
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