Kiev
El drama de 135 familias españolas en el limbo de la gestación subrogada
A la treintena de parejas que aguardan en Kiev para poder regresar a casa con sus hijos, se suman las que esperan en España a que la gestante dé a luz para ir a Ucrania.
A la treintena de parejas que aguardan en Kiev para poder regresar a casa con sus hijos, se suman las que esperan en España a que la gestante dé a luz para ir a Ucrania.
Dejando a un lado el debate de gestación subrogada sí o gestación subrogada no, el problema ahora mismo son las familias que están atrapadas en Kiev sin poder regresar a España con sus hijos, así como todas aquellas parejas que están esperando en nuestro país a que nazca su hijo en Ucrania. «Estamos en mitad de un proceso del que no nos podemos echar atrás. Si lo tuviese que iniciar hoy y me dijeran los problemas que íbamos a tener igual me lo pensaría», explica Lola. Para ella, la decisión de acudir a la gestación subrogada para convertirse en madre no fue fácil de tomar y vino después de muchos intentos por varios medios de quedarse embarazada. «Al principio los médicos nos dijeron que el esperma de mi marido no era muy bueno. Tras intentarlo por fecundación artificial pasamos a la in vitro para aumentar las posibilidades, pero no funcionó», subraya. Después de pasar por más pruebas, el diagnóstico final fue que Lola padece endometriosis, una enfermedad que afecta al endometrio, al útero e incluso al intestino. «La operación era muy arriesgada porque había que cortar una parte del intestino para limpiar bien la zona. No había garantías de que después de eso me podría quedar embarazada y además había posibilidades de que, si salía mal, necesitase una bolsa para defecar el resto de mi vida», recuerda. Tras escuchar los consejos de los facultativos, Lola decidió que solo pasaría por quirófano cuando su vida corriese peligro.
Ahí fue cuando empezó a buscar información sobre la gestación subrogada. En junio de 2017 ella y su marido viajaron a Kiev para firmar el contrato y a día de hoy, a apenas un mes de que su gestante salga de cuentas, explica que mantiene contacto diario con ella. «Está muy dolida por lo que estamos sufriendo, pero dice que me va a ayudar a cumplir mi sueño y en parte yo también estoy contribuyendo a que el suyo se haga realidad», cuenta, y puntualiza que no es verdad que todas las mujeres ucranianas que deciden pasar por este proceso procedan de familias pobres: «Ella tiene dos hijos y con su trabajo le da para vivir. Quiere montar una empresa para que niños con discapacidad puedan hacer terapias con caballos y este dinero le viene muy bien».
María, nombre ficticio, es otra de las españolas afectadas. Nos pide nos dar su nombre real. Ella, su marido y la gestante salen de cuentas «el 22 de noviembre. ¡Es un niño!».
«No vamos a dejar de ir a Ucrania, es nuestro hijo», afirma María que hace cábalas para ver todo el tiempo que le puede llevar traer a su pequeño a España: «No hay manera alguna de justificar tanto tiempo. Nos hemos guardado las vacaciones, luego tendremos que cogernos una excedencia porque por desgracia esto va a ir para largo. Hay familias, incluso que se están teniendo que despedir de sus empresas».
Aunque ése no es el caso de María. Su temor es saber si va a poder estar tanto tiempo sin tratamiento: «Sufro una minusvalía acreditada del 43%. Estoy bajo tratamiento en Madrid y allí, en Ucrania, no tengo los servicios médicos que necesito». Puede estar un par de semanas sin tratamiento, pero más de un mes no. «Escribí a la Embajada pidiendo que me informaran al respecto y lo único que me mandaron fue una lista de hospitales en la que se incluía hasta una clínica de fertilidad...». En cualquier caso, no va a dejar de ir.
«Antes de empezar el proceso, nos dijeron que el tiempo que teníamos que estar allí eran tres semanas antes de regresar a nuestro país con nuestro hijo. Ahora que pueden ser tres o cuatro meses no sé cómo lo vamos a hacer. De haberlo sabido, nos lo hubiéramos pensado. Pero el deseo de tener hijos es más fuerte. A lo mejor en vez de ir a Ucrania hubiéramos esperado cinco o diez años más para ahorrar e ir a Canadá, pero el problema es que no es muy recomendable que haga viajes tan largos...».
Éstas son solo dos del centenar de parejas que están sufriendo este drama. No saben qué va a pasar con sus hijos, si en unos meses cuando nazcan podrán ir y traerlos a España o si el proceso se va a prolongar durante meses y meses. La situación es delicada no sólo para las 30 parejas que hay en Ucrania, sino también las que empezaron con el proceso de gestación subrogada, especialmente aquéllas que hicieron la transferencia biológica, o dicho de otro modo aquellas con una «madre gestante» ya en estado. «Estimamos que hay aproximadamente 135 parejas en España afectadas por la gestación subrogada en Ucrania», explica Marcos Jornet, presidente de la asociación Son Nuestros Hijos.
Una solución sin parches
Jornet se muestra prudente con el cálculo, dado que esta cifra podría superar los dos centenares si se tiene en cuenta aquellas que también han comenzado con el papeleo, han pagado el proceso o parte de él, aunque aún la «gestante» no esté en estado. En cualquier caso, 135 familias afectadas, que no son precisamente pocas, «a las que hay que dar una solución. Nosotros se lo estamos demandando al Ministerio de Asuntos Exteriores y al Consulado. Es un problema que no se puede solucionar con parches. Hay que dar una solución estable y jurídicamente correcta y que se haga de forma ágil», precisa Jornet.
«La solución –prosigue– pasa por respetar la obligación de inscripción en sede consular del vínculo biológico paterno cumpliendo así las resoluciones del Tribunal Supremo de 2014 y 2015 interpretando el artículo 10 de la Ley de Técnicas de Reproducción Asistida combinado con el principio del interés superior del menor».
Por su parte, Mercè centra sus críticas en el Gobierno de Pedro Sánchez, al que acusa de no respetar las leyes ucranianas y de no adaptar la normativa a la realidad actual: «En España la ley dice que madre es la que pare, que mira que eso no es retrógrado», lamenta, y añade que entiende que se haya reabierto el debate social, pero considera que debería quedar apartado de lo que dicta la legislación: «La ley dice que la embajada tiene funciones de registro y por eso sí o sí tiene que dar el pasaporte al hijo de un español. Que no recomienden acudir a Ucrania no significa que después no vayan a hacer su trabajo; esto es una campaña política para ganar votos». Los que han recurrido a la gestación subrogada en Ucrania deben presentar una prueba de ADN que demuestre que el pequeño es hijo de un español y Mercè asegura que el incumplimiento de este requisito solo ha ocurrido en una clínica.
Pero la posibilidad de tener problemas a la hora de salir del país con los niños no es lo único que preocupa a las familias que esperan su momento en España. «Tememos las represalias cuando regresemos», dice Mercè, que explica que a nivel legislativo «no sé qué pueden hacer los políticos para ponernos trabas». Lo que está claro es que este bloqueo en la Sección Consular y el continuo cambio en las condiciones –han pasado de necesitar un mes para formalizar el pasaporte a que los plazos aumenten más del doble– podría suponer que más de un padre pierda su empleo.
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