Investigación
La flexibilidad horaria mejora significativamente la salud cardiaca
Un estudio demuestra cómo afecta al corazón el tiempo que pasamos trabajando
"El trabajo dignifica", escribió Karl Marx. "Nace con la persona", cantó Raphael. "Y a veces puede enfermar", acaba de constatar un estudio científico publicado por la Asociación Americana de Salud Pública. La investigación ha tratado de identificar qué políticas de horario laboral son más favorables para la salud y cuáles pueden perjudicar más el bienestar de los empleados. Se ha basado en ensayos clínicos aleatorios para medir los impactos en el sistema cardiometabólico del tiempo pasado en el trabajo y averiguar si un cambio de horario fijo a flexible mejora o empeora el riesgo de padecer enfermedades cardiacas y metabólicas.
El resultado es evidente: aumentar la flexibilidad horaria reduce significativamente la incidencia de patologías cardiacas entre los empleados. Los análisis se han realizado en la Facultad de Salud Pública de Harvard y en la Universidad de Penn State. En las empresas en las que se han realizado recientemente modificaciones para favorecer la flexibilidad y mejorar la conciliación familiar, los datos demuestran que todos los empleados mejoran sus ratios de salud cardiaca. Pero la reducción del riesgo es más evidente entre los empleados que tenían previamente una salud peor y entre los de más edad.
La primera conclusión del ensayo, en palabras de una de sus autoras principales, la doctora Lisa Berkman, es que "queda demostrado algo que todos sospechamos: las condiciones en la oficina pueden ser un factor primario de modificación de nuestra salud". Cuando se actúa reduciendo los factores estresantes o se mejoran las opciones para compaginar vida personal y laboral, el efecto positivo sobre la salud cardiovascular de todos los empleados es inmediato y no se aprecia impacto negativo en la productividad. Estos cambios, según el informe, son aún más evidentes entre los empleados de salarios medios o bajos que, en la mayoría de los casos, tienen menos opciones para controlar sus horarios y son objeto de más desigualdades.
Los investigadores eligieron a más de 1.500 empleados de dos empresas diferentes (una firma tecnológica y una compañía de seguros y cuidados a ancianos). Durante 12 meses se hizo seguimiento de la presión sanguínea, el índice de masa corporal, el azúcar en sangre y el grado de colesterol. Con esos datos se puede medir la evolución del llamado Índice de Riesgo Cardiometabólico (CRS). Un CRS alto significa un gran riesgo de padecer una enfermedad cardiaca o metabólica en los próximos diez años.
Las intervenciones en el horario que se produjeron durante un año (Cambios de horario fijo a flexible, aumento de las horas de libre disposición, o posibilidad de elegir horarios alternativos por parte de los empleados) no modificaron el CRS de los trabajadores. Es decir, sus valores de colesterol, presión sanguínea o azúcar fueron los mismos. Pero curiosamente sí se notó una menor propensión a caer enfermo entre los trabajadores con horarios flexibles que entre el resto. Y ese beneficio es muy significativo en los más mayores.
Como media, las mejoras en el horario pueden reducir el riesgo de enfermedad de manera equivalente a 5 años de intervención médica y hábitos saludables. Los autores del trabajo creen que, tras la pandemia de covid, la incorporación de horarios flexibles generalizada podría ser una práctica a tener en cuenta en las políticas de salud pública globales.
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