Accidente de autobús
Enrique y Ana, la pareja que luchó hasta el final
Bullas, una localidad rota de dolor. Ella sufría cáncer y él dejó de trabajar hasta que se recuperara. Carmen perdió un hijo atropellado y a Inmaculada se le escapó la vida con 35 años. Son algunas de las historias de los fallecidos
Bullas lloraba ayer a sus amigos, a sus familiares o simplemente a sus conocidos. A todos aquellos a los que saludaban por las mañanas cuando iban a hacer la compra, a los que veían en el quiosco de prensa... El pueblo amaneció ayer de luto y lo estará durante tres días.
Quien más, quien menos, en esta localidad murciana tenía algún recuerdo de ellos. A uno de los vecinos no se le iban ayer de la mente Enrique y Ana. Esa entrañable pareja a la que ya había sacudido tiempo atrás la mala suerte. Enrique Huéscar López y Ana María Martínez López era un matrimonio de prejubilados. Se habían visto obligados a dejar sus trabajos a raíz de la enfermedad de la mujer: le había sido detectado un cáncer aunque, según recuerda el vecino que cuenta su historia a LA RAZÓN, «últimamente se estaba encontrando mejor». También recuerda que «Enrique se había quedado sordo y hasta antes de su retirada, trabajó en una empresa telefónica».
La familia de Enrique y Ana llora ahora sus muertes mientras se preocupan además por la salud del primo de él y de su mujer, que también viajaban en el autobús siniestrado. Afortunadamente el hombre pudo ser dado de alta en la mañana de ayer, pero su esposa aún seguía ingresada. Se rompió varios huesos a consecuencia de la brutalidad del impacto.
Carmen, otra de las víctimas mortales, tampoco había tenido mucha suerte en la vida. Rememora una vecina: «La pobre perdió hace ya treinta años a un hijo de seis tras ser atropellado por un coche mientras se disponía a cruzar una carretera. Desde entonces la alegría se borró de su cara y Carmen comenzó a salir poco de su hogar, tan sólo lo abandonaba para ir a misa y hacer sus compras. Se dedicaba a las tareas de su casa y a estar la mayor parte del tiempo con su marido y sus otros dos hijos». En parte, se había refugiado en la parroquia, donde todos formaban además otra gran familia.
A Inmaculada, otra de las fallecidas en el accidente, también se le ha escapado pronto la vida. «Trabajaba en una fábrica de maderas y tenía sólo 35 años», dice con honda pena una de las personas que la conocía.
Maestra de discapacitados
El Pabellón Municipal de Deportes Juan Valera era un ir y venir de rostros desconsolados, al igual que en los hospitales donde se encontraban los heridos. Según relataba una mujer a este periódico, estaba muy preocupada por la cuñada de su hija, llamada Maravillas, aunque la conocían como «May», que se encontraba grave. «Espero de todo corazón que consiga salir de esta situación y pueda continuar así desarrollando esa gran labor de maestra en el colegio de discapacitados en el que trabaja». Maravillas tiene 41 años y «es una persona muy agradable, simpática y formal», añade.
Por su parte, Ana María también tuvo en el pensamiento todo el día a su cuñada, que se encontraba ingresada en el Hospital Virgen de la Arrixaca de Murcia tras sufrir varios fuertes golpes, sobre todo uno en la cabeza. Pero además, en el autobús también viajaban su hija y su hermana, que es la que más grave está al presentar ocho costillas rotas por aplastamiento.
Otra de las heridas es Isabel. Es una de esas personas a las que todo el pueblo conoce. «Es una mujer muy chistosa, se la quiere mucho». Trabaja limpiando casas. Entre las supervivientes también se encuentra la concejal de la Tercera Edad de Bullas, Juana María Corbalán, y su hija, Sara. Ambas fueron trasladadas hasta el hospital Morales Meseguer de Murcia con heridas de consideración.
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