Cargando...

Curiosidades

Esta es la isla estancada en el pasado que tiene prohibido el paso a los coches: 600 habitantes y 600 caballos

Ubicada en Estados Unidos, la isla Mackinac representa un atractivo turístico tanto por sus ancianas tradiciones como por los parajes idílicos que alberga

Esta es la isla estancada en el pasado que tiene prohibido el paso a los coches: 600 habitantes y 600 caballos La razón

Por raro que parezca, en los tiempos que hoy nos conciernen. hay lugares que pueden escapar del algoritmo. Sin inteligencia artificial y sin apenas tecnología, las tradiciones conforman los valores sociales de estos territorios. Por ende, en estas zonas el tiempo parece haberse diluido, incluso transformado, y las concepciones que hoy conocemos resultan ajenas a lo comúnmente conocido por los lugareños. ¿Acaso es posible vivir sin transportes a motor en pleno 2025? Bueno pues existe una localidad que aúna todos los elementos mencionados.

Situada en el estrecho que conecta el lago Míchigan con el lago Hurón, la isla Mackinac parece suspendida en siglos pasados, cuando los carruajes todavía gobernaban las calzadas de nuestros antepasados. Este pequeño territorio, de poco más de nueve kilómetros cuadrados, esconde múltiples secretos que resultan de vital interés para todos los turistas. La peculiaridad más característica proviene, precisamente, del transporte que se emplea, pues los automóviles están prohibidos por ley desde 1898. En un mundo cada vez más acelerado, la isla ofrece un refugio de tranquilidad, donde el ruido de motores ha sido reemplazado por el trote de caballos y el sonar de las bicicletas sobre caminos de piedra.

Con una población estable de alrededor de 600 habitantes, Mackinac conserva una atmósfera de finales del siglo XIX. El transporte motorizado fue vetado por decisión de los propios residentes cuando los primeros coches comenzaron a perturbar la paz y asustar a los caballos. Desde entonces, la isla ha defendido con firmeza esta política inamovible, que hoy se ha convertido en su rasgo más distintivo y uno de sus mayores atractivos turísticos. Más de cien años de historia avalan el triunfo del archipiélago libre de humos, que ha hecho de su identidad un signo para atraer el dinero foráneo.

Localizador de la isla sin cochesTania NietoLA RAZÓN

El atractivo turístico de la isla: la principal fuente de ingresos

Turistas de todas las partes de Norteamérica, incluso algunos procedentes de fuera del continentes, acuden a la llamada del pasado en este viaje. La hoja de ruta que siguen todos los visitantes cuenta con un punto de partida en el puerto de Mackinaw City o St. Ignace, donde dejan sus automóviles y toman un ferry hacia la isla. Una vez llegan a suelo firme, se plantea el dilema del transporte que cuenta con tres opciones: el traslado a pie, en bicicleta o a caballo. Tres modalidades que parecen en peligro de extinción según los ojos del ahora, pero que eran las únicas preconcebidas por nuestros bisabuelos.

Actualmente, se estima que en temporada alta, que suele transcurrir de mayo a octubre, cuando más tráfico de visitantes llega a la ubicación, conviven hasta seiscientos caballos dentro de la isla empleados para diversas actividades entre las que se encuentra el funcionamiento de los carruajes, carretas de carga o simplemente con fines turísticos. Porque, en efecto, el turismo es la principal fuente de ingreso público de la tierra. La mezcla de la arquitectura victoriana con los paisajes de ensueños que residen en cada rincón junto a la vistas al mar constituyen un destino de película para tus próximas vacaciones. Edificaciones como el Grand Hotel, inaugurado en 1887, o el Fuerte Mackinac, construido por los británicos durante la Revolución Americana, son otros de los puntos clave.

Las tradiciones como acto de resistencia

En Mackinac, el tiempo parece haberse detenido intencionalmente. Lejos de buscar modernizarse, sus habitantes han optado por preservar una forma de vida más simple, donde la conexión humana, el silencio y el ritmo natural del día dictan la rutina. Es una isla que desafía la lógica contemporánea y, al hacerlo, ofrece una valiosa lección: a veces, mirar hacia atrás es una forma de avanzar. La unión del pueblo conforma el éxito del mismo, y la apertura de las puertas de su bella localidad al público general hacen que la experiencia se convierta en un verdadero lujo.